Gómez Palacio y Lerdo Protección Civil Lerdo Gómez Palacio Cañón de Fernández Lerdo Obras Públicas Gómez Palacio

Enfoque

El verdadero libertador de México

RAÚL MUÑÓZ DE LEÓN

En la enseñanza oficial de nuestra historia, desde la escuela primaria los mexicanos aprendimos e identificamos como malos, perversos y negativos, a cuatro personajes cuya presencia y actuación...

Se juzgaron perjudiciales para el País: Agustín de Iturbide, Antonio López de Santa Anna, Porfirio Díaz y Victoriano Huerta.

Desde siempre consideramos que tales figuras históricas representaban en términos generales, "lo que el mexicano no debe hacer porque fueron traidores, vendepatrias, tiranos y usurpadores del poder". Estos calificativos se aceptaban por la gran mayoría de los mexicanos como verdad absoluta y no se cuestionaban. Según nos enseñaron, para nosotros los héroes eran Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero, Carranza.

Se argumentaba más o menos de la siguiente manera: "Iturbide traicionó a don Vicente Guerrero y con ello al movimiento de la Independencia; Santa Anna fue un traidor pues vendió más de la mitad del territorio de nuestra Patria a los Estados Unidos; Porfirio Díaz se eternizó en el poder reeligiéndose cuantas veces quiso, y se convirtió en un tirano; Huerta conspiró para asesinar al presidente Madero, y usurpó el poder".

Así fue durante mucho tiempo; pero al paso de los años les comenzaron a salir cualidades, atributos y virtudes a quienes habíamos tenido siempre como antihéroes. En este Enfoque se abordará el caso de Don Agustín de Iturbide. Ya hemos acudido en anteriores colaboraciones, como lo hacemos hoy, al trabajo de Luis Reed Torres, investigador e historiador, quien considera que Don Agustín de Iturbide es el verdadero Libertador de México. En su obra "Historias Desconocidas de la Historia Mexicana", incluye un capítulo relativo a la Auténtica Historia de la Independencia, en el que dice:

"El 27 de septiembre de 1821, a la cabeza de 16,000 hombres, don Agustín de Iturbide entró en la capital de la hasta entonces Nueva España... Ahí el alcalde de la ciudad, don José Ignacio de Ormaechea, puso en manos de Iturbide las llaves de la capital, mismas que le fueron devueltas por el Libertador con las siguientes palabras: *Estas llaves que lo son de las puertas que únicamente deben estar cerradas para la irreligión, la desunión y el despotismo, como abiertas a todo lo que pueda hacer la felicidad común, las devuelvo a Vuestra Excelencia, fiado de su celo que procurará el bien del pueblo a quien representa*...".

"Finalizaban así once años de contienda fratricida, pues la lucha iniciada por Hidalgo sostenía la premisa de enfrentar al indio y al mestizo contra el peninsular y el criollo en un desafortunado propósito de arrancar hasta las mismas raíces de nuestra idiosincrasia. Sobre el particular existen evidencias que demuestran que el cura de Dolores fue deliberadamente inducido por agentes napoleónicos a llevar de ese modo la lucha. No fue de extrañar, pues, que los criollos -el grupo intelectual de la Colonia y partidario de la Independencia- se convirtieran en los más resueltos defensores del régimen virreinal al percatarse de tan anárquicos y equivocados métodos. Es decir buscaban la libertad, pero no al precio que implicaba la virtual devastación de todo el territorio...".

"Agustín de Iturbide, entonces un joven teniente, fue uno de los primeros criollos que ofrecieron su espada al virrey Venegas. Poco antes de iniciarse la insurrección de 1810, Iturbide había rechazado una propuesta del cura Hidalgo que, de haber aceptado, le hubiese convertido en insurgente con el grado de Teniente General. Pero Iturbide, previsor ante todo, palpó como la mayoría criolla que la aventura iniciada en Dolores acabaría con funestos resultados...".

"A este episodio se refirió el Libertador años más tarde en su famoso manifiesto de Liorna, Italia, donde vivió un tiempo:

*La propuesta era seductora para un joven sin experiencia y en edad de ambicionar; la desprecié, sin embargo, porque me persuadí de que los planes del cura estaban mal concebidos; no podrían producir más que desorden, sangre y destrucción, y sin que el objeto que se proponía llegara jamás a verificarse. El tiempo demostró la certeza de mis predicciones*.

"Podemos afirmar, entonces, -continúa Reed- que Iturbide plasmó en estas líneas el sentimiento general de los criollos al iniciarse la lucha insurgente. Y esta postura se vio ratificada cuando acaecieron las espantosas matanzas en la Alhóndiga de Granaditas y en Guadalajara, así como el saqueo de Guanajuato. Es decir, con la lucha insurgente no existió garantía de unión, no se borraron las diferencias políticas ni raciales, no se cuidó de preservar la industria, el comercio ni la propiedad y, por ende, todo desembocó en una verdadera guerra de castas que durante largo tiempo aniquiló gran número de vidas...".

Es contundente el autor que citamos, cuando afirma: "En Iturbide palpita el germen de la independencia, pero mientras estudia la mejor manera de cristalizar sus aspiraciones, combate a los insurgentes. Es un soldado invicto. Al lado de Llano bate a Morelos en Valladolid y le aproxima a su fin. Sólo un tropiezo, que no derrota, padece Iturbide en su campaña: intenta el asalto al cerro de Cóporo por órdenes superiores y es rechazado. Previamente Iturbide había manifestado su oposición a tal maniobra..."

"Don Agustín reflexiona que ninguno de esos caudillos (los insurgentes) logrará la independencia. Necesítase algo unificador para que lo demás se dé por añadidura.

"La oportunidad se presenta en 1820, cuando la marea liberal amenaza ahogar el trono español de Fernando VII. Tras presionar al rey, se ha restaurado la Constitución de 1812 y se aprecia con claridad que ya no es el monarca la máxima autoridad. Y entonces se piensa en Nueva España en depositar todo el poder en manos del virrey Apodaca para que la gobierne según las Leyes de Indias. A la euforia liberal antirreligiosa que cunde en España sigue un profundo malestar en Nueva España. En medio de todo esto madura Iturbide su propio plan y obtiene el mando de las tropas que deben combatir a Guerrero en el sur. Poco después, el 24 de febrero de 1821, Iturbide proclama el Plan de Iguala y diseña la bandera nacional. A poco, logra que Guerrero se una a él y de ese modo evita perder tiempo en combates a fondo, por más que el suriano no representara en realidad peligro alguno dada su escasez de hombres y recursos...".

(Don Raúl Prieto Riodelaloza, conocido por el seudónimo Nikito Nipongo con el que firmaba su columna Perlas Japonesas publicada por mucho tiempo en la Revista Siempre! del maestro José Pagés Llergo, comentó en una de sus Perlas que Iturbide, se inspiró en el escudo de Vizcaya para adoptar los tres colores -verde, blanco y rojo- con su respectivo significado de independencia, religión y unión, en la bandera mexicana).

"Ni duda cabe que el Plan de Iguala es el más completo de cuantos documentos se dieron en su época. Al invocar a la religión como es, como ha sido siempre, lazo unificador de los mexicanos, Iturbide logra una entusiasta adhesión de casi todo el territorio. La unión, otro punto clave del Plan de Iguala, se convierte también en llave maestra del Libertador. De ahora en adelante todos los grupos sociales compuestos por blancos, criollos, mestizos. Indios, negros, etcétera, serán simple y llanamente mexicanos. Iturbide se torna así en el amalgamador de nuestra nacionalidad. Y por último, independencia. Pero una independencia racional. Para Iturbide no significa vituperar a los padres cuando se alcanza la mayoría de edad, sino llegada a ésta para gobernarse a sí mismo, es obligación y necesidad preservar las enseñanzas de los mayores y venerarlos. En este caso España, crisol de la civilización en nuestra América...".

Después de reproducir lo que Lorenzo de Zavala, Guillermo Prieto y Francisco Bulnes, eminentes escritores liberales, escribieron y publicaron en relación al documento que estamos comentando, Reed Torres concluye: "Así fueron pocos quienes se opusieron al Plan de Iguala o de las Tres Garantías -Unión, Religión e Independencia -. Y como dice Guillermo Prieto, en esas circunstancias la marcha de Iturbide por el país fue triunfal...".

"Tanto el Plan de Iguala como el lábaro patrio y la consumación de la independencia se deben a don Agustín de Iturbide. Esto es un hecho histórico incontrovertible, reconocido abiertamente por la más amplia gama de personajes insurgentes y liberales que pueda imaginarse, y entre los que podemos contar a Guillermo Prieto, Lorenzo de Zavala, Francisco Bulnes, Justo Sierra, José María Bocanegra, Carlos María de Bustamante, Julio Zárate, Andrés Quintana Roo, José Joaquín Fernández de Lizardi, José María Luis Mora, Juan Wenceslao Barquera, José María Iglesias, Manuel María de Zamacona, Ignacio Comonfort, José María Lafragua, Benito Juárez, Francisco G. Cosmes, Ignacio Esteva, Fernando Iglesias Calderón, Juan de Dios Arias y Vicente Riva Palacio...".

"Ninguno de estos escritores, políticos y militares, todos liberales a ultranza, negaron jamás a Iturbide el honroso título de Libertador de México".

Como colofón de este Enfoque, es propicio citar un verso del poema de Amado Nervo "A Iturbide, Libertador de México":

Y una estrofa del Himno Nacional compuesto por José Torrescano en 1821, consumada la Independencia, en honor de Agustín de Iturbide. Al año siguiente el Himno fue sustituido por una composición de José María Garmendia, que también ensalzaba a Iturbide ya como emperador. Cuando este régimen monárquico llegó a su fin, este himno fue desechado:

“Si a la lid contra hueste enemiga nos convoca la trompa guerrera, de Iturbide la sacra bandera ¡Mexicanos, valientes seguid!”

Leer más de Gómez Palacio y Lerdo

Escrito en: Enfoque

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Gómez Palacio y Lerdo

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1464690

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx