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LA HIPOCRESÍA EN EL DÍA DE LA MUJER

Arturo Macías Pedroza

¿Cómo pueden decir que protegen a la mujer pidiendo el aborto, cuando la mitad de los abortados son mujeres? La conmemoración del Día de la Mujer el pasado viernes 8, fue creada con el propósito de revisar año con año los avances logrados y acciones realizadas para superar las diversas circunstancias que sufre la mujer en su dignidad, en sus derechos y en su integridad. Sin embargo, muchos han convertido esta conmemoración en una más de las nuevas maneras de esclavitud y violencia contra la mujer, no sólo al ser considerada por algunos como un festejo, sino porque en este día y en nombre de la libertad, se promueven ideologías destructivas y manipuladoras para la mujer; en nombre de los derechos humanos, aplastan derechos fundamentales de los que están por nacer, de la familia, de la sociedad y de la mujer misma; en nombre de la ciencia, promueven una ideología irracional; en nombre de la democracia, imponen leyes impopulares, en nombre del amor promueven la división y el odio, en nombre de los débiles, sirven a poderosos intereses nacionales e internacionales; en nombre de la vida… matan.

Mediante la imposición de la ideología de género se pretende manipularnos psicológica, moral, social y religiosamente, para que aceptemos situaciones aberrantes y las veamos no como repugnantes, sino como algo normal y de acuerdo a los tiempos contemporáneos donde nada debe estar prohibido sino todo se permita. Escondiendo el objetivo de la eliminación de la familia, hacen creer que en ella se han enseñado actitudes retrógradas, anquilosadas y discriminatorias que nos hacen cerrarnos a los nuevos tiempos. El papel de la mujer en la familia es considerado un enemigo de la realización de la mujer. Con eufemismos, pregonan la "libre elección" en asuntos de reproducción y de estilo de vida, cuando en realidad de lo que hablan es de abortar y promover toda forma de sexualidad al margen del matrimonio. Es la bruja de Blancanieves o la serpiente del Edén, ofreciendo hipócritamente el fruto apetecible, pero cargado de muerte.

Claro que es más fácil "cortar por lo sano" (aborto), en vez de poner atención a la urgente situación precaria que afecta la dignidad de muchas mujeres sometidas a múltiples formas de violencia dentro y fuera de casa: tráfico, violación, servidumbre y acoso sexual; desigualdades en la esfera del trabajo, de la política y de la economía, explotación publicitaria. Lo cierto es que la situación de la mujer sigue siendo igual de difícil que en otros tiempos: sigue sufriendo violencia intrafamiliar, se sigue vendiendo a la mujer indígena, se sigue traficando a mujeres para dedicarlas a la prostitución, se sigue explotando el cuerpo femenino como anzuelo para que los consumidores unan mentalmente un artículo con un cuerpo femenino.

La Cámara de Diputados el pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se inundó de signos que promueven el aborto: pañoletas que, debiendo ser rojas por la sangre que derraman o negras por la muerte que provocan, se tiñen (también hipócritamente) de un verde-vida. Letreros, manifestaciones, discursos, consignas, que a fuerza de repetirlos incansablemente, mellan el alma del pueblo, debilitan y contaminan la justicia e infestan la legislación con leyes inicuas.

Una visión clara es necesaria para descubrir los lobos camuflados de pastores y poder establecer programas que permitan una atención integral. La situación hace ineludible la participación activa de todos, para regresarle al hombre su desarrollo, o incluso para salvarlo de esta involución que nos arrastra al nivel del instinto convirtiéndonos en neo cavernícolas depredadores. Es paradójico que precisamente en esta época se esté alcanzando un grado de cinismo y refinamiento de la violencia contra la mujer, digno de los tiempos más crueles de la historia. Las formas nuevas de brutalidad contra la mujer: violación de conciencia, lavado de cerebro, manipulación de los espíritus, presiones de todas clases, constituyen una gigantesca empresa de alienación y de profanación de la libertad. Cuando se piensa en el aborto como parte de las muchas maneras de violentar a la mujer y el poder de conquista y coacción, nos preguntamos con angustia si aún se puede hacer algo todavía. Hacer sinergia de todas las fuerzas sociales es esperanzador para todas las mujeres víctimas de la violencia y parta toda la sociedad, pues nos denigra a todos.

La realidad biológica de la mujer es fundamento para desenmascarar y orientar las falsas y las auténticas realizaciones históricas de la condición femenina. Es necesaria una eliminación de la ideología de género que proyecta una imagen falseada de la mujer. Entonces, sí estará siendo liberada de maquilaciones hipócritas y de formas nuevas contra ella. Rehabilitar la importancia de la familia es la tarea que debemos exigir a nuestros legisladores en vez de la solución "fácil". Son precisos cambios radicales y hondísimos en la estructura de nuestra sociedad, construyendo la familia sobre la realidad de la ternura.

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