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Las palabras tienen la palabra

Él es don Juan Recaredo

Columna póstuma de Juan Recaredo

La suya era una lucha constante contra la - generalmente infundada - preocupación. Es probable que los miedos que traía arrastrando desde su juventud fueran la causa; no lo sé, pero lo que sí sé es que un buen día, aunque aterrorizado por el posible fracaso, decidió hacer algo para superar esa angustia. Aprendió entonces que, al incorporar la risa en todo lo que hacía, los miedos y preocupaciones se esfumaban. Así comenzó todo, pronunciando un discurso divertido que cambió su vida al provocar una sonrisa en quienes lo escuchaban. Eso, después, le abrió todas las puertas.

"Donde hay risa, palpita la vida y donde la risa termina, comienzan las tinieblas…".

Desde entonces, nunca dejó don Ricardo de recurrir a la risa en sus actividades: teatro, televisión, libros, artículos de prensa, todo debe tener humor... ¡pero buen humor! El reconocimiento que obtuvo gracias a esta decisión no lo imaginó antes ni en sus más alocados sueños. Fue la risa el antídoto que don Ricardo encontró y aplicó siempre contra los miedos que originaban su constante preocupación.

"Todo era más fácil cuando mi única preocupación era colorear sin salirme de las líneas…".

Un hombre interesante y curioso; era un artista nato que se preocupaba - de nuevo - por ofrecer algo de auténtica utilidad a todo aquel que deseara escucharlo, verlo y leerlo. Su alma transparente demostró fielmente la nobleza de su corazón, que es la más probable fuente del poder que tenía para cultivar amistades genuinas.

"Digan lo que digan, el mejor amigo del perro es otro perro…".

Precisamente, platicando con uno de sus grandes amigos, el gran escritor don Armando Fuentes Aguirre, me dijo: "El legado de don Ricardo va a ser perenne". Tiene mucha razón, porque lo perenne es continuo, incesante, que no se interrumpe. Don Ricardo nos regaló su pasión por la cultura arrancándole previamente la absurda etiqueta de solemnidad; nos demostró su creatividad para conjugar, con inigualable habilidad, lenguaje y humor; nos acercó a la lectura publicando más de una veintena de libros, que son tan accesibles como la personalidad propia de don Ricardo.

Por eso, esta columna sigue aquí y es gracias a usted, querido lector, que podemos seguir compartiendo este gran legado.

"Lo malo de la inmortalidad es que, para alcanzarla, hay que morirse…".

Me has dado todo lo que sé, incluso con la humildad necesaria para reconocer que el aprendizaje sólo viene de saberse ignorante. Gracias papá.

Sin lugar a dudas y desde donde está, don Ricardo nos dice ahora:

"No se tomen la vida en serio; total no saldrán vivos de ella".

* Dedicado a la memoria del titular de esta columna: don Ricardo Espinosa, "don Juan Recaredo", a un año de su fallecimiento.

Soy don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios: [email protected]. Twitter: @donjuanrecaredo.

ME PREGUNTA:

José Juan Alcalá: ¿Qué significa el adjetivo "pachón"?

LE RESPONDO:

Pachón significa peludo o lanudo.

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA:

Aquel que tenga la última palabra, que tire la primera letra.

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