Fredy es un migrante de 36 años, originario de Honduras y vive su propio "Viacrucis" para darle una mejor vida a su familia.
Como otros, llegó al Centro de Día para Migrantes Jesús Torres de la colonia Las Julietas, para descansar un poco y continuar su camino en el "lomo" del ferrocarril.
Comenta que dejó su pueblo el pasado 3 de abril después de "tanto pensarlo" pues nunca había salido de su tierra, pero decidió emprender su viaje a Estados Unidos.
Pese a todo lo que se dice sobre los peligros a los que se exponen los migrantes, la necesidad pudo más, se quedó sin trabajo hace seis meses; era jornalero en un campo de hortalizas.
"Usted sabe que en mi país las cosas no están bien, pagan muy poco y luego le subieron a la energía eléctrica y al combustible, y cuando le suben a esas dos cosas, la canasta básica sube mucho y sin empleo las cosas se complican, uno trata de buscar empleo, pero no encuentra".
En el camino se unió a un grupo de personas que buscan el "mismo sueño" y menciona que pese a todas las historias que se cuentan, "gracias a Dios no nos ha pasado nada", hasta ahora lo único complicado es saber cuál es el ferrocarril que los llevará a la frontera norte.
Otra complicación es aguantar el hambre y ganarle al cansancio para no quedarse dormido y caerse de la locomotora, pues podría perder la vida, ya le tocó "ver la muerte", presenció como a un compañero de viaje lo partió el ferrocarril.
Necesidad
Como muchos, Fredy se quedó sin trabajo en su país y decidió emigrar hacia Estados Unidos y aunque sabe que allá no les permitirán el acceso, dice que se la "jugará".
