Protesta. La jornada transcurrió en términos generales sin las escenas de guerrilla urbana de las protestas iniciales.
Los "chalecos amarillos" mantuvieron ayer su pulso al presidente de Francia, Emmanuel Macron, con un nuevo sábado de manifestaciones, el undécimo consecutivo, que se vio acompañado en París de una primera convocatoria nocturna y en el que se registró una menor participación.
En los dos sábados anteriores salieron a las calles unas 84,000 personas en todo el país y en el de ayer la cifra bajó a las 69,000, según datos del Ministerio del Interior, que precisó que solo en París hubo 4,000 participantes, 3,000 menos que una semana antes. Las primeras tensiones se desataron en la capital al comienzo de la tarde en la plaza de la Bastilla y se trasladaron después a la de la República, desórdenes que las fuerzas del orden contuvieron con gases lacrimógenos.
El ministro del Interior, Christophe Castaner, condenó en Twitter "con la mayor firmeza" los actos de violencia cometidos, mientras que la Inspección General de la Policía Nacional (IGPN) investiga la herida sufrida en el ojo por un conocido militante, Jérôme Rodrigues, como consecuencia de un proyectil. No obstante, la jornada transcurrió en términos generales sin las escenas de guerrilla urbana de las protestas iniciales.
Por primera vez, los agentes dotados con pistolas de pelotas de goma fueron equipados con cámaras para grabar sus intervenciones, una medida decidida por Castaner para que haya más transparencia en el uso de esa arma, tras las acusaciones de que con ella se hirió a gente en el pasado. Las manifestaciones de ayer tienen lugar cuando el Ejecutivo francés empieza a recuperar la popularidad perdida.
MIL personas participaron en las protestas en Francia.