Muchas veces he dicho que me apasiona la ópera, ese hermoso, absurdo género en que la gente canta con un tósigo mortal en el estómago o un puñal clavado en el corazón.
Desde que oí "Rigoletto" en las voces de Callas y Di Stefano -ahorré dos meses para poder comprar el álbum de Angel, espléndido y carísimo- quedé atado para siempre a Mozart y Rossini; a Donizetti y a Bellini; aVerdi y a Puccini; a Saint-Saëns y Massenet; a Gounod y Bizet; a Mascagni y Leoncavallo. (A Wagner no).
Soy un villamelómano, pero un villamelómano enamorado. Por eso me gustó mucho el libro que escribió Salvador González-Tamez, quien en Monterrey ha dedicado su vida a la ópera: a cantarla, a difundirla, a enseñarla. El libro, ameno e instructivo al mismo tiempo, se llama "¡Ópera! ¿Por qué no?", y es excelente obra tanto para los iniciados como para los que apenas se inician. Yo lo leí con el mismo gusto y la misma facilidad con que se escucha "La donna è mobile". Encontré en él anécdotas sabrosas, datos que no conocía y -sobre todo- nuevos motivos para amar el bello canto.
Doy gracias a Salvador por este libro de ópera que nos entrega, en cuyas páginas está su entrega a la ópera.
¡Hasta mañana!...