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Marion Cotillard aprende a salir de sus personajes

La actriz habla de su papel en la cinta Los fantasmas de Ismael

Papel. La actriz participa en Los fantasmas de Ismael. (ARCHIVO)

Papel. La actriz participa en Los fantasmas de Ismael. (ARCHIVO)

EFE

Marion Cotillard actuó por primera vez a los siete años de edad. Cumplidos los 43 y convertida en musa indiscutible del cine francés, reconoce que ha aprendido por fin a adentrarse en los personajes y a dejarlos atrás después.

"Hay roles que han sido muy fuertes en mi trayectoria y que me han llevado a profundidades de las que casi no supe salir. Hoy ya no me pasa porque he aprendido a sumergirme en un personaje y a saber que también hay que salir", dijo en la presentación en París de su último filme, Los fantasmas de Ismael.

Dirigida por Arnaud Desplechin y protagonizada también por Mathieu Amalric y Charlotte Gainsbourg, la película, que este viernes se estrena en España, abrió el año pasado, fuera de competición, el septuagésimo Festival de Cannes.

En ella, Cotillard (París, 1975) interpreta a Carlotta Bloom, una mujer desaparecida misteriosamente que 20 años después regresa junto a su entonces marido, cuyo universo mental y amoroso se ve trastocado por esa aparición en un momento en que intenta rehacer su vida.

Bloom es paradójica, admite la actriz. Una persona "profundamente anclada a la vida, que vive el presente y no engaña", y que pese a contarlo todo sobre ella misma sigue siendo a ojos de los demás totalmente enigmática.

Su personaje es ese "fantasma" que descoloca al resto, pero Cotillard señala que en su propia vida evita ese tipo de relaciones tóxicas.

"Desde que me veo metida en una (relación), aunque yo no la haya provocado, intento examinar mi responsabilidad. Cuando estás con una persona, sea de una manera buena, muy constructiva, o tóxica, se crea un vínculo, y ese vínculo hay que trabajarlo para sanearlo al máximo. No tengo fantasmas ni demonios", dice.

Cotillard, emparejada con el también actor Guillaume Canet desde hace una década, rodó esta película embarazada de su segundo hijo.

Con este rol trabajó por segunda vez con Desplechin, tras una fugaz participación en 1996 en ¿Cómo discutí? (mi vida sexual).

"Hemos cambiado los dos, pero teníamos las mismas ganas de vivir la historia y los personajes. Arnaud es alguien que vive los personajes como un actor. Tiene la humildad de hablar de ellos como si no los hubiera creado", añade la ganadora de un Oscar en 2008 a la mejor actriz por La momia.

Cotillard, conocida también por sus papeles en cintas de Hollywood como The Dark Knight Rises, de Christopher Nolan, Midnight in Paris, de Woody Allen, o Public Enemies, de Michael Mann, apunta que le resulta más fácil encarnar a alguien opuesto a ella.

"Me siento más cómoda con películas alejadas de mí. Me es más fácil llegar a un plató por la mañana y entrar en la piel de alguien totalmente diferente, con una manera diferente de hablar, de moverse", cuenta.

En su presentación en el Festival de Cannes, señaló que comenzó a construir este último rol a partir de su manera de respirar, porque eso, en su opinión, "lo dirige todo, la forma de comportarse, de estar física y psicológicamente". En Los fantasmas de Ismael --recibida con frialdad en ese certamen, donde Desplechin es un habitual gracias también a cintas como "Jimmy P."-- Cotillard comparte pantalla por primera vez con Charlotte Gainsbourg, cuatro años mayor que ella.

"Tenía muchas ganas de trabajar con ella", dijo sobre la hija de Serge Gainsbourgh, uno de los grandes iconos de la "chanson" francesa, y Jane Birkin, que interpreta a la pareja actual de Amalric.

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Escrito en: Marion Cotillard

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