La emoción de apoyar a México se trasladó de transmisión para seguir a lo que hacían los surcoreanos frente a Alemania.
A estas alturas del mundial, ya los laguneros aprendimos a lidiar con los partidos en horario laboral, ahora no tocó en fin de semana, pero igual "se armó el plan" para ver al Tri contra Suecia en 90 minutos que prometían ser de alarido, definiendo el pase a la siguiente ronda.
La hora de entrada a la inmensa mayoría de las oficinas, coincidía con la del inicio del partido en Ekaterimburgo, por lo que contrario a otras ocasiones, ayer los trabajadores ya estaban bien acomodados en sus lugares, desde minutos antes de su hora de entrada. Con el aromático café se acompañó la entonación del Glorioso Himno Nacional Mexicano, silbando Néstor Pitana el inicio de las hostilidades y el nerviosismo fue en franco aumento, por lo que las gorditas se volvieron indispensables para calmarse al menos un poco.
Algunos trabajadores ni siquiera alcanzaron a encender la computadora, rápidamente se postraron frente a la pantalla para observar el encuentro, confiados en que los verdes pudieran conseguir una victoria, por lo que ni siquiera recordaban que los otros 2 integrantes del grupo se estaban enfrentando a esa misma hora. Poco para celebrar o lamentar durante el primer tiempo, "¿Cómo van los alemanes?" preguntó de repente alguno, pero tampoco había novedad en el otro frente, por lo que se le restó importancia.
Pero apenas iniciando la segunda parte, el primer gol, fue sueco, "enmudeció el palenque", de repente parecía domingo en las oficinas… penalti y el segundo gol de los europeos, "¿Qué onda con el VAR?" preguntaba el de sistemas, lo mismo que todo México le preguntaba al silbante. Fue entonces cuando todos recordaron que también estaban jugando Corea del Sur y Alemania, por lo que repentinamente nació un sentimiento de nacionalismo surcoreano, mientras se reflejaba un empate sin goles en el marcador, lo que mantenía vivo al Tri.
"Búscalo en internet, ponlo en el Sky", era la instrucción desesperada en la oficina, pues ya parecía definido el partido de México y ahora había que esquivar los cañonazos de la poderosa armada alemana, poniéndose en la piel de unos aguerridos asiáticos que inventaron el tae kwon do. Así, de la nada, el portero coreano Hyun - woo Cho se hizo mexicano, se convirtió en "el Cho" y de un momento a otro pasó a ser el depositario de las ilusiones de todo México, que se ahogaba en la tristeza ante el infortunio de un autogol que sentenciaba el duelo ante Suecia.
Cada segundo que pasaba, había un nuevo oficinista que dejaba la pantalla donde se proyectaba el México - Suecia y se pasaron a ver el de Corea del Sur ante Alemania, aferrados a la esperanza de que la sorpresa, que ya para ese momento estaba fraguada, se concretara. El gol de los coreanos se gritó como si fuera mexicano o incluso más fuerte, abrazos… pero había una bandera levantada, revisaron el VAR y al apuntar el árbitro la media cancha, se concretó el gol de los asiáticos que provocó un nuevo grito en la oficina, ya hundida en júbilo cuando cayó el segundo y se derrumbó Alemania.
De un minuto a otro, las quejas y lamentaciones por la derrota mexicana, pasaron a gritos y festejos por la victoria de Corea del Sur, "nos salvaron" se decía, "ya quiero un coreano en el Santos", afirmaba alguno otro de los trabajadores que fueron a la oficina con su playera verde. Los coreanos ya nos ayudaron en el catastrófico sismo del 19 de septiembre del año pasado y ahora, aunque es un aspecto que no se compara en importancia, nos han tendido la mano una vez más para seguir vivos en la Copa del Mundo, por lo que antes de volver al trabajo, se escucharon las ??? (gomawo) o gracias, empezando a planificar la próxima cita del "mundial Godínez", porque a México le corresponderá jugar en lunes, también a las 09:00 horas.
