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Popocatépetl

Volcanes mexicanos, foco de atención

Según datos del Cenapred, el Popocatépetl tiene al menos 25 millones de personas que habitan a menos de 100 kilómetros del cráter

En la cuarta de las cinco misivas conocidas como Cartas de relación, escritas por Hernán Cortés y dirigidas al emperador Carlos V, ya se mencionaba que en el paisaje de Tenochtitlán había una sierra que exhalaba mucho humo. (ARCHIVO)

En la cuarta de las cinco misivas conocidas como Cartas de relación, escritas por Hernán Cortés y dirigidas al emperador Carlos V, ya se mencionaba que en el paisaje de Tenochtitlán había una sierra que exhalaba mucho humo. (ARCHIVO)

AGENCIAS

En la cuarta de las cinco misivas conocidas como Cartas de relación, escritas por Hernán Cortés y dirigidas al emperador Carlos V, ya se mencionaba que en el paisaje de Tenochtitlán había una sierra que exhalaba mucho humo. En su búsqueda por azufre para fabricar pólvora, el conquistador español hacía referencia al Popocatépetl (cerro que humea), como era conocido el volcán por los indígenas y que ya con el puro nombre describía una imagen que no ha perdido vigencia a lo largo de su longeva vida.

En su oficina, al interior del Departamento de Vulcanología del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el doctor Juan Manuel Espíndola recuerda este documento histórico como testimonio de una estampa que se ha mantenido constante en el Valle de México. "Lo que pasa es que tendemos a olvidar la historia", comenta respecto al devenir de uno de los volcanes activos más importantes del continente.

"En nuestro país hay nueve registros de erupciones muy importantes en diversos volcanes desde la época colonial. También hay indicios de fenómenos previos en los códices, pero sin una descripción más precisa", señala el vulcanólogo y subraya que estos sucesos han quedado inscritos en la parte de nuestro territorio que se erige sobre el llamado Cinturón de Fuego del Pacífico, una zona situada en las costas de este océano y caracterizada por concentrar algunas de las áreas de subducción más importantes del mundo con una intensa actividad sísmica y volcánica.

La cifra de los volcanes que atraviesan nuestro territorio puede mostrar variaciones importantes, según la apreciación de diversos expertos. El entrevistado dice que esto se debe a que es un registro difícil de establecer. "En todo caso el número depende de lo que se quiera contabilizar, pero de los llamados grandes volcanes no hay tantos como se pensaría". El experto en física de procesos volcánicos considera que de este tipo de volcanes sólo existen un par de decenas en el país.

"La particularidad del cinturón volcánico mexicano es que se encuentra en la parte más poblada de nuestro territorio", señala Espíndola y agrega que los volcanes de mayores dimensiones son básicamente estratovolcanes, también conocidos como poligenéticos porque se han ido formando mediante diversos estratos con el material fragmentado arrojado y endurecido a través de su larga historia.

Entre estos colosos, el volcán de Colima es el que ha reportado mayor actividad. El especialista señala que el último episodio más severo fue registrado en 1913, pero antes también tuvo erupciones fuertes. El vulcanólogo explica que como la vida de este tipo de volcanes es muy larga y el hecho de que ya hayan tenido una erupción severa no limita la posibilidad de que esto vuelva a suceder. En este sentido, otro en la mira es el Pico de Orizaba o Citlaltépetl, (ubicado en el territorio de Puebla y Veracruz) que conjunta al volcán y la montaña más alta de México. Desde el siglo XVI ha presentado más de una decena de erupciones. "El pico de Orizaba tuvo un gran episodio en 1946, pero en general ha tenido una vida bastante activa, así como el Ceboruco, que tuvo una erupción muy fuerte en 1870-75, según lo atestiguan crónicas del México Independiente".

LA FÓRMULA DEL RIESGO

¿Cómo determinar entonces el riesgo que representa un volcán? El especialista en física de procesos volcánicos responde escribiendo una fórmula sobre su escritorio. "El riesgo es igual a la vulnerabilidad por la probabilidad, es decir que no es lo mismo que caigan kilos de ceniza sobre un edificio o un área desierta que sobre varias casas con techo de lámina". Con esto explica que aunque el volcán de Colima es más activo, los círculos de población en torno al Popocatépetl son más numerosos, eso significa, mediante la ecuación exhibida, que su vulnerabilidad es mayor.

Según datos del Cenapred, el Popocatépetl tiene al menos 25 millones de personas que habitan a menos de 100 kilómetros del cráter.

Bajo esta apreciación y ampliando la lupa, el Vesubio, en términos de riesgo, es el más importante del planeta debido a la gran cantidad de poblaciones que se han desarrollado a su alrededor. "Los vulcanólogos italianos están muy preocupados porque crear planes de contingencia con estos grupos poblacionales es muy complejo en cualquier lugar del mundo".

Regresando al territorio nacional, Espíndola cuenta que la gama de volcanes mexicanos es variada y su historia sui generis, pero con algunas cosas en común, como otra serie de volcanes de dimensiones más pequeñas y una sola erupción. Quizá el más conocido de los también llamados volcanes monogenéticos sea el joven Paricutín. Situado en el estado de Michoacán, este volcán cambió la vida a los habitantes de la meseta purépecha el 20 de febrero de 1943, día en que nació sobre un campo de maíz. En los años siguientes alcanzó su altura final de alrededor de 400 metros y actualmente está inactivo.

El experto señala que sobre toda el área de la sierra Chichinautzin hay muchos volcanes monogenéticos (se calculan más de 200), como el Xitle, también con una sola erupción, pero que aportó grandes cambios en la topografía del lugar.

Generalmente este tipo de volcanes, también conocidos como conos de cenizas, son fruto de un único episodio, pues el magma del tubo que conecta la cámara magmática y la chimenea se solidifica. Otra categoría que mencionan los especialistas son los volcanes escudo, definidos por su morfología aplanada y presencia más escasa en la geografía nacional.

Espíndola recuerda que hace justo 37 años se vivía la erupción más fuerte en la historia reciente de nuestro país, la del Chichonal o Chichón, ubicado al noroeste de Chiapas. "Esta erupción en 1982 estuvo presidida por emisiones y una sismicidad significativa varios meses antes que sucedieran las erupciones mayores, pero no se tomaron previsiones adecuadas".

"En el caso de la erupción del volcán de Fuego en Guatemala, ocurrió algo similar, se ignoraron los avisos", señala y agrega que sin embargo la enseñanza para nuestro país desde lo ocurrido con el Chichón fue que jamás se debe restar importancia a la fuerza que puede tener un fenómeno natural. La lección se reforzó con el terremoto de 1985, pero estos sucesos impulsaron un Sistema de Protección Civil.

ANÁLISIS INTEGRAL

"Las décadas recientes también han aportado muchas más herramientas para el desarrollo tecnológico y también conceptual en el estudio de los volcanes", menciona el académico. Tal es el caso de los métodos de datación absoluta con radioactividad o herramientas de datación radiométrica, como el radiocarbono que no busca el nacimiento de un mineral, sino la muerte de un elemento vivo carbonizado y atrapado en el material que arrojó en algún momento el volcán.

Explica que se obtiene más información sobre todo de las grandes erupciones porque dejan más depósitos y el material permanece a pesar de la erosión. Los geólogos pasan meses en campo buscando estos rastros, pero al final se logra establecer la edad de los volcanes, como parte de un diagnóstico que ayuda a conocer mejor a un paciente de 730 mil años, como se presume es el caso del Popocatépetl.

El investigador utiliza la analogía de un paciente frente a un diagnóstico médico para explicar que mediante más análisis se tengan de su estado e incluso datos de su "historia familiar", se van a poder entender mejor sus síntomas de riesgo. Se trata de percibir claramente los cambios posiblemente relacionados con una erupción. En este sentido, apunta, que también son muy útiles las herramientas de evaluación geofísica por ejemplo del campo magnético terrestre. En las zonas volcánicas este magnetismo es afectado por los cambios en el valor de la gravedad, debido a la masa que se acumula al interior de los cuerpos volcánicos.

También hay cambios geoquímicos: "El material que sale tiene muchos gases que penetran en los mantos acuíferos. El análisis de los sistemas hidrológicos cercanos, así como directamente de los gases aportan más elementos para determinar su estado. Algunos de los análisis químicos de la fumarola se realizan por espectrometría de correlación (Cospec).

El Doctor Espíndola dice que no se puede discriminar información y todos los volcanes necesitan ser estudiados para tener más herramientas para poder enfrentar mejor cualquier posible episodio que dañe el entorno. Relata que hace poco, junto con un equipo de especialistas, estudiaba el Volcán de San Martín ante la mirada desconfiada de los pobladores de los Tuxtlas que les decían que mejor fueran a vigilar el Popo. "Desgraciadamente, sólo es desconocimiento. Todos los volcanes deberían ser estudiados, no sólo los que ahora muestran actividad", señala para después referir crónicas de 1793 sobre este volcán que cuentan cómo la gente deambulaba con velas a plena luz del día por la gran cantidad de ceniza.

"El San Martín está en una reserva y probablemente ante un evento eruptivo no afectaría de una manera tan fuerte como podría hacerlo el de Colima o el Popo, pero la simple emisión de una gran cantidad de ceniza podría generar muchos daños. El conocer con detalle la historia de un volcán da pistas sobre su devenir. Volviendo a la analogía del doctor, todo antecedente o síntoma es útil".

(EL UNIVERSAL)
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Escrito en: Popocatépetl Volcanes

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