Represión. Hasta el momento se han contabilizado 200 víctimas de la represión en Nicaragua.
Daniel Ortega mandó ayer al canciller, Denis Moncada, a la mesa del diálogo que busca una solución a la crisis que ha llevado a Nicaragua al borde de una guerra civil.
Mientras se celebraba el encuentro, centenares de policías y paramilitares atacaron los barrios de Managua, deteniendo y secuestrando a centenares de opositores.
Moncada pidió al comienzo del encuentro un minuto de silencio por las víctimas de la violencia. El canciller obvió en su propuesta que esas víctimas lo son en su inmensa mayoría de balazos de armas de guerra disparados por la policía y las bandas de sandinistas parapoliciales, certeramente dirigidos a cabeza, cuello y torso contra los manifestantes que exigen la democratización del país.
La vicepresidenta y esposa de Ortega, Rosario Murillo, llama casi a diario al amor, la paz y la conciliación en sus alocuciones, mientras la policía y los partidarios del Gobierno del ametrallan con sus AK-47 a los opositores, o a los viandantes del centro de Managua, o a cualquiera que se encuentre cenando en un restaurante.
En una dinámica que sigue a pies juntillas, según todos los analistas independientes, la estrategia del chavismo en Venezuela, el tándem Ortega-Murillo ha optado por la represión de los opositores. A eso se aplicaron las fuerzas policiales y parapoliciales en las horas previas al encuentro en el que se pretendía encontrar una salida dialogada a la crisis, con un saldo de al menos dos nuevos muertos, elevando la cifra de víctimas a en torno a las 200 personas.
Mientras tanto, en la primera jornada del encuentro, celebrado tras la mediación de la Iglesia católica, el Gobierno ha rechazado, punto por punto, todas las propuestas de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, que aglutina a empresarios, campesinos, universitarios y representantes de la sociedad civil.
Una de ellas, que había sido previamente consensuada, planteaba la presencia en el país de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), e invitar al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y a la Unión Europea, según aclaró un portavoz del episcopado nicaragüense.
La mesa de diálogo se oficializó el pasado 16 de mayo, con la asistencia entonces del presidente Daniel Ortega, pero fue suspendida después de que los líderes estudiantiles responsabilizaran al mandatario de todos los muertos.
