¿En qué momento urgió la necesidad de perpetuar aquello que se dice? Cuando los primeros intentos de escritura fueron hechos se trataba de símbolos rudimentarios que pretendían narrar o plasmar ideas ya concebidas oralmente. Si consideramos la historia de la escritura tendríamos que situarnos desde la edad del bronce.
Estudios exhaustivos pueden determinar que estos esfuerzos van de la mano con una evolución como grupo social, incluso aún después de que se tuvieran los métodos para verter el sonido que compartían como forma de entendimiento, seguía siendo una práctica común la tradición oral.
Razones para que esto sucediera pueden encontrarse muchas, en primera instancia la cantidad de personas que tenían el conocimiento para escribir era limitado, regularmente estaba destinado a quienes tenían un rango o un estatus elevado dentro de la comunidad.
La situación actual con respecto a la escritura pude entenderse que ha cambiado, ya que es algo que se promueve desde la lectura y posteriormente el uso del lenguaje escrito. Si bien solemos asociar que en la escuela aprendemos a escribir, pero podríamos encontrarnos con una realidad distinta, aunque la formación académica desde el sistema básico es fundamental no toda la responsabilidad queda ahí.
Quizá la cuestión transcendental recaiga en el ¿para qué escribir? Si aquella necesidad continua vigente como un anhelo aún vivo dentro de las formas de expresión con las que contamos o si por el contrario está mutando en algo que pronto no reconoceremos.
Pero como Drexler dice en una canción “Todo se transforma” quizá al día de hoy nos parezca que el lenguaje ha decaído, que las formas no son las mismas y en efecto así es. La forma en que nos comunicamos de forma escrita sigue presente los símbolos que hoy empleamos no distan de aquellos que fueron usados en los primeros tiempos. Lo que continúa intacto es el significado que le damos generación tras generación, como un seguro que arropa ese continuo de piezas que le dan forma a las ideas.
Desde un punto de vista terapéutico, la escritura es un resultado de un proceso mental complejo, las razones; para escribir algo primero hay que pensarlo, desde el punto de vista de lo que se conoce y reflexionar sobre su interpretación, la cual está sujeta revisiones durante la escritura.
Es distinto hablar una idea que escribirla, en el segundo caso se tiene un mayor control sobre lo que se expresa, es más meditado que el fluir de las palabras oralmente. Por ello en muchos casos se emplea como un método psicoterapéutico, por otra parte tenemos la literatura, el gran arte de usar la palabra escrita para perpetuar ideas, emociones o sensaciones desde un estilo estético.
Lo cual lleva a la reflexión de que la escritura por sí misma es una refinado ejercicio del pensamiento, fomentarla por el mero de hecho de hacerlo pierde sentido cuando se desconoce que de esa manera es posible entender y dar a conocer a otros aspectos que consideramos relevantes –porque nos damos el tiempo de pensar en elloscon los demás.
No se trata únicamente de llenar espacios con símbolos, se trata de compartir la forma personal que tenemos de pensar y estar dispuestos a abrirnos a conocer otras formas de pensar.
