Vividores del erario público
Parece que lo que conocíamos por boca de AMLO como mafia del poder, ha cambiado de protagonistas; ahora, unos se han enquistado en el gobierno cubriéndose con piel de oveja y pareciera que en sus ojos lánguidos, su añoranza aflorara en un suspiro no sólo por lo que fueron y ya no son; sino por la riqueza que ostentaron y el poder que detentaron hasta hace apenas unos cuantos meses. Sus colmillos han sido limados, y recortadas las uñas de sus garras. El espíritu de Maquiavelo ha sido, en su interior, reprimido, atado a una moral impuesta, sujetada a su endeble esquema axiológico mediante una fuerza de voluntad que más pareciera un medio para el logro de un fin inmoral y nada ético: retomar el poder, reagruparse, reorganizarse, urdir planes malévolos para hacer fracasar la 4ª.T de AMLO.
El poder prianista se atomizó, se mezcló con el partido vencedor. La riqueza mal habida la tienen en cuentas bancarias; pero, por su bien, deben aparentar pobreza, humildad, incluso sumisión a quien ahora tiene la sartén por el mango. Saben bien que nada es para siempre y que basta simular apoyo incondicional para continuar viviendo del erario, aunque sea con sueldo austero. Ya llegará la hora de la revancha. Con ella sueñan, y esos sueños alimentan su reprimido rencor hacia el hombre que durante muchos años luchó por sus ideales, (algo que no está en su esencia humana).
Lobos son en su interior y desde sus propias entrañas surgen las más infames intenciones de trastocar los planes de cambio implementados por el nuevo régimen. ¿Quién puede saber con certeza si la CNTE es o no como el Partido Verde Ecologista? Una caterva de rufianes que igual que una ramera babilónica, o un Judas Iscariote, por unas monedas, venden su lealtad y su honra al mejor postor.
AMLO es íntegro, pero igual que Francisco I. Madero, adolece de ingenuidad al abrir las puertas del gobierno a gente, cuya probidad no ha pasado la prueba de fuego; son aves que han cruzado el pantano, pero no volando, sino arrastrándose cual viles reptiles, llenos de apestoso lodo y su honradez hecha girones, llevando en su frente, de color escarlata la letra C (de corruptos), la mancha indeleble de Caín; pero ahí están, al acecho de cada paso, de cada declaración y decisión, criticando la paja en el ojo ajeno, tirando la primera piedra, cual viles fariseos.
AMLO es bueno, y piensa que todos somos buenos. Posiblemente todos nazcamos con bondad, pero las circunstancias mutan esa virtud en maldad.
AMLO piensa que la CNTE es un numeroso grupo de maestros que luchan por sus derechos, y en su generosa bondad cede a las demandas de éstos; pero no ve o no quiere ver, que una cosa son los maestros que trabajan en las aulas, y otras sus líderes, que igual que Antorcha Campesina logró enriquecerse del priismo, así la CNTE, trasgrediendo los derechos de terceros, exige justamente no sólo su sueldo a un Estado en aparente quiebra, sino al Gobierno Federal; y lo hacen, no mediante el diálogo, sino como simples rufianes, sólo les falta cubrirse parte del rostro con un pañuelo rojo.
No. No se vale esa manera de exigir, y menos de parte de quienes tienen educación y conocen las leyes, sus derechos y obligaciones; no se vale que maestros cuya sensibilidad social es innegable y conocen las reglas de la nueva política, realicen bloqueos en carreteras y vías ferroviarias en perjuicio de terceros.
No se vale que el AMLO ceda a la extorsión de vividores del erario.
Héctor García Pérez
Comarca Lagunera
