Columnas Social

Circunstancias

EL TEMOR A LA LOCURA

Recientemente, tuve una conversación telefónica con Ignacio, un ex compañero de equipo de futbol en torneos recreativos para jugadores veteranos. Ignacio, quien tiene aproximadamente 65 años, fue un jugador sobresaliente en las canchas de futbol hasta hace unos 10 años cuando se retiró del juego. Ignacio me había dejado un mensaje y pedía que le llamara pronto. El propósito de su llamada había sido hablar con alguien de confianza sobre un problema "muy personal" que le ha estado agobiando por varios meses, pero últimamente con más intensidad. Comentaba que se sentía muy estresado sobre el pensamiento constante de "estar al borde de la locura". Específicamente, Ignacio mencionaba que su memoria se ha estado deteriorando lentamente, lo cual le hace sentir deprimido, no puede dormir, y le aterroriza salir a la calle. Sin darme detalles sobre sus experiencias mentales, él cree que está perdiendo contacto con la realidad y teme ser internado en un hospital psiquiátrico. Como empleado jubilado, Ignacio vive de una pensión pequeña, no tiene hijos, ha estado viviendo solo por cierto tiempo, ya que se divorció hace algunos años, y prácticamente su contacto social es mínimo. Él es originario de Ecuador y no tiene familiares alrededor. Ignacio dice estar desesperado y no sabe que hacer, y cree que irse a Ecuador es la mejor opción para él. Él ha subestimado su condición creyendo que es algo pasajero, y se ha resistido a ser evaluado por un médico, principalmente por temor de recibir malas noticias.

Casos como este no son aislados. En mi experiencia como clínico en centros de salud mental en prisiones, tuve la oportunidad de interactuar con internos, quienes solicitaban ayuda algo similar, es decir, personas quienes solicitaban ayuda debido a la angustia creada por el miedo de "volverse locos". Especialmente, aquellos que estaban presos por primera vez y se consideraban emocionalmente vulnerables, por ejemplo, individuos con historia de depresión, ansiedad o enfermedad mental en la familia. Los casos más frecuentes eran internos que habían tenido un desarrollo emocional caótico desde edad temprana y que habían cometido un crimen muy serio, como asesinatos o violaciones sexuales.

La experiencia de perder la razón, técnicamente tener una experiencia psicótica, puede ser emocionalmente angustiante y devastadora para una persona. Una experiencia psicótica es cuando una persona percibe o interpreta su realidad de manera muy diferente a la gran mayoría de la población. La realidad creada por el funcionamiento anormal de su cerebro es incongruente o distorsionada en comparación con la realidad de una persona "normal". Las formas más comunes de un estado psicótico son alucinaciones y/o delirios. En mi experiencia con este tipo de personas, las alucinaciones más frecuentes son las auditivas y las visuales, aunque también se pueden presentar en cualquiera de los sentidos. Los pensamientos confusos y comunicación incoherente también son comunes en ciertos casos de enfermedad mental. Los delirios o creencias falsas también son frecuentes en un estado psicótico, por ejemplo, la persona puede creer que tiene mucho dinero cuando en realidad sus recursos son muy limitados, o que alguien le persigue para matarle. En muchos casos, la experiencia psicótica es desagradable y de terror, lo cual genera níveles altos de ansiedad y miedo. La psicosis es un síntoma de una enfermedad mental, por ejemplo, la esquizofrenia o el trastorno bipolar, entre otras enfermedades, incluyendo daño cerebral, demencia, etc., o el resultado de un sobredosis de ciertas drogas psicoactivas.

El miedo de Ignacio a perder la razón es legítima, ya que por un lado es posible que esté manifestando síntomas de demencia, pero también cabe la posibilidad de que su nivel de ansiedad esté muy elevada. Sus problemas de memoria, angustias, depresión, temores, insomnio, pueden estar relacionadas a una condición fisiológica seria, o a un ataque de ansiedad. Una evaluación médica deberá darle una buena clave de lo que está sucediendo y ser referido al especialista apropiado.

Sufrir emociones intensas que causan angustia y dolor provocada por circunstancias caóticas en nuestras vidas, puede ser una situación temporal que quizás requiera intervención profesional, pero no necesariamente se trata de una enfermedad mental. Hablar de locura es desconectarse de la realidad, por ejemplo, escuchar o ver gente que no existe, pensar en homicidio o suicidio, sospechar de su medio ambiente, etc. Si esta desconexión crea incapacidad de trabajar, socializar, pensar en forma organizada, entonces la evaluación de un psicólogo con experiencia clínica, o psiquiatra, es necesaria.

Por el momento, Ignacio está mas tranquilo después que su ansiedad se controló con medicamentos e información sobre sus síntomas, y está pasando por una serie de exámenes para determinar si su condición esta relacionada con la demencia. Ignacio pudo comunicarse con su hermano y sobrinos y ya está planeando mudarse a Ecuador.

Gracias por su interés en esta columna.

  Por: Mtro. Francisco Pineda

Leer más de Columnas Social

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Columnas Social

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1463682

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx