Precandidatos de todo tipo, periodistas, policías, abogados, prostitutas, exseminaristas y elementos de la delincuencia organizada son algunos de los ingredientes con los que Orlando Ortiz (Tampico, 1945) ha escrito Muerte En El Asfalto, su más reciente novela. Se trata de un thriller que, en consonancia con los tiempos que vivimos, enfrenta a los lectores a una inteligente cadena de misterios.
Con más de cuarenta libros publicados, Orlando Ortiz es bien conocido por sus títulos La Violencia En México (que compila pasajes decisivos en la historia de nuestro país); Jueves de Corpus (que recrea el llamado Halconazo, ocurrido el 10 de junio de 1971 en la ciudad de México) y Diré Adiós a Los Señores (crónica de la vida cotidiana en tiempos de Maximiliano y Carlota). Es también conocido por sus novelas y sus libros de cuentos, entre los que destacan En Caso de Duda (que en 1968 obtuvo la beca Martín Luis Guzmán), De entonces y Ahora (selección de cuentos publicada en 2015 por el FCE) y Vidrios Rotos (novela corta que reflexiona en torno al período conocido como Guerra Sucia, al tiempo que permite a los lectores asistir a la cocina de un escritor).
Publicada por ALJA Ediciones en 2017, Ofrenda En El Asfalto es un enigma policiaco en toda regla. El protagonista-investigador es Carlos Magallón Caltenco, a quien todos apodan El Colega, pues ha cambiado muchas veces de carrera y de oficio: ha sido maestro de educación física, normalista, aspirante a contador público y estudiante en las carreras de medicina, contaduría, química, leyes, economía e historia del arte. Se trata por lo tanto del más inquieto entre los pocos habitantes de Huastetlán, pueblo del que ignoramos la ubicación exacta, pero inferimos en algún punto entre Paracuán y La Eternidad, en el noroeste mexicano.
Matriculado en la carrera de Periodismo, El Colega Magallón debe suspender sus estudios debido a una huelga en la universidad. Para ocupar su tiempo y ganar algo de dinero entra a trabajar en el periódico local como jefe de corresponsalías y circulación: bajo el rimbombante cargo se oculta la única responsabilidad de llevar ejemplares del diario a los pueblos cercanos, situación que le permite enterarse de primera mano de lo que ocurre en la región. Los misterios comienzan cuando en un sitio apodado El Charco comienzan a aparecer mujeres asesinadas. Poco después en una colonia adinerada de Huastetlán es encontrada una misteriosa ofrenda que incluye huesos, vísceras y algunas veladoras. Más que elementos de un oscuro ritual, la ofrenda parece un montaje destinado a llamar la atención de la prensa y de la opinión pública, es por ello que Magallón decide investigar. En medio de las indagaciones un precandidato a gobernador es secuestrado en extrañas circunstancias, de modo que la atmósfera se enrarece aún más y, como fichas de dominó, se sucede una serie de asesinatos. Tales crímenes, que en palabras del Colega "parecen delitos comunes y corrientes", toman muy pronto un matiz político, pues está a punto de terminar el plazo para que cada partido defina a su candidato a la gubernatura.
Para no dar información de más, baste decir que la novela del maestro Ortiz se vale de una microrregión para dejar en claro cómo se construye aquello que los asesores políticos llaman la narrativa nacional: aquello que los ciudadanos comunes percibimos como hechos aislados es apenas la parte visible de una encarnizada lucha por el control político.
Escrita con lenguaje coloquial que funciona precisamente por su sencillez, Ofrenda en el Asfalto muestra que, en cincuenta años de practicar el oficio, Orlando Ortiz posee un amplio arsenal de recursos narrativos y sabe cuándo utilizarlos. Lejos han quedado aquellos alardes de técnica con los que, hace exactamente medio siglo, el joven autor de En Caso de Duda impresionó a la crítica. Hay en esta novela juegos de palabras, sí, pero hay mucho más que eso: las 140 páginas que conforman esta novela destacan por una fiebre por contar. Una fiebre controlada, que nunca se desborda, que conduce al lector. Una prosa ágil y llena de acciones, altas dosis de suspenso y muchas vueltas de tuerca que obligan a los lectores a reelaborar sus conclusiones son los elementos con los que Orlando Ortiz pinta este ácido retrato del México actual. twitter: @vicente_alfonso
