Centro Cultural Teopanzolco, Morelos. Foto: Jaime Navarro
En la obra de Isaac Broid se percibe un interés por transmitir un modo singular de construir. Todo parte de una visión que no por contemporánea irrespeta el contexto del lugar en el que se erige una vivienda o un edificio corporativo.
Egresado de la carrera de Arquitectura de la Universidad Iberoamericana, Isaac Broid fue alumno de Francisco Serrano y Carlos Mijares. Dado ese primer paso, el segundo, un posgrado, lo llevó al extranjero: hizo la maestría en diseño urbano en el Politécnico de Oxford, en Inglaterra. En 1991 abrió su despacho particular.
En veintisiete años de ejercicio, la firma de Broid ha acumulado un dosier en el que la variedad genera impresiones con forma de soluciones en proyectos de casa-habitación, áreas destinadas a la movilidad humana o bien dar dimensiones a espacios culturales.
Las propuestas de este proyectista se han materializado en diversos escenarios de la Ciudad de México. Botones de muestra son la línea A del metro ligero en la calzada Zaragoza, junto con Aurelio Nuño y Carlos Mac Gregor, y el Centro de la Imagen, en la Plaza de la Ciudadela, en colaboración con Abraham Zabludowsky.
Más puntos de su itinerario capitalino son las oficinas corporativas TELCEL, la Casa Vázquez en Coyoacán, los condominios Ámsterdam 18 y Tlaxcala 190, en asociación con Miquel Adrià y Michael Rojkind, en la colonia Hipódromo Condesa; la Escuela Nacional de Danza Folklórica en la delegación Miguel Hidalgo. Fuera de la ciudad, pero no muy lejos se ubican otras obras destacada de su portafolios, el rancho Tequisquiapan UNAM y la Casa Vargas de Santiago en territorio queretano.
VISIÓN PREMIADA
Broid compagina su actividad profesional con facetas dirigidas a compartir su visión de los materiales; ha impartido conferencias por todo el país y es miembro de varios consejos editoriales de revistas de arquitectura. Obras de su autoría han nutrido los catálogos de exposiciones en México y en el extranjero. Es integrante del Sistema Nacional de Creadores de Arte desde 1999 y miembro de la Academia Nacional de Arquitectura desde 2007.
Su vitrina de premios y reconocimientos da cuenta de su profesionalismo y de lo atractivo de sus trazos. La firma que fundó comenzó su andadura con buena estrella: en 1991 recibió medalla de plata en la Bienal de Bulgaria. Ha recibido distinciones de la Record Interior Award, otorgado por la revista estadounidense Architectural Record; este año se cumple una década de su triunfo, con medalla de oro, en la Bienal de Arquitectura en México.
Casa Vargas, Santiago de Querétaro. Foto: Yoshihiro Koitani
En la obra de Isaac Broid se percibe un interés por transmitir un modo singular de construir. Todo parte de una visión que no por contemporánea irrespeta el contexto del lugar en el que se erige una vivienda o un edificio corporativo.
Un volumen denominado Arquitectura Urbana, material publicado en 2003, ofrece una síntesis de su concepciones como proyectista. A propósito de ese documentó explicó que el propósito del libro era dar a conocer su interpretación sobre la arquitectura y la forma en que ésta debe mantenerse al margen de los estilos de la zona donde se construye.
Ese “mantenerse al margen” debe entenderse como no romper con la imagen del entorno aunque se utilicen detalles contemporáneos.
“Es mi contribución hacia una obra inacabada que es la ciudad”, comentó Broid.
Ejemplos de esta postura son dos edificios departamentales en las calles Tamaulipas y Ámsterdam de la colonia Condesa de la capital mexicana. Estos inmuebles obsequian al observador evidencia de la afición de Broid por el uso del concreto aparente, material atractivo gracias a su durabilidad y potencial para contribuir a la estética de una obra.
En estos condominios, el acero y el cristal cumplen con la función de crear formas inspiradas en el art decó que caracteriza a esta zona.
Su impulso disruptivo radica en eliminar por completo el concepto de edificio inteligente que predomina en el ámbito de la arquitectura actual, le gusta el reto que implica desafiar a esa postura tecnologizada con recursos que forman parte de los diseños de construcción.
Desde su óptica, el concepto de residencia inteligente es erróneo. Es mejor que la casa tenga luz a través de su forma, que por medio de un sistema de cómputo.
ESTILO
Conceptos reforzados con la práctica, ideas ejecutadas con atractivo y enraizar estructuras precisas, lo pusieron en la órbita de clientes que le han encargado complejos como el Centro de la Imagen y el condominio Jacarandas.
En las piezas que conforman su itinerario creativo, uno que se acerca a las tres décadas de recorrido, Broid ha manifestado, más que poseer un lenguaje propio, su capacidad para desarrollar soluciones apegadas a las necesidades de cada proyecto.
Broid ha dicho que no se identifica con un estilo al que pueda calificar como “personal”. Piensa que cada obra exige algo diferente ya sea por su ubicación o por las demandas que hace el cliente.
Más que de un lenguaje sería posible hablar de un ejercicio interdisciplinario. Las ideas que, por ejemplo, Broid proyecta sobre el concreto, bien pueden tener su base en la pintura, la escultura o la literatura.
El ideario del capitalino establece que: “Como arquitecto es importante analizar libros relacionados con el arte en general. No sólo por el gusto hacia la estética sino por adoptar ideas. Hay pintores que te dicen que hay muchas maneras de ver el mundo”.
Centro de la Imagen, Ciudad de México. Foto: Isaac Broid
CENTRO DE LA IMAGEN
En la firma de Isaac Broid consideran que hay varios retos inscritos en la arquitectura desarrollada sobre la base de edificios “mal llamados históricos”, pues no hay construcción que pueda ser ahistórica. Algunos de los desafíos son: respetar lo existente sin negar el presente, corresponder a la calidad de los espacios creados en el pasado con propuestas contemporáneas y cuidar el pasado, aprovecharlo sin lastimarlo, mientras actuamos hacia el futuro.
Con esas directrices activas, el despacho de Broid se incorporó a los trabajos en el Centro de la Imagen. Se decidió a responder a los problemas de un sólo golpe: respetar la geometría original del siglo XVlll mediante el contraste. El espacio se organizó a partir de una geometría no ortogonal con respecto a la existente, así, está última se mantuvo intacta. El proyectista subió la apuesta: utilizó materiales diferentes a los existentes y que contrastan con ellos. El juego de pesos visuales, texturas, colores, agrega distinción a lo ya establecido. Los muros originales mantuvieron sus aplanados blancos mientras que los nuevos se alzaron con las señas del concreto aparente. Los muros de carga conviven con una estructura de acero ligero, las losas de concreto con la viguería cerrada de madera. Cada época se muestra en este complejo, se estableció la hermandad entre una y otra.
CASA VARGAS
Para contemplar sus facetas es necesario abordarla desde varias direcciones. Si se mira hacia este complejo desde alguna construcción vecina o desde una vialidad se encuentra un bloque de concreto con escasas aberturas. Desde campos nada urbanizados, el paisaje campirano, o exclusivos, la nota sofisticada del campo de golf, aparece una extendida serie de cajas que juega a la perspectiva infinita. Los cuerpos de acero oxidado crecieron separados para permitir que “lo natural “se introduzca en la arquitectura o bien que ésta se disuelva entre vegetación endógena. De ese modo, el proyectista consiguió que no exista una frontera entre lo construido y el paisaje. El mismo hallazgo se repite en otros ámbitos. La azotea de los espacios públicos queda configurada como una continuación de lo vegetal. Gracias a este recurso los usuarios tienen la sensación de hallarse dentro de un espacio abierto que rebasa los límites de la propiedad.
