Hu-Ssong encomiaba las cualidades de su perro
-Tiene una gran inteligencia -decía-. A veces pienso que adivina lo que estoy pensando.
-¡Caramba! -exlamó un discípulo al mismo tiempo con asombro y con admiración-. ¡Hasta parece un hombre!
Luego los discípulos empezaron a hablar de un compañero al que apreciaban mucho.
-Es muy bueno -decían-. Franco, leal, incapaz de traiciones, verdadero. Sabe agradecer los favores que recibe y jamás incurre en culpas de ingratitud. Es fiel a toda prueba: nunca abandona a quien lo quiere.
-¡Caramba! -exclamó entonces Hu-Ssong al mismo tiempo con admiración y con asombro-. ¡Hasta parece un perro!
¡Hasta mañana!...