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PEQUEÑAS ESPECIES

A MIS SESENTA Y TRES

A MIS SESENTA Y TRESA MIS SESENTA Y TRES

Que rápido se fueron los años y que temprano se me hizo tarde, mi vida pasó tan de prisa, que mi alma no alcanzó a envejecer al mismo tiempo que mi tronco atardecer. Pero no es la edad que tengo, sino lo que mi corazón siente y mi mente mande, a pesar de haber perdido la fuerza de mis años vividos y cobrando cuentas, achaques escondidos, está mi edad más que agradecida, disfrutando un año más… ¡Apostándole a la vida!

Que importa los años que acumulo, he vivido pleno y sin disimulos, tengo más recuerdos gratos que arrepentimientos. Aprendí a ser padre, hermosa misión que jamás culmina, cuando menos acordé llegó el invierno a mi vejez, cobrando su recompensa la dicha inmensa de ser abuelo, que mejor compensación para mis hijos, que reeditar mis yerros a los hijos de mis hijos. Envejecimos de la mano mi esposa y yo, de dos generaciones ha sido formadora, abuela consentidora, columna vital de la familia, que a nuestros viejos años el amor que nos juramos, continua siendo la llamarada eterna de nuestro hogar.

Mis alegrías y mis metas fueron alcanzadas, como también tuve ilusiones y lágrimas derramadas. Inicié en poblados mi profesión aliviando a las criaturas mudas de expresión, como hospital un viejo corral de tablones y la paja seca de mesa de operaciones. Pasaron los años y de las pequeñas especies me enamoré, regresando a la facultad con mis cuatro retoños en formación, pagándome después la vida con tres hijas veterinarias. Acopiándose por años perros y gatos han pasado por mis manos, sonríen sanos, siendo este el mejor pago de mi trabajo.

Llevo los años viejos para mirar con más calma, para gritar lo que pienso sin miedo al fracaso. Fue un privilegio ser Maestro, un cúmulo de alumnos pasaron por mis aulas, forjándose emprendedores y personas de valores, que orgullo es verles ya de viejo, agradeciendo ellos su formación, siendo profesionistas y padres de una nueva generación. Que noble fue la docencia conmigo, sin darme cuenta me llevó de la pasión a la pensión.

Ya hice las paces con mi pasado, siendo un afortunado viviendo el futuro, llegué a la edad en que los sueños ya los viví, viajé y disfruté, y ya no pienso en lo que carezco, sino por lo que tengo agradezco: Familia, Amigos y Hogar. Que importa los años que tengo, lo que vale es cómo me siento, tengo los años que necesito para decir a la vida: ¡Vida… estamos en paz!

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