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Importante dejar de gritarles a los niños, según estudio

Las conductas, buenas o malas, las definen y moldean los padres. (ARCHIVO)

Las conductas, buenas o malas, las definen y moldean los padres. (ARCHIVO)

GABRIELA OROPEZA

Lo de gritar, alzar la voz, quizá sea algo muy normal para los mexicanos. Incluso nuestra celebración de la independencia incluye un alusivo “grito”, y aún más se escuchan en casa cuando mamá descubre una travesura, o te llama con urgencia, o bien, se le ha terminado la paciencia, pero ¿afectan los gritos?

En hogares con gritos recurrentes, según un estudio publicado por The Journal of Child Development, se sabe que esta costumbre tiende a desarrollar en los niños estrés, depresión, altos niveles de ansiedad, un aumento de los problemas de conducta e incluso secuelas similares al castigo físico.

Si bien, hay quienes consideran que gritar proyecta autoridad, cuando en realidad parece una persona fuera de control y sin autoridad.

¿Qué hago en lugar de gritar?

Gritar con la finalidad de corregir su conducta no será una alternativa eficaz, lo único que se logra es infundir el hábito de los gritos en los niños.

Alan Kazdin, profesor de Psicología y Psiquiatría en Yale, asegura que el solo hecho de saber que gritar está mal, no sirve. “Si tu objetivo como padre es la catarsis, sacar el enojo del cuerpo y demostrar lo enfadado que estás, entonces gritar está perfecto, pero si la meta es modificar una conducta del niño o desarrollar un hábito positivo, esa no es la manera de hacerlo”, dijo para el portal New York Times.

Kazdin promueve un programa llamado ABC (antecedentes, conductas y consecuencias). Decirle al pequeño lo que quieres que haga, con antelación y de forma específica, es el punto de partida.

Las conductas, buenas o malas, las definen y moldean los padres.

Y las consecuencias involucran una expresión de aprobación cuando se realiza la conducta, gritando a los cuatro vientos y acompañada de un gesto de aprobación.

Esta planeación requiere disciplina por parte de los padres, “Como efecto secundario al realizar estas acciones, la depresión y el estrés de los padres se reducen y las relaciones familiares mejoran”.

Es difícil dejar de gritar porque nos da la impresión de que se está educando a los hijos. El elogio funciona; el castigo no.

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