Columnas Social

ASÍ ES, LAMENTABLEMENTE ASí ES

(SEGUNDA Y ÚLTIMA PARTE)

(Segunda y última parte)(Segunda y última parte)

En el aspecto social, familiar y laboral, es lamentable observar que las visitas a los padres, a los abuelos y demás familiares, ya no son las que aún a mi generación nos tocó vivir: convivíamos en amena charla con la familia en general mientras los niños y jóvenes convivían con sus primos y así pasábamos horas y horas hasta que anochecía, a tal grado que los niños se iban a dormir y los adultos podíamos llegar hasta la madrugada en agradable convivencia, máxime si los visitábamos o nos visitan provenientes de otras ciudades, de tal manera que fuera un fin de semana o más días, al regresar a los lugares de orígen volvían o volvíamos satisfechos de esos encuentros familiares.

Sin embargo, con la aparición del celular, todo esto dio un giro de 180 grados; los hijos, los nietos, visitan portando cada uno su celular, y después de un gélido saludo, ya prácticamente la comunicación se reduce a cero, ya que cada quien está "embebido" en sus celulares o bien en juegos en donde está puesta toda su atención.

En el aspecto social, ya sea en pareja, en grupo de cuatro o cinco personas, o bien, de grupos mayores que se reúnen a convivir, a tomar el café, veo que sucede la misma cosa, y lo más lamentable es que los adultos mayores han o hemos caído en el mismo juego.

Otra observación muy frecuente es cuando un adulto joven va acompañado de adultos mayores, muy seguramente sus padres, a quienes dizque invitan a tomar el café o a almorzar y observar que a éstos los tienen en el olvido, mientras el joven adulto está ensimismado en su celular o bien en su laptop, sin tener la atención de charlar con sus invitados a los que observo con una cara de tristeza, que me da más tristeza a mí como observador.

Y lo mismo observamos en el aspecto laboral, en oficinas de cualquier ramo, los empleados con el celular en mano, y qué decir de los agentes de tránsito y otros servidores públicos. Es triste y peligroso ver en la calle, sobre todo jóvenes y adultos jóvenes, ir caminando y a la vez van observando sus celulares con los riesgos que estas distracciones pueden traer como consecuencia al cruzar sin tomar las precauciones debidas una calle.

En días pasados, en el homenaje póstumo que El Siglo de Torreón viene realizando a don Juan Recaredo, publica uno de sus tantos artículos que nos legó a sus lectores y que está en relación con el tema: Las palabras tienen la palabra. Nada mejor que la conversación: "Las cosas han cambiado mucho. Con la llegada de las tecnologías que nos facilitan la comunicación por medios electrónicos, nos hemos acostumbrado mucho a usar los aparatitos mientras que el arte de conversar se vuelve menos frecuente".

"Estamos siempre en contacto con nuestros amigos y familiares por medio de dispositivos móviles. Algo que hasta hace un par de décadas nos parecía sacado de una historia de ciencia ficción, ahora es toda una realidad. ¿Quieres hablar con una persona que está al otro lado del mundo? Sacas tu teléfono móvil y haces una video llamada, en la que puedes platicar al instante con la otra persona, mientas la estás viendo".

"En juntas virtuales, las personas participantes nos podemos ver y escuchar, incluso compartimos presentaciones, fotos y muchas otras cosas a través del móvil. Sin duda, se trata de un sorprendente avance de los medios para comunicarnos, pero siguen teniendo un problema: nada se compara con la plática en persona".

Hay una conexión especial, un vínculo que se crea cuando una o muchas personas conversan "en vivo" y a "todo color". Serán los gestos, los ademanes, no sé, pero hasta hoy, el nivel de conexión que se logra en una conversación - no se obtiene en ningún medio electrónico -, esto es un hecho.

Charlar, platicar, dialogar, echar "El chal", como decía aquella tía mía que hablaba "hasta por los codos". Entonces, si la plática estaba buena…

"A propósito, la palabra charlar, proviene del italiano ciarlare, que significa hablar, conversar. Mientras tanto, conversar se refiere a una o varias personas que hablan entre ellas y esta palabra viene del latín conversari, que quiere decir "dar vueltas en compañía". Así es cuando conversamos -y más si es en persona - lo que hacemos es darle la vuelta juntos a uno o varios temas que nos interesan.

"Sigamos pues charlando, conversando, pero ¡en persona es mejor! Y si lo acompañamos con un cafecito, platícame lo que quieras…".

Para terminar con este tema, transcribo uno de los párrafos que agrega Flor A. Vargas: "…ahora se socializa menos cara a cara y se ha desarrollado un 'lenguaje' de abreviaturas e imágenes que pretenden comunicar una inmensidad de mensajes en forma breve' y para muchos adultos más que mayores, incomprensibles".

Considero que para algunos adultos mayores es agradable acudir a uno de esos lugares a media mañana acompañados, ya bien sea de un ejemplar del periódico, pedir tan sólo una humeante taza de café o el desayuno de su preferencia, y al ponernos al tanto de las noticias publicadas y si esperamos a un acompañante o acompañantes, apagar el celular, y como dice el señor Recaredo, a charlar o conversar, que ya tendremos tiempo para revisar el celular y los mensajes o llamadas que hayan llegado. Esperando con ello que los demás comensales nos tomen como ejemplo y se acostumbren a hacer lo mismo.

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