Visitan a AMLO en busca de esperanza

Aparecieron en el corredor de la avenida Álvaro Obregón y de inmediato llamaron la atención. Era un grupo de indígenas wixirikas de Nayarit, que viajaron a la Basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México, para agradecer el triunfo de López Obrador.

Después querían ver al "presidente", pedir su ayuda para proteger la Isla del Rey, en el municipio de San Blas, dijeron. Un lugar que, aseguran, pretenden convertir en un centro turístico y que es sagrado para ellos.

Así llegan hasta la casa de transición de Andrés Manuel López Obrador, próximo presidente de México, las más inéditas peticiones de mexicanos que solicitan su ayuda desde los días posteriores a su triunfo.

Un mes después de la elección que le dio la victoria, la afluencia de gente sigue y son tantos los acuden al inmueble ubicado en la esquina de las calles de Chihuahua y Monterrey que desde el pasado 6 de julio hay una persona responsable de atender las peticiones. Es Leticia Ramírez, colaboradora de López Obrador desde el Gobierno de la Ciudad de México, quien ha sido designada de momento como delegada para atender las demandas ciudadanas.

Con ella trabaja un equipo de gente -cuatro mujeres y un hombre- que, desde las 7:30 de la mañana, comienza a recibir las peticiones de decenas de personas que hacen fila desde las primeras horas de la mañana.

A veces incluso desde la noche anterior que pasan a la intemperie, recién llegados de sus estados para intentar ver al "licenciado", como muchos lo llaman ahora.

-Vengo a ver al licenciado para pedir su ayuda para un proyecto productivo…

-¿Ya no es el Peje?

El profesor Ismael Ascencio, del Estado de México, sonríe.

-No, pus no…

Él, como decenas de personas que han pasado por las puertas de esta casa, forman parte de una "procesión de creyentes" que esperan durante horas para entregar una carta, un fólder con el expediente de un caso, un papel garabateado que pide un favor o una cita con "el licenciado".

Apenas cuentan con unos minutos para exponer el caso al equipo que atiende sus peticiones. Una colección de agravios que a veces suman años: historias de despojos, injusticias, demandas no concluidas, paseos eternos por los laberintos de una burocracia que nunca les resolvió nada.

La desesperación y una esperanza los trajo hasta aquí. A esta casa de la colonia Roma que es el escenario de las más inéditas peticiones para un presidente todavía ni siquiera electo -el Tribunal Electoral aún no le entrega su constancia de mayoría.

¿Cuántos han pasado por esta reja blanca que es la única valla de "seguridad" entre López Obrador y la gente? Nadie sabe. El equipo que atiende las peticiones no puede hacer declaraciones a los medios. La instrucción es estricta y por eso no hay cifras. Sólo queda contar: hoy 25, ayer eran 34, tal vez mañana lleguen más o menos. Quién sabe.

Con el paso de los días cualquiera hubiera apostado que la fe aflojaría, pero no. La gente sigue llegando con su fólder en mano para entregarlo al equipo que los atiende en la banqueta. No les prometen nada. Sólo les explican, les aseguran, que al asumir la Presidencia habrá una oficina de atención ciudadana que seguirá sus casos.

Son muchos los que piden, pero también están los que dan. Hasta la casa de transición han llegado regalos de todo tipo de las manos de ciudadanos que quieren felicitarlo, decirle que lo han seguido por años y que comparten su triunfo.

Han sonado serenatas, se han montado altares y celebrado ceremonias para proteger a López Obrador.

Las historias se coleccionan ya por decenas. Desde la mujer que desde Chiapas y en silla de ruedas llegó el 4 de julio al mediodía para pedir que intercediera por ella para conservar su casa y regalarle una camisa bordada a él y un vestido negro para su esposa Beatriz Gutiérrez, hasta el hombre que el pasado viernes montó sus bocinas con música de Pedro Infante para solicitarle una investigación sobre la muerte del cantante.

Según José del Refugio Leyva, un cantante de plaza pública y vagón del Metro, Pedro Infante no murió en aquel accidente aéreo de 1957, como "nos hicieron creer", dijo.

Su versión es que el ex presidente Miguel Alemán Valdés lo mandó matar por un asunto de celos, pues compartían el amor de una mujer. Pero los supuestos matones de Pedro Infante lo admiraban tanto que le perdonaron la vida con la condición de que se escondiera hasta que muriera el ex presidente.

Alemán Valdés murió en 1983 y entonces reapareció Pedro Infante con el seudónimo de Pedro Antonio, un cantante que murió a los 95 años, de acuerdo con la versión de Leyva, quien pasó una mañana acostado frente a la casa de transición para pedir a López Obrador que investigue el caso.

También han llegado madres con hijos en la cárcel que reclaman su inocencia, familias desalojada de predios, hombres y mujeres sin empleo que piden una oportunidad de trabajo, ex trabajadores de la extinta Compañía de Luz y Fuerza, de la desaparecida Ruta 100, petroleros, los pobladores de San Mateo Atenco con machete en mano…

Hasta un equipo universitario de judo pidió su ayuda para recuperar su espacio de entrenamiento en la UNAM y la reinstalación de su entrenador.

TODOS LLEGAN

A la casa de transición de López Obrador, cualquiera puede llegar. Aquí no hay vallas de seguridad ni guardias. Acaso, ahora, patrullas apostadas que intentan sobre todo agilizar el tránsito por los automovilistas que, atraídos por el barullo, bajan la velocidad.

También para cuidar la zona, pues la semana pasada hubo un intento de robo armado que terminó con la detención del asaltante en la misma esquina donde se encuentran las oficinas de López Obrador.

"Cuídate, presidente", le grita un hombre cuando pasa su automóvil blanco, ya bien identificado por los vecinos y la gente que lo espera en el lugar que, además, se ha convertido en zona de visita de "turistas" locales y extranjeros, quienes llegan hasta allí para tomar la foto o la selfi.

Por allí pasan además los vecinos de la zona, que regularmente se acercan para curiosear y seguir escenas que algunos no pueden creer. Entre otras, las ceremonias que han presenciado para pedir protección "divina" y "santa" para el próximo presidente.

Hace apenas una semana, en la barda perimetral de la casa aparecieron veladoras prendidas y una imagen de la virgen de Guadalupe.

Las colocaron el compositor Jorge Reyes Rincón, el pintor José Luis Rosas Landa y Teresa Rueda, una ama de casa. Los tres se conocieron allí, frente a las puertas de la casa de transición, y se organizaron para convocar a un "acto de fe" que ofreciera "protección" a López Obrador.

Tenían la intención de que todo el mundo acudiera con veladoras que rodearan la casa de "luz y amparo" para el próximo presidente mexicano. "Todo el que quiera traer, que la traiga... vamos a llenar de veladoras esta casa", dijo Teresa, mientras sus compañeros colocaban agua, una estampa de la Virgen de Guadalupe con una frase y un papel donde escribieron: "Andrés no estás solo, presidente, México está contigo y la Morenita. Te queremos".

Han llegado indígenas, mamás de jóvenes rechazados de universidades, enfermos que ya lo gastaron todo, los deportados de Estados Unidos que le exigieron defender ante sus derechos ante Donald Trump y repudiar las políticas migratorias de ese país.

Cualquiera que sea la causa, demanda o petición, seguramente ya hizo fila frente a la casa de transición del próximo presidente que todavía no asume y ya acumula, seguramente, cientos de fólders llenos de esperanza.