La final de la Copa Libertadores de América, tan esperada desde que los dos más populares de Argentina ganaron su semifinal, se ha desvirtuado ya. ¡Tremendo novelón!
El tema ya no es futbol, es un fenómeno de impacto social. ¿Cómo es posible que un partido desencadene en tantas reacciones tan variado tipo?
El encargado de la seguridad de un país, Argentina, renunció un día después de la segunda postergación del juego. "¿Por qué?", me preguntaron sorprendidos jóvenes estudiantes de la preparatoria donde imparto el Taller de Lectura y Redacción. "Porque hizo el ridículo", atiné a responder.
Mostré la noticia del futbol argentino (que se volvió mundial) ante un público dividido entre futboleros y los que no pueden ni verlo. La intención era clara: un hecho noticioso puede convertirse a sus distintos géneros periodísticos.
Ayer, dentro del salón, Pablo me informó que ya había sede para el encuentro: Madrid. ¡España! ¿Qué hace la copa que en su nombre hace homenaje a los héroes que dieron libertad a Sudamérica en el terreno del colonizador?
Esta final se ha vuelto más que futbol. Ha encendido alarmas, por si no había suficiente material desde antes. El futbol, mal entendido y mal usado puede convertirse en un arma peligrosa. Aquí, en México, hemos visto también agresiones graves. Hace semanas, en Monterrey un aficionado de Tigres casi pierde la vida a manos de sus rivales. Y en casa también ocurren, a otros niveles.
¡Aguas! La violencia se hace presente y peligrosamente nos vamos acostumbrando hasta el punto de ver "normal" que la gente aviente cerveza (en el mejor de los casos) en un estadio sólo por vestir la playera del visitante.
Que la final de la Copa Libertadores se juegue en Europa es el colmo. En esta época, no es una buena idea ser aficionado al River Plate en Buenos Aires.
Y mientras, ¿qué harán en Argentina con su problema? Buenos Aires, sede de la cumbre G20, menuda contrariedad.
Hay que tomar ejemplo de lo ejemplar, y ver lo que no queremos llegar a ser. El futbol argentino pierde credibilidad, lastimosamente.
Aprovecho la ocasión para saludar a Jesús Aranzábal, a quien recuerdo como un apasionado del futbol. El no sabe mi nombre, pero cada vez que lo me lo topaba en el estadio, un entrenamiento o rueda de prensa, respetuosamente me saludaba: "Buenos días, joven".
Fue él quien me dio la oportunidad de hablar sobre este bello deporte en su programa de radio hace algunos años. Para mí, una gran experiencia. En una de esas me dijo: "Que bonita playera", cuando llevaba la de la Furia Roja.
Espero visitarlo en su restaurante y degustar un buen corte, tan característico en los argentinos. ¿Final de Libertadores, quizá? España y Argentina unidos por el futbol en medio de un "asado".
Saludos también a Manye Castil, Jacobo (que se los debo), y a los alumnos que día a día me enseñan cómo es la vida.
