Columnas la Laguna

De Política y Cosas Peores

Armando Camorra

"Me acuso, padre, de que froté mi parte de varón en el cuerpo de mi novia". Así le dijo un muchacho al padre Arsilio en el confesonario. Inquirió el buen sacerdote: "¿Pasaron a mayores?". "No -aseguró el joven penitente-. Eso fue todo". "Me resulta difícil creerte -confesó el confesor-. Boca con boca se desboca, cuanto más cuerpo con cuerpo. Deja 50 pesos en la caja de las limosnas. Tal es la penitencia que se impone a quien lleva a cabo el acto sexual fuera del matrimonio". "Pero, padre -alegó el muchacho-, no hubo acto sexual, pues no hubo penetración. Tal fue el argumento que esgrimió Bill Clinton cuando fue enjuiciado, y sus juzgadores le dieron la razón". "No sé de política -replicó el sacerdote-, pero en los términos del Thesaurus Confessarii del padre Busquet frotar es lo mismo que introducir. Deposita, pues, esos 50 pesos en el cepo. Y reza mucho. El que peca y reza empata". Tras oír esa última sentencia, por demás heterodoxa, y luego de recibir la absolución, el muchacho fue a la caja de las limosnas, sacó de su cartera un billete de 50 pesos y lo frotó en el cepo: "¡Padre! -le gritó al cura-. ¡Frotar es lo mismo que introducir!". Pepito caminaba por el parque con su amigo Juanilito cuando pasó junto a ellos una lindísima chiquilla de agraciado rostro y más agraciada aún figura. Le comentó Pepito a su amigo: "Si algún día dejo de odiar a las niñas, seguramente ésa será la primera a la que dejaré de odiar". Alguno de mis cuatro lectores dirá que soy ingenuo, pero la verdad es que creo en la honestidad personal de López Obrador, y pienso que es sincero su deseo de combatir la corrupción. Eso a pesar de que los grandes corruptos del régimen pasado andan libres y campantes por efecto de la impunidad que AMLO denunció como candidato pero que como Presidente ha mantenido. Aplaudo entonces, y con ambas manos para mayor efecto, la cancelación del contrato que legalmente había ganado un compadre de López Obrador, el cual compadre anunció que se retira de esa licitación atendiendo una petición "personal y amistosa" que le hizo el Presidente. Muy manida está la frase según la cual la esposa del César no sólo debe ser casta, sino además ha de parecerlo. En este caso, sin embargo, la tal sentencia tiene cabal aplicación. Compartan mi aplauso, pues, López Obrador y su compadre Miguel Rincón, empresario de la industria del papel. Lo sucedido sienta un buen precedente en la lucha contra el llamado influyentismo y contra la multicitada corrupción. Esperemos que no tenga vigencia ya la frase que dijo Luis Buñuel en tiempos de la dominación priista: "México es una dictadura aliviada por la corrupción". Don Astasio tiene más cuernos que una cesta de caracoles. El símil no es mío: lo tomé de los recuerdos que conservo de la película "El bello Antonio". Cierto día llegó a su casa, y pese a que eran apenas las 4 de la tarde encontró a su mujer sin ropa y en la cama. No sólo eso: vio en el suelo prendas y zapatos de varón. Le preguntó: "¿Qué significa esto?". Balbuceó ella: "Es que voy a salir en una comedia del Club de Damas, y haré un papel de hombre. Me acabo de probar la ropa". "Ah, vaya -respondió con alivio don Astasio-. Por un momento me figuré otra cosa. Perdona mi vana sospecha y mis recelos injustificados". Así diciendo fue a poner su saco en el clóset. Dentro estaba un individuo en pelotier, esto es decir desnudo. "¿Qué significa esto?" -volvió a inquirir don Astasio, cuyas posibilidades expresivas eran bastante limitadas. "Señor mío -respondió el sujeto-, si le creyó a su esposa eso de la comedia también debe creerme que estoy aquí esperando el camión". FIN.

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