Mucho se ha dicho del tremendo pachangón que se aventaron los seleccionados mexicanos tras la "despedida" en el estadio Azteca antes de irse al Mundial. Para empezar, ¿despedida de qué? Si a lo mucho se van a ir un mes y regresan. Ya desde ahí andamos mal; el mexicano siempre hace fiesta por todo, cuando se va, cuando regresa. Cuando cumpleaños, cuando se muere.
Un partido mugroso en el estadio sede del Tricolor en el que apenas pudieron sacar una victoria de 1-0 ante un equipo que no va a ir al Mundial de Rusia y ya les dio para celebrar. El resultado ante Escocia es irrelevante, pero al menos se trata de que la afición disfrute un poco, sobre todo porque muchos de ellos no podrán seguir a su equipo hasta el viejo continente.
El Mundial está muy cerca y a los jugadores del máximo representante del balompié mexicano les pareció buena idea celebrar... ¿Qué? Nada más ellos saben. Digo, pretextos sobran. Ayer ya salió "Chicharito" a decir que era su cumpleaños, cuando al "pobre" de Héctor Herrera ya le tundieron duro y bonito.
Como sea, cumpleaños, despedida, con escorts o sin escorts, amigas cercanas o cariñosas, como les quieran llamar, el mexicano siempre celebra y muchas veces antes de tiempo.
Las imágenes de la fiesta del Tri circulan a la par que las de los entrenamientos de selecciones como Alemania, España o Brasil, serios aspirantes al título. El contraste está claro, porque esas fotografías festivas de dicharacheros futbolistas le dieron la vuelta al mundo, se publicaron en diarios alemanes y los suecos también tuvieron su punto de vista. Ambos, rivales de México en la Copa del Mundo.
Somos el hazmerreír eterno. Y mientras, en casa hay quien los defiende, que si era su tiempo libre, que si son personas como cualquiera otra, que si andan muy estresados.
Basta que se junten tres o más mexicanos para que se arme una fiesta, donde sea. Cuando sale mamá de casa, cuando se va el jefe de la oficina, cuando hay campamento en la escuela, en un viaje de estudios. Solo esperamos ansiosos la primera oportunidad., como si nunca más pudiéramos hacerlo. Y cuando algo sale mal, ahí andamos con la cola entre las patas dando absurdas explicaciones y pretextos.
Pasa la dichosa fiesta y México se mide a Dinamarca, una selección que sí va al Mundial, en territorio europeo, y entre la cruda y la realidad, México cae, sin el menor recato. Sin pretextos, como dice el míster Osorio en su playera de preparación.
A mí los amistosos no me gustan, son feos y no se juega nada. Los entrenadores hacen mil cambios, muchos jugadores no se arriesgan por temor a una lesión y, en general, dejan poco. Es más, ni siquiera deberían televisarlos.
Ahí el resultado es lo menos importante. Sin embargo, en este caso me parece que la situación cambia. Un triunfo antes de debutar en el Mundial viene bien en lo anímico, sobre todo tras las críticas a las que se hicieron acreedores nuestros alegres seleccionados nacionales.
Lo triste es ver como el mexicano insiste en llegar al quinto partido ¡28 años después!
Ya son siete Copas del Mundo en que México nada más ilusiona a los suyos y en la ronda de eliminatoria directa se derrumba a la primera, con el primer obstáculo. En penales, en tiempos extra, contra el odiado vecino del norte, por culpa de un árbitro o de un penal que aún muchos no logran superar.
Pretextos, así como pretextos para la fiesta, siempre sobran. Es ahí donde el mexicano saca su ingenio. Y ahora en los memes (nada más pregúntenle al buen Herrera).
Y mientras México se pone barreras y celebra con anticipación, los que compiten piensan en vivir todo el mes en Rusia; saben que el Mundial es una fiesta que solo sucede cada cuatro años, a la que siempre han soñado asistir y a la que no todos son invitados. Saben que fiestas como estas, pocas. Saben que sabe mejor celebrar cuando se ha ganado, que antes de jugar.
Así está bien, ¿o le seguimos? @Foko_54
