Perteneciente al legendario grupo de poetas “La Espiga Amotinada”, el chiapaneco Óscar Oliva, de quien este sábado se conmemora su natalicio número 82, es autor de una obra consistente que ha enriquecido las letras mexicanas.
Oliva escribe en torno a la realidad que proviene de la época revolucionaria, las movilizaciones y la migración, así como la usurpación de suelos en Chiapas, que generan situaciones de pobreza, cita el portal de Internet justa.com.mx.
Originario de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el poeta nació el 5 de enero de 1937 y su obra aparece, entre otras antologías, en Poesía en movimiento; Relámpago de plumas y Antología poética.
Sobre su producción han escrito Efraín Huerta, Octavio Paz y Rosario Castellanos, entre otros. Además, su poesía ha sido llevada a escena por el director teatral Germán Castillo y por la coreógrafa Cecilia Lugo.
En 1971, publicó Estado de sitio obra con la cual se hizo acreedor al Premio Nacional de Poesía. Mientras que en el volumen Trabajo ilegal se reunió la poesía que el autor escribió entre 1960 y 1982, señala Eduardo Casar en su artículo materialdelectura.unam.mx.
En su prosa, Oliva ha buscado una totalidad orgánica, al utilizar datos históricos, anécdotas cotidianas y sensaciones que describen una lógica interna, razón por la que Casar cree que es un poeta homérico.
A partir de 1994 y hasta 1998, Oliva trabajó como titular de la Comisión Nacional de Intermediación (CONAI) para los Diálogos de San Andrés entre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el Gobierno Federal. Durante su comisión, el poeta mostró gran interés por inmiscuirse en la realidad colectiva e histórica de su región.
De tal modo, que fue un testigo de los sucesos, mismos que no sólo presenció, sino que los resignificó al relacionarlos entre sí, consiguiendo la exaltación de la existencia cotidiana y sus diversas dimensiones.
Entre otros cargos, Oliva se desempeñó, entre 2001 y 2006, como director general del Consejo Estatal para las Culturas y Artes de Chiapas; función desde la cual dirigió el programa de radiofónico Chiapas: Expediente Abierto en Radio UNAM.
La poesía de Óscar Oliva retoma secuencias conversacionales, aspecto de la prosa latinoamericana que fue representado por Ernesto Cardenal, en la que la composición verbal es muy parecida al collage, ya que cuenta con datos objetivos y subjetivos.
Entre sus obras publicadas se encuentran Áspera Cicatriz (1965) y La Realidad Cruzada de Rayos (1988), además editó una antología Personal en la Universidad Autónoma de Chiapas en 1993 y una antología poética en los libros del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) en 1998.
El estilo de la prosa de Oliva se ha caracterizado por ser subrayadamente corporal, pues manos, articulaciones, labios, saliva, sangre, nervios y movimiento son aspectos que aparecen siempre en sus poemas, redoblando su tangibilidad y otorgándoles diversas texturas.
De esta manera, el poeta coloca al sujeto poético y lo relaciona con la historia de cuerpo entero, por lo que Eduardo Casar considera que sus obras son generadores de climas emotivos y atmósferas sensibles.
Óscar Oliva ha sido galardonado con los premios de Poesía “Enrique González Martínez”, 1969; el Nacional de Poesía Aguascalientes, 1971; el de Poesía Ciudad de México, 1981; el Rosario Castellanos, 1990, y el Premio Nacional de Periodismo, 1998.
En 2001, la Universidad Autónoma de Guerrero le rindió un homenaje al poeta que un año después recibió el premio “Rosario Castellanos”, en reconocimiento a su trayectoria poética y humana.
