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Menos que el presidente

Se dice que los mexicanos no tenemos capacidad para tolerar el éxito de los demás, que cuando vemos a alguien que sobresale, tratamos de jalarlo hacia abajo para que no salga del mismo agujero en donde nos encontramos. Estamos convencidos que nadie es profeta en su tierra, y lo decimos con frecuencia. Lamentablemente es la filosofía de vida de nuestro señor presidente y la manifiesta en cada frase con la que expresa su manera de ser y de pensar y es motivo por el cual sus ideas fácilmente conectan con la mayoría de sus fanáticos seguidores.

“No es justo tener un gobierno rico con pueblo pobre”, lo mismo reza un adagio muy popular “ O todos coludos, o todos rabones”, y si lo dice nuestro humilde presidente; entonces, vayan en contra de la riqueza que a todos nos ofende y sin razonar, las masas se comportan como si estuvieran recibiendo permiso para destruir y atentar en contra de los que tienen más que otros. Y la aberración se confirma cuando nuestra Constitución la modifican a su antojo sólo para prohibir que nadie en las esferas del gobierno gane más que el presidente. Esto es una réplica de la vida común cuando hay quien no tolera saber que el vecino, amigo o pariente gana más y busca diferentes formas de perjudicarlo, ya sea de manera directa en sus bienes o inventando cualquier calumnia para desacreditar el origen de su éxito. Envidia y frustración pura. ¿Cuántos casos se dan en los centros de trabajo cuando todos se enteran que a algún compañero se le ha modificado para bien el monto de su sueldo?

¿Será que nuestro presidente está lleno de traumas, prejuicios y complejos y siente que el poder le da permiso para descalificar a cualquiera que lo supere? Y para muestra, están sus conferencias mañaneras en las que todos sus colaboradores exhiben bajo perfil en relación a la importancia y responsabilidad de frente a la nación, además, nadie comenta nada sin la autorización correspondiente, sumisión completa, nadie debe superar la imagen presidencial. Lo cierto es que nuestro presidente no ha sido una luminaria, alguien ejemplar a quien debamos imitar o reconocer de manera especial; jamás ha tenido actividad productiva, ni de servicio, ni científica; no es ganadero, no es empresario, no es médico, no es minero, no es obrero, no es campesino, no es banquero, no es agricultor y sus hijos; pues ninguno ha destacado de manera sobresaliente. ¿Por qué limitar las honestas aspiraciones de los demás? ¿Por qué no gobierno rico con pueblo rico también? Es cierto que muchas riquezas en nuestro país tienen origen obscuro, pero no por ello deben pagarlo los que con esfuerzo, trabajo, talento e inteligencia han ganado decentemente su patrimonio, sin embargo; nuestro presidente no lo entiende así y para él todas las personas ricas son pública y despectivamente “fifis” cuando debiera - con el poder de su investidura - hacer una justa separación y combatir las fortunas mal habidas por riqueza inexplicable, delincuencia organizada, evasión de impuestos y lavado de dinero.

Dicen que en tierra de ciegos, el tuerto es rey. Sr. presidente, con mucha pena debemos decirle, que si bien muchos mexicanos prefieren seguir ciegos y sumidos en su obscuridad, no todos queremos ser gobernados por un tuerto rey. El éxito de una nación radica en su riqueza y usted debiera sentirse obligado a fomentar la riqueza a través de políticas públicas que fomenten las actividades productivas para generar riqueza, no dádivas que sólo generan parásitos dependientes de papá gobierno.

Juan Antonio Aguilar Tello

Torreón, Coah.

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