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Crónica Gomezpalatina

El legado histórico del Cardenismo en Gómez Palacio

MANUEL RAMÍREZ LÓPEZ

Al aproximarse el 82 Aniversario del más grande y luminoso acontecimiento relacionado con la entrega de tierras a los campesinos laguneros por el gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río, sucedido gracias a su capacidad, determinación y conocimiento personal de la terrible situación en que vivían los labriegos de nuestro medio rural, a consecuencia de la explotación y sometimiento a que estaban sujetos por el injusto e inhumano comportamiento de los hacendados, que en número menor a 300 agricultores tenían en propiedad la casi totalidad de las tierras productivas de nuestra región. Y su inquebrantable propósito de cambiar esa perniciosa situación, remediando las condiciones de vida de nuestros hermanos lo llevó a tomar las riendas de la nación para lograr su emancipación y mejoría. Para conocimiento de las actuales generaciones, nos permitimos hacer una pequeña reseña de grandes acontecimientos que propiciaron este trascendente movimiento social, que nadie de nuestros caudillos como Madero y Zapata, entre los más significados, habían podido lograr. Si bien se habían intentado algunos movimientos en ese sentido, la complejidad del problema no permitió avances sustanciales en ese tema. Más adelante señalaremos algunos de los intentos que relevantes personajes de nuestra historia hicieron en sus tiempos de mando

En sus convicciones más profundas, el general Cárdenas estaba plenamente seguro que los mexicanos debían y podían ser redimidos, mediante un cambio definitivo que rescatara las promesas y compromisos que la revolución no había podido otorgar, las que nuestro pueblo merecía y requería, para librarse de las acechanzas de las desigualdades y la miseria que lo mantenían al margen del progreso, del conocimiento y de la relativa prosperidad, misma que le negaban quienes usufructuaban la tierra, las aguas y hasta las propias formas de vida, reduciendo a los habitantes del campo a un régimen de opresión y control total en favor de terratenientes y hacendados, de tal manera que solamente ellos disponían a su arbitrio de todos los recursos existentes, manteniendo a la gente sometida, encasillada y en condiciones indignas, provocando que esa pobre gente tuviera pensamientos de rebeldía y la determinación de librarse de ese nefasto yugo que le aplicaban aquellos que vinieron a aprovecharse de los recursos de todos solamente para su bienestar, a más de dos décadas de la contienda armada en México los beneficios esperados no habían llegado a la familia campesina.

En ese marco, las pésimas condiciones de vida y trabajo de la peonada, confrontada siempre con abusivos mayordomos y patrones, provocaron que los jornaleros de la hacienda Manila se organizaran en un sindicato en defensa de sus derechos, lo que vino a causar un cisma entre los hacendados por el intento de ser el primer sindicato agrario del país, el cual fue denominado "Librado Rivera", en honor de quien fuera compañero de lucha de los hermanos Flores Magón. Reconocido también como Sindicato Rojo, siendo su líder Manuel Murúa Ibarra y sus principales demandas eran: Incremento salarial y dotación de servicios públicos, peticiones que fueron rechazadas por el arrendador de la hacienda Manila don Epifanio García, con lo que se desencadenó el movimiento de huelga, que estalló el 11 de junio de 1935, instalándose las banderas rojinegras en el portón central de la propiedad, con los paristas colocados frente a las banderas en un dramático momento lleno de incertidumbre y expectación, sin saberlo, estaban escribiendo una página de gloria y reivindicación en la historia nacional y regional. Por la noche "La acordada" es decir, la policía municipal, retiró las banderas y dispersó con prepotencia a la guardia de campesinos apostados en el lugar. Por su parte, el hacendado reunió a sus más fieles seguidores para formar el Sindicato Maclovio Herrera, un sindicato blanco que tenía el objetivo de oponerse al "Librado Rivera" y que fue registrado por la Junta de Conciliación del Estado de Durango, sin embargo, el Juez primero de Distrito de Torreón licenciado Arturo Martínez Adame le otorgó un amparo, en una actuación valiente y honesta que de momento le valió críticas y problemas personales, pero que al final le acarreó respeto y simpatías de la sociedad lagunera por su irreprochable conducta al grado de darle su nombre a un ejido cercano a la estación Arcinas del antiguo ferrocarril Gómez Palacio-Tlahualilo, en un acto de gratitud enaltecedora.

Con esos contundentes antecedentes se fortaleció el propósito presidencial del General Cárdenas del Río y el 14 de septiembre de 1936 firmó la iniciativa de Ley de Expropiación por Causa de Utilidad Pública, que sería turnada al Congreso de la Unión como antecedente legal para el reparto de las tierras en La Laguna. El 6 de octubre de 1936, el presidente Lázaro Cárdenas del Río decreta el reparto de tierras, expropiando las haciendas laguneras para entregarlas a los campesinos. El 17 de octubre de 1936, al cumplirse once días de la publicación del Decreto del 6 octubre de ese mismo año, en que se determinó la expropiación de todas las haciendas laguneras y el reparto de tierras a los campesinos durante el gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río, se eligió al municipio de Gómez Palacio para ser el primero en donde se entregarían las posesiones agrarias en cumplimiento del citado acuerdo presidencial, con la finalidad de dar solución definitiva a los graves conflictos originados por los agravios cometidos en contra de nuestros campiranos en gran cantidad de las haciendas de la región. Fue precisamente en la hacienda "Los Ángeles", propiedad del señor Enrique Marroquín, que se les entregó a los demandantes 324 hectáreas de riego, 116 hectáreas de terreno eriazo y el casco de la propiedad que medía tres hectáreas y una noria completamente equipada, y del resto de norias que poseía se otorgaría agua a los trabajadores, pagando éstos solamente el costo de la energía eléctrica. En el mismo evento se entregaron las tierras de la hacienda "Venecia", propiedad de la señora Francisca Luján de Suinaga. El funcionario responsable de ejecutar el decreto expropiatorio y de la entrega de las primeras dotaciones de tierra, fue el licenciado Gabino Vázquez, Jefe del Departamento Agrario, quien traía además otras consignas como la movilización organizada de las mujeres en beneficio de las familias rurales para dignificar su nivel de vida, e integrarlas en una fuerza transformadora de las relaciones sociales en su conjunto, principalmente en las estructuras educativas, culturales, políticas y económicas, para tratar de empoderarlas en el manejo democrático de las propias decisiones a partir del seno hogareño, ya que hasta ese momento la mujer recibía, cariño y respeto solamente, pero no tenía derecho a tomar decisiones, solamente acataba las que dictaba el hombre y en su vida cotidiana desempeñaba rudas tareas con grandes esfuerzos y dificultades, cautivas del metate y del molcajete, acarreando el agua que requería en casa, desde largas distancias y sin tener apoyos en materia de salud, educación y consumo.

Por esos notables acontecimientos en la Comarca Lagunera la fecha del 6 de octubre es la más grata y significativa para los habitantes del medio rural y en años anteriores se convertía en una colosal celebración en la que se desbordaba el júbilo general en todas las comunidades, remembrando los tiempos del reparto ejidal, poniendo de manifiesto el antecedente de orgullo y reconocimiento a ese memorable hecho y la figura del general Lázaro Cárdenas del Río se agigantaba por haber transformado la vida del campo lagunero y dando a sus pobladores una investidura de dignidad y justicia que se le reconoce y agradece profundamente. En la siguiente crónica hablaremos de los diversos intentos por restituir y dotar de tierras a los ejidatarios, empezando con el que efectuó el Benemérito don Benito Pablo Juárez García al entregar tierras para formar el cuadro de Matamoros de La Laguna, Coahuila., a 352 familias en las propiedades del terrateniente Leonardo Zuloaga Olivares, quien al haber servido a los invasores franceses y al imperio de Maximiliano fue considerado como traidor a la causa republicana y a México y por lo tanto objeto de expropiación en sus bienes.

También aquí consignamos que el 15 de noviembre de 1911, los pueblos de Ocuila, Pasaje, Santa Clara y Peñón Blanco a través de sus representantes los revolucionarios Calixto Contreras Espinoza y Severino Ceniceros, entre otros, tuvieron una reunión con el presidente Francisco I. Madero en la Ciudad de México, para pedirle el reparto de las tierras de esa región. El presidente se negó a la petición citando con enojo que nuca ofreció afectar a los hacendados, sino sólo restituir las tierras que se le habían despojado a los campesinos, terminando violentamente la reunión. Esa anécdota señala una de las múltiples vivencias que se tuvieron en esa época de cambios drásticos y fundamentales para el campo que marcaron el cambio para esta comarca y terminaron con el latifundio.

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