Que la paz sea con nosotros
La experiencia me dice que no podemos esperar demasiado de la retórica hueca de nuestros mandatarios.
Si no ganó su candidato, le informo que tampoco el mío. Esto es lo que hay y por favor no haga berrinches ni organice protestas masivas. Evite a todo trance las locuras que le dicta su frustración y no haga cosas que dañen a la sociedad y a la economía como acampar en el Zócalo o cerrar el Paseo de la Reforma de la capital.
Nos guste o no, el candidato que convenció a la mayoría será por seis años el presidente de todos los mexicanos y lo que toca es darle la bienvenida y el apoyo con buen ánimo y sin rencores. A nadie le conviene entorpecer una transición respetuosa y mucho menos otro presidente fallido.
Dado lo reñido de las campañas y las grandes diferencias ideológicas, es alta la posibilidad de crisis política e ingobernabilidad; la preservación de la paz y el orden son indudablemente nuestra prioridad.
Toca respetar la voluntad mayoritaria, porque de eso se trata la Democracia, dejar atrás divisiones y resentimientos para recuperar el sueño y las amistades que estropeamos durante las campañas, defender nuestros ideales sin desconocer el derecho y la validez de quienes no piensan igual.
Ya tenemos suficientes problemas que exigen la solidaridad y el esfuerzo de todos los mexicanos como para enfrentar también una ingobernabilidad que vulneraría aún más la confianza ciudadana.
Reitero que no soy politóloga y mi opinión es la de una ciudadana del diario, pero aún así me gustaría compartir algunas reflexiones con usted pacientísimo lector; ojalá no se me aburra.
Si revisamos los kilómetros de palabras impresas, no encontraremos ningún discurso de campaña que no reitere las promesas de combatir la corrupción, abatir la pobreza y construir una sociedad más igualitaria.
“Renovación moral” ofreció De la Madrid. Palabras volátiles, cheques sin fondo, desprecio absoluto por la voluntad ciudadana. Con millones de firmas hemos demandado la cancelación del registro de un negocio familiar que bajo el membrete de Parido Verde sólo ha servido para enriquecer con dinero público a un grupo de vividores.
Nos hemos desgañitado ante un sistema político sordo y refractario exigiendo la reducción del excesivo número de diputados por innecesarios, incapaces y abusivos. Es nuestra labor conseguir que el nuevo presidente nos escuche.
Me dan tras-sudores y rabia al pensar que hemos costeado la campaña más cara de la historia cuando más de la mitad de mexicanos son pobres. Para mi mentalidad cebollera eso es un dispendio criminal.
La experiencia me dice que no podemos esperar demasiado de la retórica hueca de nuestros mandatarios. Sería imperdonable seguir abdicando con apatía la responsabilidad y el compromiso de NOSOTROS para corregir el rumbo de catástrofe que lleva este país nuestro.
Yo no digo que usted, pero muchísimos ciudadanos nos comportamos como niños que esperan que papi presidente lo resuelva todo. Sin NOSOTROS ningún presidente ha podido ni podrá. No hay tiempo ya de seguir aceptando dócilmente las facultades arbitrarias que se otorgan a si mismos nuestros servidores públicos.
Nadie conoce los recovecos que tiene el vivir, yo menos que nadie, pero hasta yo puedo darme cuenta de que la clave está en NOSOTROS. La ética, la honestidad, la lucha contra la pobreza tiene que empezar por NOSOTROS, es, hasta ahora, el único partido confiable que conozco.
Fortalecer nuestras instituciones, emplear todos los medios a nuestro alcance para impedir la impunidad, urgir cada mañana a nuestro presidente el cumplimiento del México sin violencia que prometió; pero procurándolo también donde nos corresponde.
Hoy, la tecnología hace posible una mejor organización política. Vamos a aprovecharla para mantener a raya a nuestro nuevo gabinete y que la paz sea con nosotros.
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