Denunciar o no denunciar he ahí el dilema
De entre los muchos problemas que la sociedad mexicana sufre desde hace décadas sobresale la inseguridad pública; y con ésta, todo el aparato de justicia que igual que muchos apartados de la Constitución han sufrido modificaciones relativamente positivas, pero que en lo general no han abonado a una solución definitiva del problema.
Me refiero al nuevo Código Penal que ha sido modificado y en el que se han minimizado las penas a su mínima expresión y se ha maximizado el criterio de presunción de inocencia, aun a delincuentes atrapados en flagrancia del delito; y por otro lado, la proliferación y predominio político de organizaciones de Derechos Humanos que apoyan más el victimario que a la víctima. Y no, no crea usted que estoy en contra de este tipo de organizaciones; antes bien, celebro que las haya, pero que se pongan también en los zapatos de la víctima para que vean lo que se siente ser objeto de una extorsión, de un robo a mano armada o simplemente de un robo a casa habitación.
Tengo que decirlo: el Sistema de justicia en México es un asco; la ineficiencia y corrupción en cada una de las instancias es cada día mayor, y no hay un servidor público que pida un moche hasta para levantar un acta de robo.
Lo que aquí redacto lo hago por experiencia personal: Para levantar una denuncia de robo en cualquier ministerio público o vice fiscalía hay que esperar un mínimo de cuatro horas, a menos que tenga algún conocido entre los servidores públicos, donde hasta el que saca las copias se siente influyente; luego, si tiene suerte y ese mismo día logra que lo atiendan, la denuncia se archiva y…eso es todo.
Eso ha pasado con cinco delitos que he sufrido en este sexenio de Peña Nieto: dos de fraude, dos robos a casa habitación y un allanamiento a casa habitación con intento de robo. La denuncia se archiva, y si quiere que ésta “camine”, tiene que “gratificar onerosamente” a quienes detentan el poder, empezando por quien levanta el acta.
¿Qué la policía está involucrada? No me queda duda, lo que reafirma la corrupción extendida, que si fuera cáncer, las instituciones estarían con metástasis ¿Qué quienes roban lo hacen por necesidad? Es muy discutible, pues en estados del sureste mexicano es menor la delincuencia que en los estados del norte y noreste. Además, está comprobado que quienes más ganan y tienen, más quieren. El que es deshonesto desde la cuna lo será hasta la tumba, así llueve o truene. El dinero es y será su Dios, y si es dinero fácil, mejor.
No es la pobreza lo que hace al delincuente, sino la falta de valores, y éstos se transmiten primeramente en el entorno familiar y social el que el individuo crece y se desarrolla. México tiene gente que ni a cajón abierto es capaz de robar un peso. Esta último párrafo me lleva a la antiquísima reflexión acerca de la maldad innata del ser humano; al egoísmo llano y puro, a la envida y soberbia generalizada de gente “común y corriente”. Quizás por la ineficiencia e ineficacia de la policía, ministerios públicos corruptos, y jueces venales es que ya, en varias comunidades, están haciendo justicia por mano propia, con los riesgos que implica el sacrificio de víctimas inocentes.
A este paso que vamos, quizás nunca veremos en México una policía como la de cualquier país europeo, y menos como la de las películas hollywoodenses. ¡Dios no agarre confesados!
Héctor García Pérez
Comarca Lagunera
