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Para leer el deseo

Importancia del alfabeto erótico

Foto: Archivo Siglo Nuevo

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Redacción Siglo Nuevo

En la sexualidad como en cualquier otro ramo de la actividad humana, hay quienes poseen una gran destreza y quienes manifiestan un absoluto desconocimiento, también hay, desde luego quienes se sitúan en algún punto entre esas dos orillas.

Sucede desde el inicio, cuando se busca algo más que plática. En las caricias, los gestos, los movimientos, en todo lo que conforma la batería de recursos que apuntan a conseguir una experiencia más íntima y placentera, se muestra si el individuo está debidamente alfabetizado en materia íntima o si no ha aprobado ni los cursos básicos.

El aprendizaje de un piso adecuado de sapiencia erótica es definido como la incorporación, a nuestros patrones de conducta, de modelos culturales usualmente basados en el ejercicio de una heterosexualidad convencional, es decir, conforme a reglas de actuación según las cuales el varón toma la iniciativa, la mujer permanece pasiva y lo prioritario es la penetración.

Hay quienes agotan con facilidad el esquema típico y se abocan a construir un estilo propio de comunicación cuerpo a cuerpo. Su fantasía los conduce por otros cauces, muestran disposición a acumular experiencias, encontrar estímulos originales, incorporar nuevas letras a su código íntimo, probar con una variedad de combinaciones y ejercicios.

Del otro lado del espectro de acción, no es raro que alguien decida quedarse en la ruta tradicional, se trata de hombres y mujeres que no se mueven un ápice de la posición que han asumido, no se abren a ningún cambio, rechazan cualquier innovación.

Los moderados, en cambio, si bien acostumbran mantenerse en las rutas clásicas, se animan a probar otras cosas. A veces con reticencia, o con pudor o poniendo en duda la efectividad de la acción novedosa, pero prueban.

ANALFABETO SEXUAL

A quienes ignoran mucho sobre las artes de la excitación y del ayuntamiento carnal se les conoce como analfabetos sexuales. Padecen una escasa motivación para acometer la empresa de conocer a alguien en bíblico sentido, circunstancia que los vuelve torpes y los mantiene con pocas opciones de entablar diálogo con personas de su interés.

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Foto: Archivo Siglo Nuevo

Su alfabeto erótico es muy limitado, aprendieron unas pocas letras con el grupo de amigos, o viendo pornografía o gracias a alguna indicación recibida en el entorno familia. Son sujetos con personalidades solitarias, se conducen con indiferencia, es fácil describirlos como obsesivos. Son, en suma, personas con dificultades mayúsculas para dar curso a su deseos. No se cuestionan demasiado a propósito de sus anhelos, y no dan la apariencia de ser proclives al gozo de intimar.

POR CONTEXTO

Los expertos advierten la existencia de dos tipos de analfabetos sexuales: los que han sido así desde el principio de su vida sexual; y aquellos que aprendieron y disfrutaron, pero, por circunstancias de la vida, llegaron a un punto en el que creen que olvidaron sus destrezas. Estos últimos pueden reaprender lo que creían olvidado.

El segundo tipo muchas veces está asociado con una baja en el deseo sexual por parte de uno de los elementos de la pareja. Si bien son variadas las causas que pueden causar la disminución de la libido, una de las más frecuentes es el estrés. Cuando los cuerpos se distancian del contacto con lúbricos fines, hay consecuencias más allá de los que se percibe a simple vista. Las destrezas obtenidas con la práctica se van oxidando hasta el punto de que cuando se presenta alguna oportunidad de ejercitar la sexualidad, se duda de esas habilidades y se llega a tener la idea de que se han perdido y no hay manera de recuperarlas. Al no haber practicado el alfabeto sexual, éste va opacando y el individuo pierde su capital amatorio.

Una situación habitual de este conjunto es que muestran desconfianza hacia el proceder del compañero sexual. Cualquier cambio en el repertorio empleado por la contraparte es visto como que él o ella está asistiendo a una “escuela nueva”. Con estos desconfiados lo normal es verse envuelto en problemas de celos, en un constante bombardeo de indirectas o directas y preguntas incómodas.

HACE AL MAESTRO

El alfabeto sexual se establece y se recupera practicando, son las salidas a campo y no el entrenamiento teórico lo que devuelve la efectiva movilidad. Cuando se tiene pareja y se desea mejorar el grado de alfabetización, el diálogo es muy importante, por ejemplo, para poner en marcha decisiones conjuntas o bien para no permitirse creer que, cuando las cosas no van bien, el tiempo las resolverá.

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Foto: Archivo Siglo Nuevo

El estudiante de este código íntimo haría bien en saber que la penetración no es requisito inalienable de la exitación. A veces lo más importante es mantener el vínculo sensorial. Lo que no deja lugar a dudas es que afrontar es mejor que evitar, no debe permitirse que la inhabilidad o la torpeza anulen la confianza personal.

LIBERTAD

Los analfabetos sexuales en el bando varonil se caracterizan por el limitado espectro de emociones que se permiten. Para buena parte de este sector, el centro único e insustituible del acto íntimo es el pene, de manera que cualquier encuentro entre zonas genitales consiste en batir marcas de duración, de erección, de eyaculación, de coitos consecutivos.

Quedarse con esta definición es demostrar un importante desconocimiento de lo que implica el ejercicio de la intimidad. Los analfabetos sexuales no disfrutan en toda su dimensión de los encuentros sexuales. Factores como la falta de información o prejuicios alteran el resultado. La deficiente preparación los pone en un bajo nivel del erotismo.

En estos tiempos existe, al menos en apariencia, más apertura a propósito de la sexualidad y sus diversos rostros, matices, circunstancias, complementos, manifestaciones, etcétera.

Sin embargo, esto no se traduce en que las personas se desenvuelvan con mayor libertad y conocimiento en sus relaciones.

Aparejado a este fenómeno se registran cuestiones como el aumento en el número de parejas y encuentros sexuales esporádicos, la apertura de clubes de sexo, la excesiva publicad que vende los cuerpos.

Al final, estas manifestaciones no pueden ser definidas como muestras de que los seres humanos avancen hacia un mayor conocimiento y goce de la sexualidad. Bajo esa superficie se mantienen latentes las inseguridades, la vergüenza y no pocas veces la culpa.

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