El obispo de Torreón, Luis Martín Barraza, presidió ayer la Misa Crismal en la parroquia de San José, en la que participaron los sacerdotes de las 60 iglesias de los municipios que conforman la Diócesis, así como los fieles.
La Misa Crismal es la celebración por excelencia de la iglesia diocesana, pues se bendicen dos aceites: el de los catecúmenos, que se aplica a bautizados y enfermos; y el santo crismo, que se pone en la cabeza a los bautizados, a los que se van a confirmar, en las manos de los sacerdotes y a los obispos cuando son consagrados.