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'Papa afronta sereno acusaciones de encubrimiento de abusos'

Si bien, el propio Francisco le quitó la dignidad cardenalicia a inicios de julio pasado en una decisión sin precedentes, Viganó asegura en su informe que el Papa sabía de los actos de McCarrick desde 2013 y nunca hizo nada. (ARCHIVO)

Si bien, el propio Francisco le quitó la dignidad cardenalicia a inicios de julio pasado en una decisión sin precedentes, Viganó asegura en su informe que el Papa sabía de los actos de McCarrick desde 2013 y nunca hizo nada. (ARCHIVO)

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l Papa Francisco afronta “sereno” la que es, quizás, la peor crisis de su pontificado, luego que un exalto cargo del Vaticano lo acusó de haber encubierto los abusos sexuales de un poderoso cardenal estadunidense.

“El Papa está sereno. Él es una gran gracia, incluso frente a estas cosas que obviamente crean tanta amargura y también inquietud, pero él tiene la capacidad de tener un acercamiento muy sereno”, aseguró el cardenal secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin.

En declaraciones a Notimex, el responsable de la política interna y externa vaticana reconoció el “gran dolor” que han causado, en la Curia Romana, las acusaciones lanzadas por el exembajador papal en Estados Unidos, el polémico arzobispo Carlo María Viganó.

El domingo pasado, justo en medio de la visita apostólica de Jorge Mario Bergoglio a Irlanda, el prelado publicó simultáneamente en italiano, inglés y español un panfleto de 11 páginas en el cual acusó al pontífice de haber encubierto los abusos de Theodore McCarrick, exarzobispo de Washington.

Si bien, el propio Francisco le quitó la dignidad cardenalicia a inicios de julio pasado en una decisión sin precedentes, Viganó asegura en su informe que el Papa sabía de los actos de McCarrick desde 2013 y nunca hizo nada.

Su memorial, en el cual se notan inconsistencias y contradicciones, acaparó la atención de la prensa internacional y puso en aprietos al mismo obispo de Roma, quien optó por el silencio.

De hecho, en su vuelo de regreso a la capital italiana procedente de Dublín el domingo, el Papa advirtió que no diría “una sola palabra” sobre lo escrito por el exnuncio porque quería dejar que los periodistas lo leyeran y se hicieran un juicio propio, ya que “el texto habla por sí mismo”.

Desde entonces, en el entorno del Vaticano se han multiplicado las especulaciones sobre cuánto realmente sabía Francisco sobre McCarrick y si verdaderamente lo encubrió, como acusa Viganó antes de pedirle directamente su renuncia al papado.

La publicación de su documento opacó la visita papal a Irlanda que, por voluntad del propio Papa, se concentró notoriamente en el tema de los abusos sexuales contra menores. Él mismo abordó el asunto varias veces en sus discursos, no sólo rezó por las víctimas sino que se reunió en privado con un grupo de ocho de ellas.

A diferencia de lo que presentaron varios medios de comunicación, el cardenal Parolin afirmó que durante esa visita -en la cual participó- no percibió “particulares dificultades”.

“Es cierto, la atención estuvo concentrada prioritariamente sobre el tema de los abusos que era lateral respecto al tema de la familia, pero después de lo que había pasado era también normal, natural que se diese esta atención”, explicó el purpurado.

“Me parece que el Papa tomó posiciones muy precisas y serias sobre este tema, pero dificultades yo personalmente no advertí”, añadió.

Con esas palabras, el secretario de Estado se refería a las revelaciones sobre más de mil abusos en diócesis de Pensilvania (Estados Unidos) que salieron a la luz unos 10 días antes de la gira por Irlanda y que se convirtieron rápidamente en un problema para el Vaticano.

Por eso el pontífice reaccionó enviando una carta a todos los católicos del mundo (el 20 de agosto) en la cual pidió perdón por el fracaso de la Iglesia en el proteger a los niños y llamó a poner en práctica las medidas para erradicar definitivamente los abusos de la Iglesia.

Con ese mensaje y los gestos de cercanía con las víctimas en Irlanda, la Santa Sede pensaba afrontar las turbulencias surgidas por crisis de abusos en varias latitudes (Chile y Australia, además de la Unión Americana); pero el panfleto de Viganó abrió nuevamente una espiral de dificultad.

Parolin, en la entrevista, no quiso entrar en los detalles de las acusaciones del exnuncio, que lo incluyen también a él y sus predecesores secretarios de Estado, Tarcisio Bertone y Angelo Sodano.

“Es mejor no entrar en detalles sobre esas cosas, repito lo que dijo el Papa: Lean ustedes el escrito y háganse un juicio propio, el escrito habla por sí solo”, indicó.

“Yo espero que trabajemos todos en la búsqueda de la verdad y de la justicia, que sean estos los puntos de referencia y no otras cosas, ciertamente la situación no es para nada preocupante”, apuntó.

Pero los señalamientos de Viganó abrieron un frente interno de debate, sobre todo en la Iglesia en Estados Unidos. En los últimos días, varios obispos (al menos ocho) pidieron públicamente que se investiguen las acusaciones del arzobispo.

A su vez, personajes mencionados en el documento, como los cardenales Blase Cupich (Chicago) y Donald Wuerl (Washington) tomaron distancia de las acusaciones. Aunque este último envió un mensaje a todos los sacerdotes de su diócesis para pedir perdón por sus faltas.

Mientras tanto en el mundo católico las opiniones se dividen. Por un lado, diversos periodistas se han encargado de analizar a detalle las 11 páginas del escrito de Viganó y han sacado a la luz contradicciones.

Entre otras cosas, el exnuncio dijo que “en 2009 o 2010” (no pudo indicar una fecha exacta) supo que el Papa había impuesto al cardenal McCarrick una batería de “sanciones” por sus comportamientos y que éstas incluían la prohibición para vivir en un seminario y el veto de aparecer en público.

Además, atribuyó a Francisco el haberle “levantado” tales medidas una vez elegido Papa. Pero en las últimas horas salió a relucir un discurso pronunciado en 2012 por el propio Viganó en una gala pública en Nueva York durante la cual saluda abiertamente al purpurado asegurando que él “es muy amado por todos”.

¿Cómo es posible que el entonces embajador papal que debía hacer valer las directivas de Benedicto sobre la supuesta sanción a McCarrick haya podido alabar tan clamorosamente a un cardenal que él mismo consideraba un abusador?

Esta y otras contradicciones en el relato de Viganó han despertado sospechas en el mundo periodístico eclesiástico, mientras los fieles se dividen entre quienes consideran al exnuncio un interesado y quienes usan sus declaraciones para cuestionar una figura a la que consideran incómoda como la de Francisco.

Por lo pronto, algunos episcopados del mundo han manifestado su apoyo al Papa en los actuales momentos de dificultad, como la Conferencia Episcopal Argentina que (en una carta) mostró su cercanía con el pontífice ante un “ataque despiadado en el que confluyen distintos y mezquinos intereses mundanos”.

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