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El reformulador de la Evolución Humana

La familia homínida de la raza pensante

Svante Pääbo con una calavera reconstruida de Neanderthal. Foto: Frank Vinken

Svante Pääbo con una calavera reconstruida de Neanderthal. Foto: Frank Vinken

REDACCIÓN SIGLO NUEVO

Desde el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva que dirige en Leipzig (Alemania), Pääbo ha dirigido el proyecto de secuenciación completa del genoma del Homo neanderthalensis, especie extinguida hace aproximadamente 30 mil años.

Pionero, visionario o científico excepcional son algunos de los adjetivos con los que el biólogo sueco Svante Pääbo (Estocolmo, 1955) ha sido descrito tanto antes como después de que lo distinguieran con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica de este año.

Además de un especialista en genética evolutiva, Pääbo es considerado "el padre" de todo un campo de investigación: la paleogenómica (estudio del genoma de los hombres prehistóricos). Antes de él, nadie le veía utilidad a esa disciplina.

Para Juan Luis Arsuaga, paleontólogo y codirector de los yacimientos de Atapuerca, en Burgos, España, se trata de “un gigante, (...) porque fue alguien que creyó en algo que se consideraba imposible: recuperar moléculas orgánicas de hace miles de años, aunque estén fragmentadas".

"Pääbo tuvo una idea que parecía imposible; tiene la dimensión del científico casi profético que es capaz de ver más allá y de convertir algo que parecía imposible en un nuevo campo de estudio", indicó.

Carles Lalueza-Fox, paleogenetista del Instituto de Biología Evolutiva, lo describe como "el máximo exponente" del estudio del ADN antiguo.

Pääbo se dedicó a ello al final de los 80 "cuando aún no se sabía si su apuesta iba a ser una anécdota experimental o si iba a convertirse en el campo científico que es ahora".

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Johannes Krause, Adrian Briggs, Ed Green y Svante Pääbo con una reconstrucción esquelética de Neandertal. Foto: Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva

Sus aportes han venido escalando con el tiempo: en 1997 fue el primero en publicar acerca de la recuperación de unos fragmentos de ADN mitocondrial neandertal que tenían 45 mil años "en una época en que no se podía ni soñar en llegar a esa antigüedad".

En 2010 publicó el genoma completo del neandertal, "trabajo que inició antes de que estuvieran disponibles las últimas tecnologías de secuenciación del genoma". También dio a conocer el código celular del denisovano (homínido asiático contemporáneo de los neandertales), primera vez que se describió una nueva especie "desde la genética y no a partir del estudio de los huesos".

Otra destacada contribución consistió en recuperar ADN mitocondrial, en la Sima de los huesos, en Atapuerca, de restos con 430 mil años de antigüedad, lo que supuso "multiplicar por diez la antigüedad de lo que consiguió en 1997 y que ya entonces nos pareció a todos una barbaridad", subraya Lalueza-Fox.

Estos trabajos, asegura el paleogenetista, “han cambiado ellos solos la visión de la Evolución Humana", la cual se ha modificado de una concepción "arbórea", que contemplaba especies que se iban separando hasta llegar a los humanos modernos, a una "de redes", en la que "estamos viendo múltiples procesos de entrecruzamiento entre linajes antiguos".

MÁS LÉJOS

Antonio Rosas, paleontólogo del Museo Nacional de Ciencias Naturales español, lleva más allá el elogio de Pääbo. Aseguró que su enlace es de "tal nivel" que bien podría ser "el Premio Nobel de nuestra área". Incluso predice que el alcance de su trabajo "todavía tendrá más alcance del que hemos visto".

"El campo que creó va a más y la relevancia de las investigaciones crece año a año. En el futuro veremos resultados sorprendentes, de alcance, que derivan de esos fundamentos. Estoy completamente convencido de ello", dijo a Efe.

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Svante Pääbo señalando un estrato de 450.000 años de antigüedad en el sitio prehistórico Caune de l’Arago, en Francia. Foto: Christian Perreneoud

"Sus descubrimientos obligan a reescribir la historia de nuestra especie", destaca el acta del jurado que concedió el Premio Princesa de Asturias al pionero de la paleogenética, disciplina con la que ha demostrado que los actuales humanos tienen entre un 1 y un 4 por ciento de material hereditario procedente de otras especies.

Sus métodos precisos para estudiar el ADN no son el único motivo para reconocer a Pääbo; especialmente relevante es su contribución a la "secuenciación del genoma de los neandertales y el hallazgo de que genes de estos y otras especies extintas forman parte del acervo genético de la humanidad".

El código genético mitocondrial más antiguo recuperado hasta ahora es de un hombre primitivo a caballo entre los simios que se extinguieron y los primeros humanos; fue extraído de un fémur hallado en Atapuerca.

MÉTODOS

Desde el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva que dirige en Leipzig (Alemania), Pääbo ha dirigido el proyecto de secuenciación completa del genoma del Homo neanderthalensis, extinguido hace aproximadamente 30 mil años.

Lo hizo con métodos que han sido utilizados para el estudio de las poblaciones de animales desaparecidos, como los mamuts, los perezosos terrestres o los osos cavernarios.

Este mismo año, su equipo ha descifrado el material genético de cinco neandertales que vivieron entre 39 mil y 47 mil años atrás, investigación que arrojó más luz sobre la diversidad en genes de esa especie de humanos antiguos durante la última etapa, en la que convivieron con los humanos modernos.

La presencia o ausencia de material de esos antepasados en el genoma actual se ha correlacionado con la variabilidad de la población humana.

El estudio de unos restos procedentes de Siberia proporcionó a Pääbo la oportunidad de descubrir al homínido denisovano (por el nombre de la cueva donde se hallaron los restos), el primero extinguido y descrito exclusivamente a través de datos de ADN.

Se ha sugerido que el ancestro de Denisova vivió en áreas en las que también vivían neandertales y Homo sapiens. No obstante, su origen se encontraría en una migración distinta a la de esos dos.

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Molar de hace más de 50,000 años encontrado en el sitio arqueológico de la cueva de Denisova.Foto: Robert Clark/National Geographic

Una secuencia genómica en alta resolución permitió recuperar información celular extraída de un par de molares y de una falange del dedo meñique. Se concluyó que los grupos de humanos modernos de Oceanía, o bien sus antepasados, debieron haber hibridado (mezclado elementos genéticos) con grupos de humanos arcaicos cercanos al homínido denisovano.

GENES CIENTÍFICOS

Nacido en Estocolmo, a Pääbo la vocación científica le viene de cuna: su madre, la estonia Karin Pääbo, era química; su padre, Sune Bergström, un bioquímico que compartió en 1982 el Nobel de Medicina por sus estudios sobre las prostaglandinas, sustancias que actúan sobre distintos sistemas del organismo humano.

Según ha revelado en varias entrevistas, fue el fruto de una relación extramatrimonial entre Pääbo y Bergström, que éste mantuvo en secreto a su propia familia.

El especialista en genética evolutiva realizó estudios de Historia de la Ciencia, Egiptología, Ruso y Medicina en la Universidad de Uppsala (Suecia), que complementó luego con cursos sobre biología molecular en las universidades de Zúrich (Suiza) y California (EE.UU.).

Tras ejercer como docente en los centros universitarios de Uppsala y Múnich (Alemania), fue fichado en 1997 como director del Max Planck de Antropología Evolutiva, donde se convirtió en un referente a nivel mundial en paleogenética.

La fama de Pääbo excedió los límites de la ciencia. En 2007, tras reconstruir el genoma de los neandertales, fue elegido por la revista estadounidense Time como una de las cien personas más influyentes del año.

Sus descubrimientos, coinciden varios especialistas, aún darán mucho de qué hablar conforme se conozcan más detalles sobre la evolución de los humanos modernos.

En la actualidad, Svante Pääbo compagina su actividad investigadora con la docente en las universidades de Leipzig y Uppsala.

Entre los premios que ha recibido en su carrera figuran el Gottfried Wilhelm Leibniz de la Sociedad Alemana de Investigación (1992), el Kistler de la Fundación por el futuro (2009); la medalla Theodor Bücher de la Federación de Sociedades Bioquímicas Europeas (2010) y el Dan David de la Universidad de Tel Aviv (2017). Además, es miembro de la Real Academia Sueca de las Ciencias.

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