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Por eso estamos… Como estamos.

Los avances sociales no siempre son hacia delante. Ejemplo claro y evidente es la educación.

En mi niñez era normal corregir a los chamacos a bofetadas las faltas de respeto y a cintarazos faltas más graves, eso sí, siempre con las advertencias previas, además, que los que teníamos hermanos mayores y veíamos como los ajusticiaban, pues a no cometer los mismos errores para evitar tales castigos; también era normal en la escuela que los profesores aplicaran los reglazos en las palmas de la mano y también las bofetadas había padres de familia que solicitaban a tal ó cual profesor (a) por efectuar dichos castigos, para que su hijo aprendiera disciplina, respeto, honradez, limpieza, y, por supuesto, el orden en general el civismo que por cierto era materia obligada y claro se entendía el civismo como reglas de convivencia social y armónico desarrollo.

Todo este rollo a colación por la señora que recibirá todo “el peso de la ley” por haberse atrevido a golpear “a su engendro” el cual ronda los catorce años edad suficiente para ir a un tutelar de menores, lo golpeó con una reata que en las imágenes describe esta herramienta un riso de aprox cincuenta centímetros lo cual cualquiera sabe que ni le va a producir moretones, menos aún cortes en la piel, ni siquiera mallugones. Si la señora lo hubiera querido lastimar, pues mínimo le hubiera dado con un palo.

Cualquiera que sea padre comprende que si alguien conoce a los hijos, pues es su madre y si la señora tomo esa decisión fue porque la trayectoria del comportamiento del muchacho es el descarrilamiento o de plano de colisión en la vida y ella como su madre es quien definitivamente más lo quiere y por este amor que le prodiga, toma esa dolorosa decisión porque no desea el mal para su hijo y hace el valiente intento de corregirlo antes de que sea demasiado tarde. Si los padres tomaran hoy en día esta decisión, por supuesto, después de haber agotado otras opciones estos niños- jóvenes, ciertamente como sociedad otro gallo nos cantara, porque estos muchachos en ese camino pueden terminar lesionados gravemente o en la cárcel y hasta en el panteón como desgraciadamente está sucediendo.

Cito a proverbios: “quien ahorra la vara odia a su hijo, quien le ama prodiga su corrección, pero el muchacho abandonado a sí mismo es la vergüenza de su madre, ojalá como sociedad recapacitemos y sin caer en el otro extremo, pero sí en un mesurado análisis no descartemos del todo las correcciones “a la antiguita” y sobre todo que las autoridades sean indulgentes y comprensivas con esta pobre mujer, a quien ciertamente si el muchacho se va del todo chueco ni la sociedad y menos aún las autoridades van a ayudar.

Y Dios quiera que recapacitemos todos. Si como sociedad vamos por el mejor camino.

Muchas gracias.

Ing. Arturo Pedro Salas Juárez

Comarca Lagunera

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