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Toda una vida como Verdugo

Joel Flores Maltos

Manuel Ignacio Cháirez se dice satisfecho y en paz tras alcanzar el éxito en la vida deportiva.

El Siglo de Torreón

TORREÓN, COAH.- Orgulloso de la trayectoria que hilvanó sobre los encordados a lo largo de varias décadas, don Manuel Ignacio Cháirez, mejor conocido en el ambiente de la lucha libre como El Verdugo, afirma estar tranquilo consigo mismo, al considerar que en su momento entregó lo mejor de sí a este deporte, el cual fue fundamental para la formación y desarrollo de su familia.

Hoy, alejado del ring debido a un problema cardiaco, recuerda con gusto y buen humor algunas anecdotas de su vida, habla de la forma en que se vivía la lucha libre hace décadas y lo que es hoy en día, cuando ha sufrido importantes cambios.

Surgido del pintoresco barrio de La Paloma Azul, cuna de otros grandes laguneros como El Médico Asesino, Carmen Salinas, El Rebelde, los réferis Candelas y Limones, entre otros, afirma estar orgulloso de sus orígenes y de haber sido el heredero del nombre luchístico que su padre, Manuel Cháirez, le dejara para hacerlo grande.

Contento por todo lo que consiguió como deportista, El Verdugo se dice satisfecho y en paz, tras alcanzar el éxito en su seno familiar y en la vida deportiva, donde tuvo la oportunidad de conocer prácticamente todo su país, viajar a Panamá y algunas ciudades de Estados Unidos, siempre reconocido como un gran exponente del pancracio.

TEMPRANO INICIO

en este deporte

Sus inicios en el deporte de los costalazos se dieron a la edad de 16 años, bajo la tutela de su padre El Verdugo, y entre otros maestros estuvieron: Julián Arellano “El Húngaro”, Juan José Espinoza Meza “El Halcón Suriano”, Rudy Palma y Tony Cusari.

Su debut se dio en la Arena Charro Aguayo, situada en la confluencia de la calle González Ortega y Avenida Aldama, al enfrentarse al Dandy Montes, posteriormente se fogueó a nivel local y después emigró. Tras realizar campaña en Ciudad Juárez, donde hizo una buena temporada y ganó ante Tony Rivera el único cetro que tuvo en su poder, el Welter del Norte, fue llevado en 1966 a la Ciudad de México por El Enfermero y Huracán Ramírez, quienes lo recomendaron para ser parte de la Empresa Mexicana de Lucha Libre.

Después de cumplir con sus evaluaciones se presentó un martes en la Arena Coliseo, en la contienda semifinal ante Tony Reyna, y su buen accionar dejó complacidos a los empresarios, quienes a la siguiente semana lo programaron en la estelar.

RUDO POR CONVICCIÓN

El trabajo de rudo era su especialidad y le abrió camino, de modo tal que se mantuvo varios años en los turnos estelares, tanto en los carteles que se realizaban en México como en otras ciudades, a donde eran enviados los elementos de la empresa.

“Siempre me gustó la rudeza, y aunque en un principio luchaba como técnico, me di cuenta que los de ese bando siempre limosnean el aplauso del público y eso me parece indigno.

Prefiero los recordatorios del diez de mayo, creo que no hay mejor aplauso para un rudo y esos de verdad salen del corazón. El odio que manifiesta el público hacia un rudo, realmente es sincero y se siente, por ello nunca abandoné mi estilo”.

Recordó que el llevar su lucha libre por las plazas mexicanas, le costó muchas agresiones por parte de los aficionados, una de ellas, la sufrida en Nuevo Laredo, Tamaulipas, al enfrentar a Super Astro, entonces ídolo de esa plaza. “Al bajar del ring, sentí un piquete por la espalda, y al voltear me di cuenta que una dama, ya fuera de sí por el enojo, me había herido; lamentablemente no pude hacer nada, se trataba de una mujer y yo siempre he sido muy respetuoso con las damas, así que me aguanté las ganas de cobrar la afrenta”.

Durante su gran época como gladiador, El Verdugo Júnior alternó con lo mejor de su época, entre ellos El Cavernario Galindo, Dick Medrano, Bulldog Pérez, El Santo, Los Hermanos Espanto, Blue Demon, Aníbal, El Solitario, Black Shadow, el Rayo de Jalisco, Doctor Wagner y Gran Markus.

En su última contienda como profesional, El Verdugo Júnior perdió su coleta ante Pequeño Halcón, en un gran duelo efectuado en la Arena Olímpico Laguna de Gómez Palacio, allá por 1990.

ÚLTIMO GUERRERO ENTRE SUS FAVORITOS

Otros elementos a los que reconoció como grandes exponentes del encordado son: Atlantis y los laguneros Último Guerrero, Doctor Wagner y Blue Panther. Al Último Guerrero lo calificó como todo un fenómeno, por la forma tan rápida en que ha escalado el estrellato, mientras que los otros dos paisanos debieron batallar más para lograr la escalada.

“Lo importante es que se han sabido mantener y decidieron emigrar en el momento justo, cuando todo estaba puesto para lograr un sitio entre los consagrados. Lamentablemente hay muchos que no se deciden a salir, a pesar de que son invitados por quienes les ven facultades, uno de esos casos es Centella Azul, que dejó pasar sus mejores años aquí, aun cuando tuvo la oportunidad de irse a México, donde seguramente hubiera tenido grandes logros”.

ANTES ERA DE VERDAD

“La lucha de antes era de verdad, había que trabajar mucho en el gimnasio para ser un auténtico gladiador, y ya en el ring, el llaveo hablaba por uno, la técnica que se tenía lo hacía a uno salir adelante, mientras ponía en práctica llaves de brazo o pierna y se le daba secuencia a las mismas por parte de uno y otro elemento.

“La lucha real deja consecuencias”, dice mientras señala su frente y su rapada cabeza, donde luce una serie de cicatrices, producto de golpes recibidos e incluso una cirugía que le fue practicada para extraerle un coágulo que se le formó en el cerebro. “Lo triste de ser operado del cerebro, es que luego no se sabe si le pusieron uno de teflón, ya que después no se pega nada”, dijo entre risas.

Aunque jamás se ha alejado de su deporte favorito, y de hecho continuamente hace presencia en algunas arenas, considera que son pocos los elementos con recursos técnicos que les avalen su calidad. “Hoy existen miles de luchadores, pero nada de lucha libre”.

“Uno debía pagar su propio examen, así que valoraba lo que tenía; hoy cualquiera se hace luchador profesional y se pone una y otra máscara, sin que sea necesario demostrar su real capacidad. Mucha de esta culpa le corresponde a los propios empresarios, que con tal de tener luchadores suben a cualquiera a un ring, además la Comisión de Box y Lucha Libre lo permite”.

Como secuela de lo que fue su carrera en el ring, don Manuel presenta problemas en su corazón y en poco tiempo podría implantársele una válvula, motivo por el cual hoy en día se ve obligado a guardar reposo, y por consecuencia las salidas de casa se han restringido en forma considerable.

TAMBIÉN FUE ELECTRICISTA

Además de la lucha libre, en su juventud se desempeñó como electricista, oficio que recuerda le generó buenos recursos aún durante su estancia en México, ya que en su tiempo libre se encargaba del mantenimiento del hotel donde se hospedaba, hoy esta actividad quedó en el pasado.

LA FAMILIA, UN TRABAJO DE EQUIPO

Para don Manuel, el éxito en la formación y desarrollo de la familia radica en el trabajo de equipo, y aunque reconoce que en su momento su actividad en la lucha libre le dio a ganar buen dinero, finalmente fue el esfuerzo conjunto al lado de su esposa Esther, lo que les permitió salir adelante, tanto en lo económico, como en lo afectivo, ya que ambos compartían las obligaciones para el sustento de su hogar, al igual que el compromiso con cada uno de sus hijos en cuanto a la convivencia y educación.

VOLVERÍA A SER EL MISMO

Tras considerar que en su momento fue un elemento que vivió a plenitud su vida como gladiador, y pudo disfrutar las mieles del éxito tras alternar con lo mejor de su época, don Manuel no dudó en afirmar que de tener la oportunidad de nacer nuevamente, volvería a ser luchador, eso sí, mejor de lo que fue.

“Creo que hay algunas cosas que no pude aprender, en una segunda oportunidad aprovecharía para lograrlo y tener aún un mejor sitio entre los grandes.

“Lo haría exactamente igual, con el mismo nombre que me heredó mi padre y la misma imagen, no me escudaría en una máscara; la que siempre he tenido es la mejor de todas”.

Ficha Personal

Nombre: Manuel Ignacio Cháirez Durán.

Nombre de batalla: El Verdugo.

Edad: 65 años.

Fecha de Nacimiento: 31 de julio 1941.

Sus padres: Aquilia Durán Martínez y Manuel Cháirez.

Sus hermanos: Jaime (f), Rafael (f), Alejandro (f) Braulio (f) y Fidel.

Su esposa: Esther Hernández de Cháirez.

Sus hijos: Manolo, Rocío, Rafael, Roberto, Agustín e Ivette.

Nietos: Ocho.

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