Las virtudes
Los malos hábitos hacen vicios, los buenos hábitos hacen virtudes. Tan sencillo como decir lo bueno hace bien y lo malo hace daño. El ejercicio y alimentos saludables benefician al cuerpo, oiga usted ¿y el espíritu? Pues a éste rara vez lo nutrimos de cosas saludables como son la sana alegría o las buenas obras y por qué no decirlo, también oraciones al Padre Eterno y ¿por qué debemos hacerlo? Fácil. El ser humano es una simbiosis de materia y espíritu y éste último normalmente en nuestra sociedad sobrevive con algún mendrugo. Vemos en nuestro entorno flacos y rumiantes espíritus inmersos en bajezas atrapados en el tener y no tener el ser.
Nuestras vértebras cervicales tienen capacidad para alzar nuestra mirada al cielo, sin embargo, nuestra sociedad se empeña en trompear en el lodo como si fuéramos porcinos, con perdón de estos animalitos, como sociedad urge rescatar la espiritualidad de las familias, debemos buscar con ahínco la verdadera paz y alegría que todos sabemos dónde se encuentra, que es nuestro corazón y nunca lo conseguiremos con vilezas, con corrupción y menos aun con violencia.
Iluso es nuestro gobierno al invertir en más armamento y policías. Lo estamos viendo y viviendo, la situación empeora.
Es como aventar pólvora al fuego, ojalá se gastara un poco de este dinero en promover el deporte, la unión familiar, el trabajo para los jóvenes a través de capacitación en artes y también oficios, esto ayudaría también a atraer inversiones.
En fin otras formas de solucionar causas, no efectos. Hoy más que nunca es apremiante que como sociedad corrijamos el rumbo de nuestra civilización porque si no buscamos las virtudes, vamos derecho al precipicio.
Arturo Pérez Salas Juárez
Torreón, Coahuila
Cada uno debe descubrir el camino
Cada uno debe descubrir el camino. En los tiempos que corren vemos con preocupación que hay pocos jóvenes dispuestos a entrar en el seminario, que hay congregaciones religiosas que prácticamente se extinguen, por falta de vocaciones. Pero también vemos lugares donde hay muchas vocaciones al sacerdocio, sobre todo fuera del mundo occidental, en el norte de Europa, en África, en Sudamérica. ¿Qué es lo que cambia?
Parece bastante evidente que un ambiente hedonista, materialista, dificulta la vida de oración. Es mucho más difícil que un muchacho se puede encontrar con Dios en medio de la frivolidad propia de los jóvenes en Occidente. Descubrir qué es lo que Dios quiere de cada uno presupone madurez. Hace 40 ó 50 años había muchos jóvenes de 14 ó 16 años con bastante madurez. La egolatría del consumismo impide ese proceso y nos encontramos con adolescentes caprichosos con 30 años. La vida de oración, la intimidad con Dios precisa generosidad, capacidad de entrega, virtudes humanas y, desde luego, virtudes sobrenaturales. Hay pocos ambientes en nuestro mundo occidental que faciliten esas actitudes.
José Morales Martín
Girona, España
