Calurosa tarde dominical para presenciar un duelo entre dos equipos norteños que recién se colocaron la corona del futbol mexicano, dos contendientes del actual torneo que no estaban dispuestos a perder el protagonismo.
Muy cerca de los 40 grados centígrados indicaba el mercurio al faltar una hora para el silbatazo inicial, cuando ya muchos aficionados tenían prendido el asador y destapadas las botellas. Lo que más se saboreaban era la tercera victoria consecutiva para los albiverdes en la Liga MX. ¿Es clásico o no lo es? Era la pregunta en la previa del partido, cada quién tenía sus motivos y sus razones para afirmarlo o negarlo, la discusión no tenía para cuándo acabarse, pero lo importante era que le ponía sabor a la espera por el silbatazo.
Gran cantidad de santistas y también bastantes camisetas amarillas, pero los que sí se dieron a notar fueron los agentes del orden, muchas más patrullas y uniformados que en ocasiones anteriores, preocupados por los incidentes que suelen acompañar a los choques entre laguneros y regiomontanos. No obstante, Guerreros y Felinos caminaban hombro con hombro, comprendiendo que se trata solamente de un partido, un juego que no debe desencadenar situaciones lamentables.
Ya en la cancha, fueron dos festejos para los santistas durante el primer tiempo, aunque el primer canto fue el de "lero, lero, lero" para el árbitro, luego de marcar una pena máxima contra los de casa. Pero tal parece que en La Laguna, el único francés es el pan, ya que Gignac, con toda su calidad internacional, erró el disparo y desató el festejo de la grada Albiverde, que incluyó algunas risas por el terrible disparo y su queja tras fallar en un estadio donde simplemente no ha podido encontrar la red.
El segundo festejo para los locales llegó apenas pasada la media hora de partido, cuando "El Emperador" Furch remató con el sello de la casa, un testarazo mortal para adelantar en el marcador a los laguneros. Júbilo al entretiempo y ya se había olvidado el calor, de eso se encargaron las frías desde antes de comenzar el partido y transcurridos los primeros 45 minutos, suficiente para afinar la garganta y maldecir nuevamente al árbitro, al marcar un nuevo penalti en contra, ese sí se convirtió en gol.
Ya la comunión entre cancha y tribuna está bien cimentada y ni parece que hace apenas un par de semanas se estaba sufriendo al cambiar de entrenador, el grito de "Duro, Santos, Duro" se presentó en el Corona, como queriendo empujar a sus Guerreros hacia el frente. Entonces, llegó el segundo, la baja Furch, gambetea "Cabecita" y adentro, no lo podía creer Nahuel y otra vez vio festejar al campeón, mientras en la portería contraria festejaba Jonathan a todo pulmón.
Del zapato derecho del uruguayo Rodríguez, Santos lograría su tercer gol de la tarde, tiro libre desde afuera del área y otro grito que hizo retumbar el concreto de los cimientos del moderno estadio Albiverde, la cacería ya estaba completa y la presa demasiado débil como para huir. Otro penalti contra Santos ocasionó el tercer "lero, lero, lero" de la tarde, pero también sirvió para agigantar la figura de Orozco, tapando el remate y también el contrarremate, haciendo explotar al estadio una vez más.
Inspirados los Guerreros ante un Tigre que ya tenía la moral por los suelos y se sentía más como un cachorro, los minutos transcurrieron con disfrute para los aficionados laguneros, tercer triunfo consecutivo para los Guerreros y el subliderato de la Liga en su poder. "Ni con penales nos ganan", fanfarroneaba algún santista con el orgullo por todo lo alto, el campeón manda en el norte, de manera irrefutable.
La afición vivió una tarde redonda en el estadio Corona al llevarse un triunfo ante un 'odiado' adversario. Clásico o no, santistas gritan victoria
