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La Columna de Rosell

RAFAEL ROSELL

La única manera de entender a cabalidad el fenómeno Maradona es ser argentino, punto. Si no eres argentino ahórrate elogios o improperios, el efecto Diego va más allá de lo que podamos estudiar o analizar "los externos". Pero para toda regla hay una excepción y es el caso de Nápoles al sur de la bota. Ahí también como en toda la Argentina la idolatría por el diez es increíble. El punto más alto de la idolatría hacía Diego fue precisamente en el país donde va a trabajar como técnico de Dorados. 1986 cuatro años después de la terrible tragedia que vivó la Argentina en la guerra de Las Malvinas. Con la humillación todavía latente por la vergonzosa derrota en esa insensata guerra que duró poco más de dos meses, alentada por el sátrapa de Leopoldo Galtieri, dictador militar que tomó el poder de facto y en plena crisis económica y política ordenó la invasión de las Malvinas o Falkland para los ingleses para distraer la atención y provocar en los jóvenes argentinos un nacionalismo totalmente manipulado por el poder. El resultado fue desastroso con cientos de muertos en combate y más de trescientos por suicidio no pudiendo soportar la terrible experiencia de una guerra donde fueron aplastados por las fuerzas británicas.

¿Cómo desquitarse? ¿Cómo encontrar la revancha ante los pérfidos ingleses? ¿declarándoles otra vez la guerra? No, por supuesto que no. Entonces el destino puso a dirimir afrentas del pasado sobre la cancha del Azteca, un 22 de junio por el pase a semifinales de la Copa del Mundo, además del encono existente por la conflagración bélica, existían antecedentes estrictamente deportivos como el escándalo del Mundial del 66 en Inglaterra con la expulsión del capitán albiceleste Antonio Rattín al 36 del primer tiempo, Rattín se negaba a irse a los vestidores y por más de diez minutos protagonizó un sainete, Inglaterra eliminó a los argentinos con gol de Geoffrey Hurst, el entrenador de los ingleses Alf Ramsey al final del partido llamó animales a los argentinos.

Estos antecedentes para el mundo, pero sobre todo para la República Argentina hacían extremadamente interesante el juego. Y apareció la magia de Maradona marcando dos de los goles más famosos de la historia de las Copas. Incluso el infame primer gol marcado con la mano fue la primera enorme satisfacción para el pueblo argentino, con trampas o como sea, pero el asunto es ver vencido al detestable rival. Después la obra maestra y el grito de júbilo fue otro cañonazo, fue otro misil estrellándose, fuego pirotécnico de felicidad pura que se derramó sobre toda la Argentina, la alegría volvió locos a todos, en los barrios, en las provincias, municipios, cordilleras, hasta la mismísima Patagonia, todo el pueblo brincó y se abrazó derramando lagrimas reivindicadoras, ¿y el responsable de semejante milagro? Diego Armando Maradona.

Ahí quedó sellada para siempre y a toda prueba la relación de apasionado amor entre el pueblo argentino y Diego. Después Maradona ha hecho de todo, ha protagonizado bochornosos espectáculos que el mundo fuera de Argentina y Nápoles no justifica ni entiende, las críticas han sido merecidas o no, feroces y despiadadas. Pero pregúntenle a un argentino que opina de Maradona y nueve de cada diez te dirán con una sonrisa de orgullo "Diego es Diego".

Ahora está en México, ese loco ha preferido venir a Culiacán a dirigir en división de ascenso que su puesto de presidente honorario del Dinamo Brest en Bielorrusia, donde viviría en una mansión de veinte millones de dólares en Minsk. Así es Diego, se puede ir en cualquier momento o se puede quedar el tiempo suficiente para ser de provecho al equipo del Gran Pez. Así como un servidor le disculpa casi todo al gran Hugo Sánchez cuando se enreda en sus análisis y es sumamente lento para concluir sus intervenciones siendo constantemente interrumpido por sus desesperados compañeros de mesa, veo en YouTube sus goles y digo "haz lo que quieras Hugo" así me pasa con el Diego, claro lo de Maradona es más heavy, pero igual lo veo en sus tiempos de jugador y pienso lo mismo que cuando escucho a cualquier leyenda del Rock que nos dejaron al igual que Diego momentos de inconmensurable belleza y emoción. Sólo me queda desearle suerte en esta nueva oportunidad que le da la vida, ojalá sepa aprovecharla, se lo merece por todo lo que le ha aportado en la cancha al "juego del hombre" como lo bautizara el maestro Ángel Fernández.

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