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El fervor de las elecciones y la identidad política

Casi desde el principio de este año, he estado recibiendo por medio de las redes sociales, periódicos o revistas, mensajes e información sobre las próximas elecciones en México. Durante los últimos dos meses, la circulación de estos mensajes se ha intensificado con cierto fervor. Algunos de estos mensajes apoyan a cierto candidato y otros atacan con información negativa a los candidatos oponentes. Algunos son serios y otros con cierto humor cínico. Algunos con una buena dosis de verdad, otros con exageraciones y con la clara intención de crear un impacto negativo. Algunos nos parecen interesantes y otros simplemente los ignoramos, particularmente si el candidato no es la persona de nuestro interés. La realidad es que todos estos mensajes son diseminados con la intención de generar una influencia que impulse a la comunidad a decidir no sólo por quien votar, sino también crear a la vez una conciencia directa o indirecta de votar.

De alguna forma, esta información ha estado reforzando una preferencia política que ya existía o la ha influido de tal manera que cambiamos o modificamos la inclinación por cierto partido o candidato. A esta perspectiva o posición relacionada al tema político, los psicólogos sociales le llaman identidad política.

La identidad política es una forma de identidad social que señala nuestra simpatía o pertenencia hacia un grupo, o partido político, con quien estamos de acuerdo para asumir el poder en el país. Un grupo con quien nos identificamos debido a que coincidimos con sus valores, su postura político-social, su nacionalismo o un grupo con una perspectiva ideológica que refleja nuestra cultura. Un grupo con una posición política que tiene la capacidad de responder a una situación que prevalece en el país debido a las condiciones y necesidades de la sociedad, por ejemplo, temas de progreso social, corrupción, violencia, desigualdad, seguridad pública, infraestructura, seguridad social, etcétera.

La identidad política se adquiere principalmente por la influencia de los padres y/o la familia, y cambia con el tiempo a medida que la persona madura intelectualmente. Muchas veces esta identidad se mantiene, pero otras veces cambia dependiendo de las experiencias personales. Ciertas características de la personalidad también son factores importantes en el desarrollo de una identidad política. Por ejemplo, individuos que adquirieron desde edad muy temprana creencias sobre el poder, moralidad y orden social, desarrollan muchas veces un carácter orientado hacia la solución de problemas de la sociedad y la política.

La actitud y comportamiento hacia un partido específico normalmente se adquiere en la etapa adulta, y se acentúa con la madurez reforzada por la experiencia e información sobre política en general. La influencia de la familia depende mucho de que tan informado o involucrados, políticamente hablando, estén los padres u otro miembro de la familia. En casos donde la familia es apolítica, como en el caso mío, por ejemplo, la influencia de otras personas como profesores en la preparatoria y la universidad, y experiencias de trabajo, son factores determinantes hacia una identificación social y política. Muchos no poseen una identidad política definida o estructurada, sin embargo, están preocupados por las condiciones socioeconómicas y de seguridad publica del país. Para ellos, la disponibilidad de la tecnología en la comunicación, por ejemplo, las redes sociales y otros medios de comunicación, facilitan la concientización y participación en las elecciones.

Otro segmento de la población simplemente no está interesada en la política por diversas razones. Por un lado, es la apatía, debido a la falta de información o conciencia por votar. Por otro lado, existe una desconexión de asuntos sobre política causado por las percepciones de la burocracia y administración gubernamental en general, es decir, la forma de ver a los partidos, los candidatos y el proceso de las elecciones es negativa. Otros de plano son ingenuos o flojos y votan por aquel candidato que "les cayó bien", aquel que ofreció "algo material" o aquel por quien "la vecina recomendó". Por supuesto que existen aquellos que son totalmente indiferentes, o no le dan la prioridad debida, y no votan.

Una identidad política bien guiada, definida y establecida, facilita no solamente un entendimiento y una concientización sobre la necesidades del país, sino también una participación en un proceso enfocado a mejorar una calidad de vida mediante la creación de oportunidades de educación y de trabajo, y de la eliminación de desviaciones sociales como la violencia, la corrupción y el oportunismo de un político inmoral que ve un puesto de gobierno como una fuente de enriquecimiento y abuso de poder. Si esta identidad política no existe, nunca es tarde para adquirirla. La participación en las elecciones es una obligación cívica, así que informarse y orientarse sobre lo que México necesita y que candidato tiene la capacidad de responder a esas necesidades es algo esencial para el progreso del país. Gracias por su atención a esta columna.

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  Por: Mtro. Francisco Pineda

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