Siglo Nuevo

El banzai de la nostalgia

Érase una vez en 1984

Foto: Columbia Pictures

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Iván Hernández

La serie de YouTube Red hace un digno uso de los nombres de la película que puso a una generación a soñar con patadas voladoras y maestros orientales.

La guerra de las productoras de emisión en continuo produce más contenidos de los que caben en la cajita de “las horas libres”. En el abanico de opciones están Amazon Prime, Crackle, Netflix, próximamente Disney. Casarse con alguno de esos servicios no es una decisión fácil, y entrar en los terrenos de la bigamia tampoco parece la mejor solución, menos cuando, de un momento a otro, un competidor que no teníamos contemplado se sube al cuadrilátero y planta en el centro una bandera tejida por la dama del lago de las nostalgias.

YouTube Red, el servicio de suscripción de pago de la plataforma de reproducción de videos, eligió como bandera un título peligroso de tocar, marca registrada de una generación que hoy día goza de poder adquisitivo y un imaginario donde la triple “G”, Gremlins, Goonies, Ghostbusters, es tratada con reverencia. En pocas palabras, cuando se trata de la vuelta de Daniel LaRusso y Johnny Lawrence a las lides del karate, o se colman todas nuestras expectativas o ponemos nuestras esperanzas en que las máquinas se rebelen contra sus creadores y todo acabe de una buena vez.

BUEN INICIO

Las buenas noticias en torno a Cobra Kai, serie estrenada el pasado 2 de mayo, comenzaron mucho antes, cuando convencieron a los protagonistas Ralph Macchio y William Zabka de reeditar su duelo en el torneo All Valley.

En la serie se hacen precisiones, por ejemplo, LaRusso y Johhny se enfrentaron en la categoría de menores de 18 años, el 19 de diciembre de 1984, y 34 años después, el rubio Lawrence sigue destrozado por la patada de la gaviota que le rompió el aura de invencibilidad.

El primer episodio comienza con el breve recuento de lo ocurrido, el marcador empatado, el mejor alumno del sensei Kreese contra el único discípulo de Miyagi, y Daniel que alza los brazos y una pierna para oponer la grulla a la cobra. Al instante siguiente, Lawrence se lanza al ataque y golpea con el rostro el pie de su oponente.

La vida no es sencilla después de aquello. El rubio cincuentón despierta a otro día para para beber una cerveza caliente y ganarse el pan con el sudor.

Johnny tiene un vecino adolescente, inmigrante, y en su primer encuentro le llama Menudo, lo que ya nos da una idea de los referentes con los que se maneja el otrora karateca. También le gusta pasar la noche viendo filmes de los ochenta como Aguila de Acero, con Louis Gossett Jr.

LaRusso ofrece el reverso de la moneda, es un padre modelo y empresario exitoso, dueño de una concesionaria automotriz, LaRusso Auto Group, cuyo lema es “Pateamos a la competencia”. En uno de sus espectaculares se observa a un cincuentón Daniel San lanzando una patada a la cara del cielo.

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Foto: You Tube Red

Aunque Ralph Macchio, joven maravilla del cine de los ochenta, lleva el crédito principal, Cobra Kai se desarrolla, mucho más, desde la óptica de su menos afortunado coprotagonista.

Vemos a Johnny batallar aquí y allá, ser despedido, es un machista en tiempos de corrección política, llama marica a todo mundo y habla de respeto y dignidad como si fuera experto en esos temas. En su permanente borrachera, lo atormenta el recuerdo de Elizabeth Shue (cómo no), es decir, de Ali, su novia de la escuela; le sonríe a los días en que pateaba el trasero de Daniel; le amargan sus derrotas, primero, frente a Miyagi, luego, en la final del torneo y, para rematar, a manos de su sensei.

GIRO DEL DESTINO

Luego de ser confundido con un vagabundo sin hogar, Johnny se ve obligado a defender a un joven hispano de un grupo de bravucones. Su nuevo amigo, Miguel, de origen ecuatoriano, impresionado por las habilidades como peleador de Lawrence, lo anima a abrir un dojo y se convierte en su primer alumno.

Antes, unas jovencitas chocan el Pontiac Firebird del rubio, la grúa lleva el vehículo a LaRusso Autogroup. Así, el exkarateca acaba en territorio de su archienemigo.

¿Puede un solo momento marcar nuestra existencia? El reencuentro nos ofrece una respuesta. El vencedor se toma la molestia de llamar a su séquito y presentar al derrotado, los patiños no tardan en referirse a Lawrence como el tipo del karate, el rival del torneo, el chico al que le pateaste el trasero.

La constante humillación lleva al rubio a intentar salir del pozo, por ello, se decide a abrir el dojo y enseñar a jóvenes como Miguel “un método de lucha que tu generación de maricas necesita con desesperación”.

GOLPEA PRIMERO

Golpea fuerte, sin piedad. Podría ser un buen lema si no fuera porque el objetivo está a 34 años de distancia en el pasado. La vida de Daniel es descrita por la voz de Dean Martin que canta Ain´t that a kick in the head. El alumno de Pat Morita no ha descuidado su forma, sin embargo, su ensueño se interrumpe sin contemplaciones: el dojo Cobra Kai está de vuelta.

El choque generacional es uno de los aspectos a los que la serie saca más provecho. Las nuevas generaciones con sus videojuegos, tabletas, celulares y reputaciones tanto en el plano físico como en el virtual.

Los nostálgicos mayores viven con sus fotografías enmarcadas, con los recortes de los periódicos, con la música de Guns and Roses, Quiet Riot, y REO Speedwagon

En la escuela, siguen los bravucones, pero hay novedades como el ciberacoso.

Obviamente, se retoman aspectos de la película como la fiesta de disfraces en la que Johnny Lawrence y su banda, disfrazados de esqueletos, dan una tunda a LaRusso. En esta ocasión, Miguel, el alumno del rubio, recibe una paliza a manos de los bravucones de la escuela.

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Foto: You Tube Red

HISTORIAS ALTERNAS

Sí, en Cobra Kai no todo es seguir los pasos de los viejos conocidos. Las historias alternas, los nuevos rostros a considerar, se van incorporando como ingredientes que brindan volumen y multiplican el sabor del resultado. Daniel es padre de dos hijos, la mayor ya es adolescente y a no le agrada mucho batallar con la sobreprotección. Johnny fue un progenitor desobligado y su vástago menor de edad no encuentra mejor forma de vengarse de él que emplear sus malas artes para enrolarse en la familia LaRusso.

En un tiempo, en el valle, el karate era como el fútbol americano en Texas, con esa descripción se da una idea del tamaño de la derrota sufrida por Johhny. Ya cincuentones, aunque con patadas en el inventario, los archienemigos van cediendo protagonismo a la nueva generación de karatecas.

YouTube Red produjo 10 episodios que duran, en promedio, media hora. Los dos primeros están disponibles de forma gratuita.

Acaso lo más destacado de ver es a Johnny, un exbravucón devenido en perdedor en toda regla, que en sus esfuerzos por salir del pozo, entrena a chicos a los que, seguramente, él mismo habría torturado en sus años mozos.

Cuando una chica quiere aprender karate, Johnny la rechaza de entrada, ¿Por qué no acepta a mujeres en Cobra Kay? Porque la presencia femenina en un dojo, responde Lawrence, como en el ejército, no tiene sentido. El argumento económico acaba por convencerlo de enseñarle a esa adolescente víctima de burlas digitales. Cuando la joven explican que el ciberacoso se hace mediante cuentas falsas y mensajes anónimos, el rubio declara: “Qué montón de maricas, en mis días, si querías molestar a alguien lo hacías cara a cara. Había honor, respeto, ahora se esconden detrás de sus computadoras como unos perdedores cobardes”.

OTROS TIEMPOS

Hacer cosas estúpidas a cualquier edad no tiene precio. Sí cambia la forma en la que el mundo adulto nos censura por ello. ¿Qué hacer para dejar todo atrás? ¿Terapia, acupuntura, un viaje en motocicleta? Los malos recuerdos, como los laureles, reverdecen y traen con ellos el primer contacto, con el dolor, con el amor, también encienden los ánimo de revancha.

Cobra Kai es un lugar adaptado a tiempos políticamente correctos. Los maestros recomiendan a las jóvenes no disfrazarse de enfermera sexi sino de asistente de salud de género neutro, donde el “no” de una mujer no existe salvo si las cosas se vuelven físicas, “entonces no significa no” concede el sensei Lawrence.

La serie de YouTube Red hace un digno uso de los nombres de la película que puso a una generación a soñar con patadas voladoras y maestros orientales. Nos recuerda días más simples, cuando contar la historia de una confrontación, sin necesidad de un millonario despliegue de efectos, emocionaba, vaya que emocionaba.

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