"A los amigos, como a los dientes, los vamos perdiendo con los años, no siempre sin dolor" Lo anterior lo afirmaba Santiago Ramón y Cajal, médico español especializado en histología y anatomía patológica, premio Nobel de Medicina en 1906.
La familia y las amistades son dos bases fundamentales de nuestra existencia. Nuestras relaciones con personas afines son necesarias para mantener la buena salud mental. Física y emocional. Con el paso de los años, tenemos que replantearnos el tiempo y la energía que le dedicamos a los demás.
Con la edad nos vamos haciendo más selectivos respecto a mantener viejas amistades o establecer nuevas. No es lo mismo a los quince o veinte años que a los cuarenta, cincuenta o más de sesenta. No es mejor ni peor, es diferente. Probablemente todos conocemos personas de nuestra época juvenil a quienes después de haberlas reencontrado, nos damos cuenta de que ya no tenemos nada en común, evolucionamos con los años y somos diferentes con el paso del tiempo.
Al reencontrarnos con amistades, a veces nos damos cuenta de que la amistad que reiniciamos sólo forma parte de un pasado y no tiene futuro. Cuando uno cambia por dentro, algunas relaciones pierden su razón de ser. Nuestras épocas difíciles a menudo nos sirven para aprender a distinguir entre las amistades para toda la vida y las amistades que sólo son temporales, para una época.
Indiscutiblemente, todos tenemos amistades que, aunque haya habido mucho tiempo y mucha distancia de por medio, permanecen muy fuertes. Cuando te juntas de nuevo con ese tipo de amistades, es como si no hubiera pasado el tiempo. Cuando sientes que la vida se acelera, ya no quieres perder tu tiempo con relaciones que sólo te dan más problemas que alegrías.
Preferimos asociarnos con personas creativas, alegres, vibrantes, optimistas y llenas de vida. Ya no se antoja nada estar en compañía de gente negativa, con mala vibra, quejumbrosa y que no tiene ganas de mejorar.
Si hay dudas sobre la conveniencia de tener algunas amistades y nos preguntamos si vale la pena seguir con ellas, se debe tomar una decisión. Si te hace sentir mal, si no tienen nada en común, si te exige más de lo que tu puedes dar. Considera distanciarte.
El vínculo con nuestras verdaderas amistades nos hace sentir motivados y también gracias a ellas nos desempeñamos mejor en nuestro trabajo. Lo que hacemos para ser exitosos, es más placentero si contamos con buenos amigos. Muchas veces, cuando nos proponemos buscar el crecimiento personal corremos el riesgo de perder contacto con el círculo social más cercano.
La cantidad y la fortaleza de nuestros lazos afectivos define en mucho nuestro bienestar emocional. Un artículo del Harvard Business Review indica que, de acuerdo al análisis de datos científicos, tener relaciones sociales sólidas, está en relación directa con una reducción del 50% del riesgo de mortalidad.
Según este artículo, el investigador Neal J. Roese encontró en una muestra de 1,300 personas de distintos campos profesionales, que, si de algo se arrepentían los participantes, era de haber perdido contacto con quienes fueron sus grandes amigos. Otra conclusión es que la gente describe con mayor intensidad los arrepentimientos asociados a las relaciones humanas que aquellos vinculados a lo profesional
Todo indica que el concepto de amistad suele cambiar con el tiempo. Actualmente estamos en contacto con una cantidad mayor de personas, pero nuestros vínculos son menos profundos. Sobre todo, si trabajamos a distancia. Si, hay seguidores de Twitter i Instagram o Facebook, pero, amigos cercanos y muy directos, nos sobran dedos de las manos para contarlos. Nuestro desafío es lograr mantener vivas nuestras relaciones de amistad.
Bien vale la pena hacer el esfuerzo por mantener relaciones presenciales sólidas de amistad, estas relaciones nos mantienen motivados y nos apoyan para ser mejores profesionales en nuestro trabajo.
