Siboldi recibió un merecido baño de cerveza de parte de sus jugadores en el vestidor. (Foto de Jesús Galindo)
Después de 8 años, la revancha llegó para los Guerreros y sus seguidores. Poder canonizarse en la Liga MX, en el mismo infierno de Toluca, la casa de los Diablos Rojos, quienes les tenían tomada la medida tanto en Liguilla como en finales.
La venganza futbolística fue dulce también para Alejandro Irarragorri y compañía, luego de aquella amarga tarde del domingo 23 de mayo del 2010, cuando saborearon el título del Bicentenario en los penales, pero inexplicablemente en un abrir y cerrar de ojos, los choriceros se quedaron con el título.
La lluviosa jornada en la capital mexiquense presagiaba algo histórico y lo fue. Por un lado, los de la Comarca, levantaron su sexta estrella, la segunda de manera consecutiva fuera de la Laguna.
Para los escarlatas, fue su cuarta final perdida en casa ante sus aficionados, sumándose a la del Invierno 2000 frente a Monarcas Morelia, Apertura 2006 contra las Chivas Rayadas y Apertura 2012 ante Xolos de Tijuana.
Sus seguidores, hicieron lo suyo, apoyaron desde 3 horas antes del silbatazo inicial. La lluvia, acompañado de granizo, evitó que varias transmisiones en vivo, sobre todo de televisoras internacionales, fuera interrumpidas.
La pirotecnia fue la constante en el Nemesio Diez. Y es que el Deportivo Toluca, buscaba que se convirtiera en una auténtica casa de lucifer, para poder intimar a unos Guerreros que al contrario, se motivaron.
La casa de los toluqueños, se tiñó casi por completo de rojo, con excepción de la porra santista, que retumbaba con sus muestras de apoyo, en todos los rincones del húmedo escenario.
El juego transcurrió con la adrenalina y el olor a azufre y pólvora, fue la constante durante los 90 minutos. Los albiverdes, acostumbrados a luchar contra las adversidades, ni se inmutaron.
Al contrario, disfrutaron el juego y jugaron como siempre, generaron opciones arriba y se mantuvieron firmes en todos los sectores, donde la recuperación del esférico, fue importante.
El silbatazo final llegó y el festejo santista se desbordó. Los jugadores con sus familias y amistades, festejaron en una cancha mojada, en la misma donde en el 2000 y en el 2010, perdieron títulos, donde en 1999, 2002, 2008 y 2017, quedó sepultado para levantar la sexta estrella en sus 35 años de historia.
Varios jugadores sin importar la lluvia que por momentos arreciaba, se arroparon con las banderas de sus países de origen. Tavares lo hizo con la de Cabo Verde, Cetré con la de Colombia, "Osvaldito" (aunque no le guste el diminutivo) con la de Paraguay, Furch con la albiceleste de Argentina, además de la legión charrúa ("Cabecita", Lozano y Alcoba) con la de Uruguay.
El festejo en el vestidor fue en grande. Los jugadores bañaron en agua y cerveza a su técnico Siboldi. Los exsantistas y ahora analistas de televisión, Oswaldo Sánchez y Marc Crosas, quienes fueron campeones como jugadores albiverdes, también recibieron su "baño".
Los santistas se refrescaron y se dirigieron al aeropuerto de Toluca, donde arribaron antes de las 2 de la mañana, para irse directamente al TSM, donde tuvieron una cena de celebración.
Sin mucho tiempo para dormir y descansar, pero con ganas de festejar con sus aficionados, hoy iniciarán en Ciudad Lerdo a las 5 de la tarde, para concluir en la noche en la Plaza Mayor de Torreón, no sin antes pasar por Gómez Palacio, donde exhibirán su sexta copa del futbol mexicano.
