La justa deportiva, una de las más seguidas en todo el mundo, representa un extraordinario escaparate para el líder ruso que pasa por uno de sus mejores momentos políticos. (EFE)
Sin mandatarios occidentales, pero rodeado de aliados, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, inaugura hoy la vigésimo primera edición de la Copa Mundial de Futbol, que por primera vez se celebra en la nación euroasiática.
La justa deportiva, una de las más seguidas en todo el mundo, representa un extraordinario escaparate para el líder ruso que pasa por uno de sus mejores momentos políticos.
Al incremento de las expectativas de crecimiento económico y el alza constante en los precios del petróleo, tan importante para la principal potencia energética del mundo, se suman logros estratégicos que han reposicionado a Rusia en el tablero internacional.
Dichos logros son la consolidación de la anexión de Crimea; el triunfo del régimen de Bashar Al Assad en Siria gracias al respaldo incondicional de Moscú; el reforzamiento de los lazos con China, y el acercamiento con potencias de la Unión Europea que miran cada vez con mayor recelo el rumbo que está siguiendo su otrora aliado EU con Donald Trump.
Hacia dentro, Putin consiguió en marzo la reelección para un cuarto mandato como presidente con un 77 % de los votos, con lo que llegará al cuarto de siglo dominando la escena política de su país.
Putin sabe de la oportunidad que representa el Mundial, por lo que desde hace cinco años ha encabezado una inversión de 14,000 millones de dólares, lo que hace de este certamen el más caro en la historia de las copas mundiales.
El impacto económico positivo se prevé en un 0.3 % del Producto Interno Bruto de Rusia para este año y de más de 30,000 millones de dólares hasta 2023.
La ceremonia inaugural es hoy a las 17:00 horas (9:00, hora de México) en el Estadio Estadio Luzhnikí de Moscú, con capacidad para 80,000 espectadores, en donde una hora más tarde se celebrará el primer encuentro entre las selecciones de Rusia y Arabia Saudita.
