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Una mirada a la izquierda mexicana

RAÚL MUÑOZ DE LEÓN

Lo que hoy se conoce como izquierda mexicana, tuvo paradójicamente, su gestación en el seno de Partido Revolucionario Institucional, el cual, durante más de setenta años, fue firme y sólido soporte del sistema político mexicano.

Parece un contrasentido que el PRI, un partido inclinado a la derecha, o por lo menos al centro, obstáculo de la democracia, con métodos, tácticas y estrategias proclives a la oligarquía; es una paradoja que en él naciera, incipiente al principio, pero con fuerza después, la corriente ideológica y política, calificada como la izquierda. Con un breve análisis retrospectivo, podremos entender lo que se afirma.

Después de haber sido, por un periodo muy breve, gobernador interino de Michoacán, Cárdenas llega a la presidencia de la República en 1934; con una destacada carrera militar, participando de manera activa y sobresaliente en la Revolución Mexicana; sin preparación académica, pero con una visión extraordinaria para conocer y valorar las cuestiones importantes y trascendentes, que le dan la capacidad para tomar grandes decisiones y ejecutarlas; ejemplos de ello, son el Reparto Agrario en la Comarca Lagunera del 6 de octubre de 1936 y la Expropiación Petrolera del 18 de marzo de 1938.

Al mismo tiempo que fortalece a su partido, el Revolucionario Institucional, pues durante su mandato (1934-1940) se crean la CTM, la CNC, la CNOP y el sector militar, Cárdenas alienta el surgimiento de un ala de izquierda dentro del mismo PRI, de tal suerte que no es aventurado afirmar que la manifestación más connotada de "izquierdismo institucional" se presentó con el arribo de don Lázaro al poder, cuya política social se opuso durante todo su sexenio a los intereses capitalistas, tanto de dentro como de fuera del país; su objetivo fue una mejor distribución de la riqueza, para "sacar a los pobres de la pobreza". En su mandato surge el llamado "estado benefactor" y su correlativo, el clientelismo, antecedente de lo que más tarde se llamará "populismo".

Cárdenas tenía una intuición especial y un desarrollado olfato político que le permitían "oler" los problemas y aplicar la solución adecuada y oportuna. De Cárdenas a nuestros días, no ha habido variaciones sustanciales en el escenario político: un estado clientelista que se ubica en el centro del espectro social, con la figura omnímoda y omnipotente del presidente, pues aunque ahora haya triunfado un partido diferente al que durante muchos años fue el soporte del sistema, lo que se divisa en el futuro inmediato es un gobierno con una política de justicia social inclinada más que nunca a un "populismo", como plataforma de gobierno y con un fuerte "presidencialismo".

El período conocido como el del "desarrollo estabilizador" que va de 1940 a 1976, abarca seis sexenios, de Ávila Camacho a Luis Echeverría, en los cuales las tendencias de izquierda y de derecha se acentúan o disminuyen, de acuerdo con el presidente en turno, Con el presidente poblano hay crecimiento económico pero también aumenta la explosión demográfica, debido a las políticas de salud implementadas por el gobierno, y a la política poblacional del Estado; hay una izquierda "apagada".

Con Miguel Alemán en la presidencia, el capitalismo toma auge; la izquierda es reprimida con toda la fuerza del régimen. Quien le sucede es don Adolfo, el viejo, que tuvo que enfrentar la herencia de su antecesor: conflictos agrarios, la huelga magisterial y la huelga de los trabajadores ferrocarrileros. Ruiz Cortines, no obstante, refuerza la estabilidad económica, basado en la probidad personal y en la disciplina financiera. Fue conciliador con las corrientes izquierdistas.

Viene enseguida uno de los presidentes de la República más populares y carismáticos: Adolfo López Mateos. Aunque da continuidad al estatismo como esquema de gobierno, diseña y dirige una política social más de izquierda. Tuvo que lidiar con Demetrio Vallejo, líder sindical ferrocarrilero, impulsado por el Partido Comunista, por Valentín Campa y por el Partido Obrero Popular Campesino, a quien encarceló en Lecumberri, por haber paralizado los ferrocarriles. Cuando los periodistas preguntaron a López Mateos sobre su postura, inteligentemente contestó: "mi gobierno es de izquierda, pero dentro de la Constitución"; sin embargo, hay que decirlo, puso también en prisión al muralista David Alfaro Siqueiros, por sus críticas al régimen y quien era abiertamente de izquierda. Adolfo, el joven, abre nuevas zonas para el reparto de tierras, crea el ISSSTE y nacionaliza la Comisión Federal de Electricidad. Durante su régimen, el sistema político mexicano se afianzó más que nunca, con todos sus vicios, características y peculiaridades.

Le sucede Gustavo Díaz Ordaz, político de mano dura, autoritario, a quien le tocó enfrentar un movimiento internacional de izquierda, que se originó en Francia y abruptamente se traslada a los espacios universitarios de México, en 1968; movimiento que tenía mucho de anárquico. Teniendo los Juegos Olímpicos encima, Díaz Ordaz se resiste a usar la represión en contra del movimiento, pero con los ojos del mundo puestos en México, finalmente ordena reprimir a los estudiantes; paradójicamente, así comienza la apertura política del país y el ascenso del "populismo" que causaría serios estragos a la economía.

Llega Luis Echeverría a la presidencia, cargando, quizás, en su conciencia la coautoría del trágico dos de octubre, pues era responsable de la política interior del país, como secretario de Gobernación. Intentó, sin lograrlo, reconciliarse con el sector estudiantil, regalando camiones para viajes de estudios a las sociedades de alumnos de distintas universidades, y abriendo espacios en la administración pública federal a los que fueron líderes en el movimiento del 68.

La izquierda toma el control de las universidades públicas y avanza en el sector intelectual y en los medios de comunicación. En el período de Echeverría, y como miembros aún del PRI, consolidan sus carreras políticas, quienes a la postre serían los representantes y líderes de la izquierda: Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y Andrés Manuel López Obrador. Luis Echeverría promovió a la izquierda mexicana. López Obrador ingresa en 1973, a la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, terminando la carrera mucho después de los cinco años reglamentarios porque dedicó su tiempo al activismo político, pero como distinguido cuadro priísta. A Cuauhtémoc, Echeverría lo hace senador de la República y a Muñoz Ledo, nada menos que presidente nacional del PRI. Echeverría alentó a los grupos de izquierda, pero fueron cooptados, y aquellos que se resistían a incorporarse al PRI, los reprimió, incluso violentamente.

Designa como su sucesor a José López Portillo quien, para muchos politólogos y analistas, fue un desastroso e impopular presidente priísta, porque aprovechando el auge petrolero de su tiempo, "le soltó la rienda al caballo del populismo", lo que dió como resultado el desastre económico y la primera de las muchas crisis que vendrían en las décadas siguientes.

Miguel de la Madrid, que le sucedió, dejó que las corrientes políticas de izquierda y de derecha, hicieran y deshicieran a su gusto; no se preocupó por alentarlas o rechazarlas. "Presidente gris" lo llamaron sus detractores; tuvo suficientes dolores de cabeza con los efectos del sismo que sacudió a la Ciudad de México en septiembre de 1985.

Con muchas dudas sobre su legitimidad, por haberse "caído el sistema" en las elecciones de 1988, asume la presidencia de la República Carlos Salinas de Gortari, que promovió y patrocinó a la izquierda, a través de una organización, que primero se llamó CDP, y posteriormente se convirtió en el PT. Salinas desarrolló una política social de tendencia populista, a través de un instrumento de manipulación y control político, los "tortibonos" y las tiendas Diconsa, manifestación de su Programa Nacional de Solidaridad.

Cuauhtémoc Cárdenas se retiró de la política activa. Creció y se formó dentro de un régimen al que después criticó y atacó. Su discurso estuvo basado siempre en la crítica al régimen priísta, del cual fue parte íntima. Tres veces se postuló como candidato, y en los debates no logró establecer diferencias esenciales entre el príismo, la izquierda y la derecha panista.

Decepcionado del sistema, renunció al PRI, en 1988, junto con Muñoz Ledo, para fundar la corriente de izquierda que más tarde se convirtió en el Partido de la Revolución Democrática (PRD), del cual es considerado líder moral. Muy fracturado por conflictos internos entre sus dirigentes, este partido, dividido por las muchas corrientes que lo conforman, ha dejado de ser representante de la izquierda, para dar paso al Partido del Movimiento de Regeneración Nacional, (Morena), propiedad de quien será el inminente próximo Presidente de México.

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