El derecho de opinar
Seguramente nadie o muy pocos si acaso, negarán que todos tenemos el derecho de opinar. Tampoco es discutible que todas las opiniones son muy respetables; esto significa reconocer la dignidad y el derecho de quien piensa distinto. Desde esta óptica, no es respetuosa y ni siquiera tolerante, la actitud de quien no estando de acuerdo con lo que piensa alguien, lo insulta, lo menosprecia, lo denigra o utiliza calificativos peyorativos, cómo lo ha hecho el Presidente Trump. Lamentablemente también en México el presidente electo se ha expresado asi de un reportero que no está de acuerdo con él. Nadie, por muy presidente que sea, tiene el derecho de imponer a otro su particular punto de vista y menos insultarlo por pensar distinto a él. Lo que se impone en un país que quiere vivir en paz y desea ser democrático y respetuoso con la libertad de pensamiento, es un dialogo en el que se esté dispuesto a escuchar los argumentos de uno y de otro con respeto y sin prejuicios.
Dicho lo anterior, considero que es muy discutible afirmar que todas las opiniones tienen el mismo valor. En lo particular creo que no. Desde mi punto de vista no tiene el mismo peso la opinión de un experto en cualquier rama o actividad que se discuta, que la de alguien cuyos conocimientos sobre el tema sean nulos o escasos. En medicina, por ejemplo, no confiaría la salud de mi hijo a mi abuelita por muy sabia que ella sea, lo llevaría al pediatra, y creo que la mayoría haría lo mismo. Para evitar la auto medicación o que alguien se tome o aplique un medicamento por recomendación de un amigo, con el consiguiente riesgo de graves complicaciones, se pide siempre que se consulte al médico, que se supone es el que sabe. Otro ejemplo: ¿Que haría usted ante una falla importante en el mecanismo de su costoso automóvil? ¿Permitiría que le metiera mano un aprendiz o buscaría que lo revisara y arreglara el mecánico experto? La lógica dice que escogerá lo último. Si actúa así se dirá de usted que actúa con sentido común.
Admitamos pues que el pueblo tiene derecho a opinar y que su opinión es muy respetable; pero si se trata de tomar una decisión en asuntos que conciernen a especialistas, confiar en su opinión es además de improcedente, riesgoso. Si se tienen dudas sobre la opinión del experto consultado se vale pedir una segunda y hasta una tercera opinión, pero en cualquier caso, no es sensato recurrir a quien nada sabe del tema, por muy sabio que sea en otros asuntos.
Me inclino a creer que la consulta sobre el aeropuerto fue inducida por el presidente electo como un ejercicio cuya finalidad es sacudir la indiferencia de un pueblo apático, no acostumbrado a informarse y participar en asuntos que le conciernen y le afectan; si es así, es de aplaudirse; pero de ninguna manera es aceptable que algo tan importante para el país sea decidido en una consulta tan poco significativa y sesgada basada más en sentimientos que en hechos. Ojalá y asi haya sido; no quisiera ver a nuestro país, a su gobierno y a su pueblo, sufriendo complicaciones severas solo porque el presidente se atrevió a tomar una decisión basándose en lo que opinan quien nada saben del asunto.
Dr. Rodolfo Campuzano
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