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DEMONIOS INTERNOS

ALEJANDRO TOVAR

En el negocio de la ilusión, un valor como Corona se desajustó por su deseo de salida rápida, olvidó los conceptos básicos y sorprendió al fino Marcone con un toque suicida, sin contar que Oribe, viejo inspector de vialidad en el área, vista de áspid, sereno como francotirador, experto en robar esperanzas y aprendiz de mago, ganaría la pelota y pondría para Alvarez el toque justo como preludio al zurdazo maravilla y la destreza se convirtió en poesía de malabarismo y pirotecnia.

Cuando el esférico mal tratado prolonga la estancia de la monotonía, solo un destello de visión periférica y acciones justas luchan por exorcizar los demonios internos. Peralta supo hacerlo y con ello cegó a los viejos fantasmas de muertos sin sepultura del digno regimiento azul, que tuvo su peor producción, con futbol anodino y simple, como una tumba de proyectos a medio camino.

Después del segundo golpe al corazón cementero, entró en acción, de forma salvaje y rigurosa, la escena de los contrastes, esa que reclama una mirada de sensibilidad irrepetible, donde Herrera regresó a su formato de personaje neurótico, clásico enemigo de la ecuanimidad, con palabras que no se dicen y gestos que lo dicen todo, mientras Caixinha fue caballero con máscara de intelectual, que instauró en el dolor de la derrota, la seriedad que suscribe una nueva forma de dignidad.

En el arte de manejar el miedo, se baraja muchas veces la creencia de que se debe ganar de cualquier forma, cuando en realidad el triunfo es el producto de un proceso, ese donde cada cual maneja sus habilidades físicas y mentales. América fue fiel a su estilo de impulsar el esfuerzo e ir por los caminos que ofrecían opciones, aunque atropellado; Cruz Azul nunca encontró el formato.

La ilusión y la imaginación siempre son temas que acompañan pero el futbol debe prevalecer, antes que pensar en el resultado y ninguno de los dos equipos ofreció una buena cuota. Mostraron energía y solidaridad en el desgaste pero no hubo finura en el despliegue, aunque el ojo infinito de la tv proyectó individualidades como la solvencia de Pablo Aguilar, amo del aire; como Valdez, defensor como reloj de lujo; Marcone, con futbol para Europa y el mismo Corona.

Los medios se involucran de tal modo que llegan a confundir a los fans, porque algunos toman partido, otros lo miran muy superficialmente y algunos más toman de estos eventos, solamente lo que hace más ruido. Tras el partido, Joserra parecía no conductor de un muy visto espacio televisivo, rodeado de expertos con diferente visión, sino doliente en velorio de alguien estimado.

Es difícil encontrar un equilibrio cuando existe la pasión de por medio y penetrar en la intimidad de cada uno de forma secreta, además la gente siempre valora el éxito por encima de todo y mientras unos tienen ojos de gran vivacidad, los de enfrente se disculpan por su melancolía. Por eso que sea el futbol que viene, lo que nos brinde ilusión nueva y seamos prisioneros de un sueño, de esos donde se disfrute más el viaje que el destino, de esos donde se renueve la credibilidad.

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