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FATIGA

ALEJANDRO TOVAR

Fascinado por el arrojo de los suyos, como voluntario intrépido, vio que su alma ingresó a la cancha y ella comenzó a delirar en si misma, cual mánager desesperado que sabe que sus gritos no son suficientes, por ello ahora mismo corre detrás de sus jugadores y es como un compositor de imágenes, como nuevo intérprete de los caza fantasmas con su paciencia en plena caducidad.

Mientras los alemanes siguen sin entrar en juego, incrédulos y paralizados, sabiendo que sus dificultades están agrandadas, esta alma del fan desconocido, lucha por ser un líder en la manada, sabiendo que Lozano sí está en su rol de Chucky, sólo esperando que el anudado Chicharito le devuelva la pelota a modo. Y ésta llega para que Hirving resuelva haciendo estallar a México todo.

Cuánta fatiga de ese hombre misterioso este lunes, si corrió detrás de Herrera que devoraba kilómetros de cancha, si quería enderezar la mente de Layún que cubrió la cancha pero traía los zapatos al revés, si ponía a Guardado en el punto de mira en cada entrega, si rezaba junto con Moreno y Ayala cada vez que Timo merodeaba, si quería dar el oxígeno necesario a Velita.

Está fatigado sí, pues le guardaba las espaldas a Ochoa en cada salida, si lograba estimular una y otra vez al despliegue incansable de Salcedo y Gallardo, si llevaba todos los mensajes de Osorio en cualquier lugar de la cancha, como un correo a domicilio pero sobre todo quería desanudar los zapatos de Javier Hernández, tan abnegado, de entrega sublime pero con decisiones fallidas.

Con la consigna permanente de luchar hasta quedar vacíos, esa alma generosa de afecto, recorrió todos los rincones de la cancha con los suyos, alentó a Edson, a Jiménez pero sobre todo protegió a Rafael, que cumplía su quinto mundial y que precisaba de rezos y energías extra como un plus de "estoy ahí aunque no se me vea", por ello se agotó más cuando al silbatazo final ya no sabía si reír o llorar, solo sentía que las lágrimas saben un poco como a agua salada, agua de mar.

Guardó los últimos suspiros de su ánimo para abrazarse con el viejo Osorio, sin importar que el técnico tenga una vida paralela, pues ésta andaba ahí, bien presente. Se compuso cuando vio los gestos de Low, cómo Khedira, Muller, Kroos, Nouer y compañía masticaban la derrota sin explicarse cómo Alemania dejó de ser ella misma, envueltos todos en la vorágine teñida de verde.

Cuando regresó al cuerpo que le corresponde, encontró esa alma viajera y multifacética, que más que un resultado y un arranque vibrante y efectivo, la lección de este grupo será para todos en cualquier actividad, sin dejar que la gente confunda al mundo generado por las sensaciones, con el mundo creado por el pensamiento, con osadía, determinación y en este caso, con futbol, ese que nos deja ver la vida a través de sus ojos, con esa música que fabrica sentimientos.

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