El libro sagrado no nos dice qué fruta fue la que comieron Adán y Eva que motivó su expulsión del paraíso.
Según la tradición fue la manzana. Posiblemente eso se debe a lo rojo de la fruta, color que siempre ha sugerido cosas de pecado.
Sin embargo, esa fruta pudo ser cualquiera: un durazno, una ciruela, un mango, una pera. Un piña o una sandía no, pues esas frutas tardan más en ser comidas, y al hombre y la mujer ya les andaba por pecar.
Así, la manzana tuvo que resignarse a ser la causa de la tentación.
Agradezcámosle su noble gesto.
En cierto modo la manzana nos puso en el camino de la plenitud vital.
¡Hasta mañana!...