RECORDANDO A ESCRITORES DE COAHUILA Y ZACATECAS. No. 34
El Dr. Álvaro Rodríguez Villarreal nació el 1 de abril de 1915, en San Buenaventura, Coah., siendo hijo de don Aureliano Rodríguez Tamez y de doña Francisca Villarreal Villarreal.
En 1921, sus padres cambiaron su residencia a Torreón, Coah., estudió en la Escuela Preparatoria de La Laguna, donde escribía en la Revista LETRAS. En 1930, estudió Bachillerato de Ciencias Biológicas y Latín en el Ateneo Fuente de Saltillo, Coah., y colaboraba en la Revista Ateneo. Ingresa a la Escuela de Medicina Militar en la Ciudad de México hasta titularse en 1938.
Contrajo matrimonio el 25 de septiembre de 1941, con la Srita. Tony Hansick y procrearon cuatro hijos: Álvaro, Marco Antonio, Luis Felipe y Alejandro, todos Rodríguez Hansick.
En la cultura: en 1950, publicó: "Narciso liberado", poemas; en 1942, "Las historias de Juanito Juan Juan", prosa; en 1965, "Retorno y otros cuentos", prosa; en 1927, "Cartas de viaje la 2 parte; y en 1979, "Fuego nuevo", poemas.
El 18 de marzo de 1949 fundó un negocio industrial: "CENTRO BIOQUÍMICO DEL NORTE, S.A. de C.V., en Torreón. Murió el 7 de septiembre de 1980 en Torreón, Coah.,
"Publicó en la Revista Nuevo Cauce No. 3", en junio de 1966, un artículo titulado: "El Pato, quizás cuento", del que tomo lo siguiente:
"Más audaz o menos precavido que sus compañeros en fuga, el pato nadaba solitario cerca de la orilla, entre las hierbas y los lirios, picoteando en el agua con alargamiento repentino en su cuello".
"Era media mañana. El sol comenzaba a pesar sobre las gruesas chaquetas. Rato hacía que ya se había esfumado la bruma que flotaba al amanecer y ni un soplo de viento rizaba la superficie de la laguna, convertida en espejo que duplicaba, invertidos, los cerros y los arbustos circundantes".
"Dos surcos se abrían en el agua. Leve el uno, trazado por el pecho del pato; profundo el otro, roturado por la quilla de la barca. Ésta se deslizaba lenta y suavemente, sin balanceo alguno, lo que permitía al hombre en la proa mantener apuntada su escopeta sobre el pato, en espera de la mayor proximidad posible antes de que emprendiese el vuelo".
"Espera. No vueles todavía, pato. Más cerca. No fallaré. Apretar bien la culata contra el hombro para que la patada no sea dura. ¿Patada? ¿Retroceso? ¿Cuál será la palabra correcta? ¿Reculada? ¿Retroceso? Me acordaré de consultar. Más cerca, No vueles todavía. Estar preparado para el vuelo y apuntar un poco adelante. Espera, a esta distancia nada podré hacerte. Postas para codornices. Inútiles para gansos. Buenas para patos desde cerca. Lejos todavía. Apuntando por las dudas. Quizá un buen impacto afortunado en la cabeza o en el cuello. Lástima, me da lástima.
Nunca he encontrado placer completo en la cacería o en la pesca. Matar lo que nos comemos o dejar que otros lo maten. Es lo mismo. Mejor el dicho: "Tanto peca el que mata la vaca como el que tiene la pata" con cierto. No comemos tigres y los matamos. Somos asesinos por naturaleza. El único animal que mata por placer. No siento placer en matar. Si la emoción de darle al blanco. Tirar al blanco. No es lo mismo. Blancos móviles. Sigue sin ser lo mismo. Entonces, ¿que? Hipócrita sentimental. Tampoco es cierto. Demasiado severo. No es hipocresía. Es confusión, falta de medida. ¿Hay bueno y malo solamente o grados de maldad y bondad? Pez que yo no saco lo pescará otro y quizás me lo coma a la noche mientras reímos las mentiras de los pescadores. ¡Se me fue una así de grande!, o se la comerá otro pez. El pez grande se come al chico. Más cerca. Si no te mato yo, pato tonto y descuidado, te disparará otro. Qué bonitos resoles hay en las plumas de tu cuello! Allí apunto. No vueles todavía.
"Disparó cuando el pato alzaba el vuelo. Un aleteo suspendido y la masa del pato levantó una corona de plata líquida al caer pesadamente sobre el agua".
"Flotaba panza arriba, con la cabeza hundida. Lo tomó de una pata y el ave se debatió, aleteando. Lo examinó minuciosamente. No había sangre en parte alguna ni señal de herida. Lo colocó en el piso de la lancha".
"Le di, claro está. Si no, no hubiera caído, pero dónde. Quizás estaba demasiado lejos aún y una posta le pegó en la cabeza, sin penetrar. Noqueado. No, noqueado no, puesto que está despierto, consciente y se debate. Atontado. Lesión de algún centro nervioso, pues no puede estar sobre sus patas. Se cae hacia la derecha y adelante. Nada tiene en las patas, las mueve bien. Sólo el equilibrio perdido. En las alas nada. ¿Podrá volar? Quizás para volar se necesita también el sentido del equilibrio...".
Por: José León Robles de la Torre