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Discapacidad

La otra perspectiva

Viviendo la discapacidad

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Yazmin Pérez

¿Puedes imaginar el potencial de alguien que está acostumbrado al esfuerzo?, las personas con discapacidad son un claro ejemplo de ello. La manera en que pueden realizar actividades es realmente impresionante, ya que agudizan el desempeño de sus sentidos funcionales. Por esta y muchas otras razones, la discapacidad lejos de ser un limitante, es una forma en la que las personas exploran y llegan a desarrollar sus capacidades al máximo.

Según el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), 20 personas con discapacidad auditiva, que fueron contratadas como operadores de cámara de vigilancia, desempeñaron de manera brillante su labor,aún mejor que los trabajadores antiguos,debido a su excelente capacidad de observación y concentración.

La discapacidad no es algo que se padece, no es una enfermedad, no es algo por lo cual debamos sentir lastima. La discapacidad es una experiencia de vida, y si bien, esta experiencia es difícil, se vuelve más complicada por las barreras que como sociedad imponemos, que por sus propias condiciones.

A lo largo de la historia de la humanidad, las personas con discapacidad han sido vistas a través de diferentes paradigmas: primero como personas que no eran funcionales a las necesidades de la sociedad; luego como personas a las que se debía curar y así alcanzar parámetros de “normalidad”; y apenas en esta última etapa que estamos transitando, se está comenzando a pensar en ellas a partir de su característica esencial: el hecho de ser personas.

Para la OMS, discapacidad es un término general que abarca las deficiencias, las limitaciones de la actividad y las restricciones de la participación. Las deficiencias son problemas que afectan a una estructura o función corporal; las limitaciones de la actividad son dificultades para ejecutar acciones o tareas, y las restricciones de la participación son problemas para participar en situaciones vitales. Por consiguiente, la discapacidad es un fenómeno complejo que refleja una interacción entre las características del organismo humano y las características de la sociedad en la que vive.

Es increíble que a más de diez años de la convención sobre los derechos de las personas con discapacidad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), las personas con discapacidad siguan siendo excluidas en los espacios familiares, urbanos, educativos, laborales, políticos y recreativos.

Un lenguaje incluyente

El lenguaje es una herramienta muy importante contra la exclusión, a través de él, todos de alguna u otra manera influimos y expresamos ideas. Actualmente los términos minusválidos e inválidos son erróneos para referirse a las personas con discapacidad, ya que estos términos tienen una connotación sociocultural, en la cual se considera que las personas son incapaces de valerse por sí mismas.

De acuerdo con Juan Manuel López Haro, encargado del acompañamiento psicopedagógico para las personas con discapacidad, en el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), la diferencia entre el término “minusvalía” y “discapacidad” es avasalladora, pero es cuestión de entender cuando se utiliza por cultura o costumbre.

Tomando las etimologías, el especialista explicó que la palabra “minusvalía” es un componente de dos términos que hacen referencia a aquello que es de menor valor o minúsculo. Es decir, al hablar de un minusválido estamos mencionando a una persona de menor validez. Por el contrario, el término “discapacidad”, es una palabra que en su composición quiere decir, la adaptabilidad del medio. Es decir un discapacitado es una persona que se prepara para adaptarse al entorno y que vale por el hecho de ser, no de estar.

López Haro enfatizó en que tampoco pueden ser denominados como personas con capacidades diferentes o especiales.

“No pueden tener capacidades diferentes porque no respiran bajo el agua, ni leen mentes, más bien tienen capacidades similares. El discapacitado optimiza su rendimiento existencial a partir de su voluntad y de las herramientas que tiene para adaptar su discapacidad desde un aspecto físico hacia un aspecto mental.”

La minoría más amplia del mundo

Más de mil millones de personas viven en todo el mundo con alguna forma de discapacidad; de ellas, casi 200 millones experimentan dificultades considerables en su funcionamiento; suelen tener menos oportunidades económicas, peor acceso a la educación y tasas de pobreza más altas. Eso se debe principalmente a la falta de servicios que les puedan facilitar la vida (como acceso a la información o al transporte) y porque tienen menos recursos para defender sus derechos. A estos obstáculos cotidianos se suman la discriminación social y la falta de legislación adecuada para protegerlos.

En México 7.2 millones de personas viven algún tipo de discapacidad, 25 de cada 100 tienen empleo, el 40 por ciento recibe un salario menor por desempeñar un trabajo similar a cualquier otra persona sin discapacidad. Al 42 por ciento se le ha negado un trabajo debido a su condición, y tienen 83 por ciento menos oportunidades laborales debido al terror de las empresas por disminuir su productividad.

En su experiencia como discapacitado, el también filósofo Juan Manuel López Haro, dijo: es muy difícil cuando tienes la preparación y las ganas de trabajar, pero para la empresa te falta una extremidad.

Súmate

Casi todas las personas viviremos algún tipo de discapacidad en algún momento de nuestras vidas, por lo que pensar en la inclusión es también pensar en ti. La vejez, la enfermedad, los accidentes, y la violencia son causas de discapacidad en tanto tienen afectaciones físicas, intelectuales y psicosociales que pueden disminuir nuestras posibilidades de participar activamente en la comunidad.

Las sociedades se enriquecen por su diversidad de personas. Todos podemos contribuir a esta riqueza, y la inclusión es la mejor manera de hacerlo. La inclusión se trata de cambios y si bien el cambio puede aterrar, también es emocionante y las recompensas son muchas.

Respecto a las problemáticas que enfrentan, López Haro recomendó no esperar a que nos pase algo similar o a estar cerca de alguien con discapacidad para mover los mecanismos. “Nadie se preocupa por modificar los espacios, hasta que les toca el evento. Muchas veces utilizan el espacio en los establecimientos, pero no se ponen en nuestros zapatos, es frustrante cuando acudimos a algún supermercado y no encontramos la forma para accesar; porque nada está diseñado para el discapacitado”.

Un día para la reflexión

Cada tres de diciembre, se celebra el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. En esta fecha, la reflexión, la concientización y la inclusión, son los tres objetivos que se persiguen. Es un día y una oportunidad para recordar que las personas discapacitadas tienen derechos al igual que todos.

“La discapacidad es una circunstancia no elegible ni transferible, pero requiere de actitud, y es necesario entender que no se tolera sino más bien, se aprende a vivirla y disfrutarla”. Añadió Juan Manuel López Haro

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