Una huella de por vida

Uno de los fenómenos más predominantes en nuestra sociedad, y que antes no era reconocido en su totalidad, son las psicopatologías infantiles. Sin embargo, poco a poco la ciencia ha ido evolucionando y ha encontrado las causas de las mismas.

Anteriormente se pensaba que los niños eran “cajas vacías” en las que debían depositarse aspectos para que se definiera una personalidad, también se creía que antes de nacer no sentían ni comprendían. Hoy esa creencia ya no es válida, los niños forjan su personalidad y carácter desde el vientre de la madre hasta los primeros años de vida.

Por ello los estímulos que se reciban desde la gestación serán el principal sustento emocional en la persona y lograrán que la asociación de imágenes mentales se encargue de desarrollar el afecto y la emotividad en el menor.

Los factores familiares influyen de forma contundente en el mantenimiento de los trastornos graves del comportamiento. La familia es el grupo de referencia por excelencia para el niño y donde se transmiten las normas, valores, actitudes y conductas. Claramente el ambiente en el que esté creciendo permeará de manera positiva o negativa en el menor.

La psicopatología infantil aparece cuando hay una alteración psicológica que influye en la conducta de los infantes y puede afectar en su bienestar de manera permanente. Algunos elementos que pueden influir en la psicología del niño son los siguientes: psicopatología de los padres (alcoholismo, drogadicción, conducta antisocial o depresión), familias con dificultades de estructura (pérdida de uno de los padres o conflictos graves de pareja), estilos educativos (falta de supervisión, utilización excesiva de medios punitivos o mala calidad de las relaciones), entre otros.

¿Cómo se puede detectar?

La soledad es el primer sentimiento que experimentan los pequeños cuando aparecen las psicopatologías; suele surgir una tendencia muy elevada por detectar todo aquello que los deprime o que los pone en desventaja. Es importante saber que un niño no suele darse cuenta por sí solo cuando necesita ayuda; son los padres, los profesores, familiares o el pediatra quienes determinan si se requiere la intervención de un especialista.

La pediatra Rosa Liriel Escareño Zúñiga mencionó que según la edad del niño, será la conducta que se detecte. Por ejemplo, hay pequeños que dejan de comer de manera preocupante, que no duermen, que continúan haciéndose “pipí” después de los 5 años y otros que presentan una falla en el manejo de emociones; como hacer berrinches que van más allá de lo normal. También añadió que generalmente la inseguridad, la falta de apego con los padres en especial con la madre, la sensación de rechazo y la angustia, son las causas más prominentes que llevan a los menores a desarrollar diversos trastornos. “Buscar ayuda es la mejor opción cuando hemos observado algo inusual”, recomendó.

No lo dejes para después

Muchas veces los padres creen que pueden manejar la situación, o que todo va pasar conforme crezca el menor, pero el resultado a esta convicción nunca es favorecedor. Acudir con el psiquiatra, pediatra o algún psicólogo hará que el menor empiece a trabajar de manera correcta su patología para que no afecte su integridad y para que no tenga que enfrentarse a depresiones, inestabilidad o crisis de impulsividad.

A continuación se enlistan las psicopatologías que pueden presentarse en los primeros años de vida. Pon atención:

• Trastornos de la conducta alimentaria: Se caracterizan por el desorden alimenticio y el control excesivo del peso. Los síntomas que se pueden presentar son la desnutrición y el miedo excesivo a subir de peso. Entre ellos se encuentran la anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, pica, y rumiación.

• Trastornos de la eliminación: Consisten en la incapacidad para controlar de forma voluntaria la emisión de orina o de las heces, en el tiempo que se considera normal. Algunos ejemplos son la enuresis y la encopresis.

• Trastornos del sueño: Son patologías mentales que afectan los ciclos de sueño. Algunos pueden ser muy graves y afectar la integridad de los niños, tales como las disomnias, narcolepsias, apnea del sueño, parasomnias, pesadillas, terrores nocturnos y sonambulismo.

• Trastornos psicomotores: Mejor conocidos como “tics”. Son producidos por episodios de estrés y tensión constante. Se manifiestan a través de espasmos repetitivos en cara, cuello, ojos y pueden ir acompañados de sonidos.

• Trastornos de ansiedad: Los trastornos de ansiedad se relacionan con la experimentación excesiva de miedo, nerviosismo, preocupación o terror. Pueden ser por separación, por fobia o por hipersensibilidad social en la infancia.

• Trastornos del estado de ánimo: Se derivan de alteraciones emocionales que consisten en periodos prolongados de tristeza, exaltación o euforia. En la niñez aparece a través de depresión infantil o episodios depresivos mayores.

• Trastornos de la conducta: Se caracterizan por los comportamientos antisociales que tienden a llevar al menor a romper reglas y dañar a otros. Algunos trastornos de conducta son:

1. Trastorno disocial limitado al contexto familiar.

2. Trastorno disocial en niños no socializados.

3. Trastorno disocial en niños socializados.

4. Trastorno disocial desafiante y oposicionista.

5. Trastorno por déficit de atención e hiperactividad.